¿Debo tomar decisiones por instinto?
¿Sabes tomar decisiones mesuradas, sopesadas y asesoradas o prefieres basarte en tus instintos?
¿Alguna vez seguiste a tu instinto?
Imagina por un momento que eres un hombre de las cavernas que vive hace 100,000 años. Vas abriéndote camino por la selva, tienes la intención de buscar comida, por allí vas recolectando algunas frutas y plantas comestibles que te encuentras a tu paso.
También estás dispuesto a cazar, para lo cual vas equipado con cuchillos hechos de obsidiana, además cargas una larga lanza y algunas cuerdas con piedras.
El peligro acecha…
El sol de esa región es inclemente y tratas de moverte bajo la sombra de los árboles, eso sí, con mucha precaución, ya que sabes que por arriba o por debajo de los árboles puede haber peligros.
Sabes de estos peligros porque presenciaste cómo uno de tus amigos murió después de haber sido mordido por una araña, no comprendes bien cómo o porqué murió, pero asocias ese trágico evento a la araña, y lógicamente les tienes miedo.
Después de varias horas, casi llegando a un claro, escuchas que todo se torna en un silencio total,
cosa que ya sabes no es normal en la selva, donde predominan los ruidos de aves y otros animales, pero tu instinto te dice que puede haber un peligro cerca.
Te empiezas a preocupar y te sube la presión sanguínea, instintivamente buscas un lugar donde refugiarte, o un árbol a donde poder trepar. Y, de repente, como a unos 150 metros divisas unas fieras, los reconoces perfectamente, son un par de tigres.
No parecen haberte descubierto, pero te das cuenta que también andan buscando alimento, e intuyes que tú podrías ser parte de su plato del día.
Ese día has tenido suerte de que el viento esté a tu favor porque si no ya te habrían detectado.
En ese momento ya tienes la adrenalina a tope, el corazón te bombea al máximo y decides regresar rápidamente por donde venías.
Trotas durante algunas horas, hasta suponer que ya estás seguro, entonces te pones a descansar.
Ya de regreso en tu tribu,
-la cual integran unos 20 ó 30 miembros- te sientes más relajado y también seguro, porque viven, comen y duermen en una cueva,
Esta cueva solo tiene una entrada por lo que los posibles peligros solo les pueden llegar por ese acceso
Pero allí no hay tanto problema porque siempre hay alguno de tus amigos vigilando para avisar del posible ataque de fieras o de otras tribus que los pudiesen amenazar para quitarles comida, instrumentos o incluso desplazarlos de ese estratégico sitio.
Como llegaste justo para la cena, pones sobre el piso los frutos y plantas que recolectaste en tu salida.
Luego compartes algunas impresiones y también les cuentas a todos que tuviste suerte de no ser devorado por esos tigres.
Ya más tranquilo te duermes.
Y a la mañana siguiente, tu rutina vuelve a empezar, sales temprano a buscar alimento…
El Síndrome del Hombre de las Cavernas
Esta historia que les conté, parecida a la que el escritor Josh Kaufman cuenta en su blog MBA Personal, nos explica que:
«La biología y la genética de los seres humanos están programadas y optimizadas para funcionar de acuerdo con las condiciones de vida de hace 100,000 años, y no precisamente para el moderno siglo 21 en el que vivimos».
El «Síndrome del Hombre de las Cavernas» es un analogía que sugiere que hoy nos seguimos comportando en muchos sentidos como los hombres de las cuevas.
Y esto se debe a que nuestro instinto nos sigue enviando señales que nos hacen percibir el mundo y las cosas que nos rodean de una forma equivocada, lo cual provoca que nuestro comportamiento sea inapropiado para las condiciones de vida que hoy experimentamos.
Josh Kaufman comenta que en la actualidad -al menos en el mundo occidental-, la comida abunda, pero los peligros ya no.
Claro que salir a la calle y desplazarse de un lado a otro siempre existirán algunos riesgos, como tener un accidente en coche o ser asaltado, pero hoy en día esos riesgos son mínimos, prácticamente nulos.
Las comodidades de hoy ya no nos obligan a tener que salir a ponernos en peligro.
