¿Qué significa ser una buena persona?
En esta emisión cuento una historia, el cuento titulado «El Jardín de las estatuas», del creativo y destacado escritor madrileño Pedro Pablo Sacristán. Aquí solo publico un par de párrafos del cuento que escribió en su interesante y valioso Blog. Puedes acceder al resto del cuento en cuentosparadormir.com o en su página web en inglés freestoriesforkids.com
Hace mucho tiempo, existía un lugar mágico que guardaba grandes maravillas y tesoros del mundo. No era un lugar oculto, ni escondido, y cualquiera podía tratar de acceder y disfrutar de sus delicias. Bastaba cumplir un solo requisito: ser una buena persona. Ni siquiera heroica o extraordinaria: sólo buena persona.
Allá fueron a buscar fortuna Alí y Benaisa, dos jóvenes amigos. Alí fue el primero en probar suerte, pues cada persona debía afrontar sus pruebas en solitario. Pronto se encontró en medio de un bello jardín, adornado por cientos de estatuas tan reales, que daba la sensación de que en cualquier momento podrían echar a andar, o a llorar, pues su gesto era más bien triste y melancólico. Pero Alí no quiso distraerse de su objetivo, y conteniendo sus ganas de seguir junto a las estatuas, siguió caminando hasta llegar a la entrada de un gran bosque. Ésta estaba custodiada por dos estatuas de piedra gris muy distintas de las demás, una tenía el gesto enfadado, y la otra claramente alegre. Junto a la entrada se podía leer una inscripción: “La bondad de tu carácter deberás a las piedras contar”. Para continuar leyendo este y otros interesantes cuentos da click aquí.
¿Cuántos de nosotros nos apreciamos como buenas personas? Yo creo que hasta en nuestro ego más interno todos en general tenemos la convicción de que somos buenas personas, y no solo en el sentido de no hacer daño o no lastimar al mundo que nos rodea, sino en el sentido de creernos que ayudamos a cuantos podemos, de creer que somos útiles a todos aquellos con los que tenemos contacto, y que además les aportamos valor. Creérselo de verdad, y llegar hasta sentenciar públicamente “Es que yo soy una buena persona” puede sonar soberbio.
Todos tenemos la necesidad de ser queridos y aceptados, y muchas veces dejamos que nuestro Ego nos dirija y hasta manipule sin control, lo que no permite que veamos con claridad si estamos aportando valor y contribuyendo en el bienestar de los demás. Esta enorme necesidad que tenemos los seres humanos de ser aprobados por los demás puede nublarnos la visión y hasta confundirnos.
Para ayudar a descubrir un poco dónde se encuentra nuestra bondad como personas, hagámonos las siguiente preguntas:
- Cuando te diriges a los demás, ¿los llamas por su nombre o en la forma que les gusta ser reconocido?s.
- ¿Has pedido a alguien que te explique o te sugiera alguna cosa de la cual ya sabes que le gusta hablar y compartir?.
- ¿Sueles halagar a las personas con algún cumplido, pero sin adularlas?.
- ¿Le repites a las personas conceptos que les has escuchado a ellas mismas dándole su justo valor?.
- ¿Le dices a la gente que la comprendes cuando pasa por una situación difícil?.
- ¿Le sonríes a la gente, no solo a tus amigos, le sonríes al señor que entra por la puerta, al que limpia a tu alrededor, a la que te regala un gesto de amabilidad?.
- Ayudas a los demás, con cosas tan sencillas como sostener la puerta para que pasen, les detienes el ascensor, les ayudas con las bolsas que cargan, les cedes el paso para que crucen la calle, les ofreces a tus compañeros traerles un café (especialmente si eres el Jefe), y en general demuestras caballerosidad con los y sobre todo con las demás.
- Y por último, la pregunta más importante: Utilizas usualmente dentro de tu vocabulario las palabras: Hola, Qué tal, Cómo estás, Cómo te fue, Buenos Días, Buenas Tardes, ha sido un gusto conocerte, y sobre todas las palabras, una de las más importantes: “GRACIAS”.
Éstas son acciones sencillas que debemos aportar a los demás para agregarles un valor significativo en sus vidas, ayudándoles a mejorarlas, y hacerlos sentir bien, además de contribuir a mejorar nuestra imagen y marca personal.
En esta ocasión, me despido con una frase de autor desconocido.
La pista musical es del destacado compositor Kevin MacLeod de Incompetech.com