Uno bien puede quedarse todo el día en su casa, o trabajar durante más de 12 horas en la oficina, y hasta pedir por teléfono que nos traigan comida.
El hecho de poder trabajar en un solo lugar nos permite estar allí durante horas.
«Ya no es necesario salir a recolectar o cazar el alimento, el resultado de este «sedentarismo» provoca otro tipo de problemas, que indirectamente pueden ser peligrosos como la obesidad, la osteoporosis, los males cardíacos, la contracción de los músculos, la fatiga crónica, etcétera».
Según el «Síndrome del Hombre de las Cavernas» nuestra mente y nuestro cuerpo no están programados para actuar en este mundo contemporáneo. Dice Josh Kaufman que:
“El desafío de trabajar en este mundo es que nuestra mente y nuestro cuerpo están sincronizados para la supervivencia física y social, no para jornadas laborales de 16 horas”.
Por otro lado,
el «Síndrome del Hombre de las cavernas» también nos muestra otras facetas acerca de tomar decisiones basadas en el instinto, de esto se dicen muchas cosas a favor y otras en contra.
¿En los Negocios debo tomar decisiones por instinto?
En el caso del mundo de los negocios, por allí se recomienda mucho ‘que uno siga su instinto para tomar una decisión’. Y, en cierta medida, es bueno hacer caso al instinto, sobre todo cuando éste nos hace percibir que un negocio puede salir mal,
en este caso nuestro instinto nos aleja del peligro, del peligro de fracasar o de perder nuestra inversión.
Por ejemplo,
Si alguien nos propone que nos asociemos en una ‘Startup‘, pero por algo ésta no nos late o no nos convence, nuestro instinto nos dice que no lo hagamos.
Allí lo peor que podría pasar es que rechacemos la oferta,
y que ese negocio acabe finalmente siento todo un éxito,
pero sin nuestra inversión; y los que si apostaron por ese negocio terminaron ganando mucho, ¡no pasa nada!, tampoco perdimos dinero, ya habrá otras oportunidades.
Pero, lo malo es que el instinto nos empuje a ir hacia adelante, para que invirtamos en ese negocio haciendo a un lado una minuciosa evaluación basada a datos, estadísticas e investigaciones previas.
Al emprender no habrá muchas ocasiones en que debamos tomar decisiones por instinto
En los negocios de actualidad existirán pocos casos en donde tengamos que tomar una decisión instintiva e inmediata, en vista de que contemos con poco tiempo para pensarlo bien y además carezcamos de información para tomar la mejor alternativa.
¡Esto casi nunca sucede así!
El Consultor y Escritor de negocios Chris Barling comenta en uno de sus artículos (Avoid the caveman syndrome to win in ecommerce) de la revista británica Business Matter que:
“Para tomar decisiones casi siempre hay tiempo para considerar todos los hechos disponibles, y, a menudo, para recopilar más información”.
Chris Barling agrega que las decisiones rápidas fundamentadas solamente en el instinto no son apropiadas. De hecho, iría más lejos:
Si tomas decisiones basadas en tu instinto cuando tus competidores las toman basándose en los hechos, ellos casi siempre acabarán tomando las mejores decisiones.
Los hombres de las cavernas sí que necesitaban de su instinto para poder sobrevivir, pero ahora ese mismo instinto puede que más bien nos estorbe, especialmente hablando de negocios.
¿Para ser Millonario sirve tomar decisiones por instinto?
El mejor instinto de quien sea, no deja de ser infalible, ni el del millonario Warren Buffet mejor conocido como «El oráculo de Omaha».
Warren Buffet, CEO de Berkshire Hathaway, quien hoy toma casi todas sus decisiones basadas en los datos que tiene, y en los cuales confía, siempre estudia a fondo los estados de resultados de cada empresa que le interesa adquirir, nunca toma decisiones ni instintivas ni viscerales.
10 Recomendaciones de Warren Buffet para alcanzar el Éxito
Nada de esto nos sugiere que el instinto pueda o no pueda ayudarnos a tomar buenas decisiones.
No sé si recordarán a Steve Irwin, la estrella australiana de televisión que se hizo famoso por ser el “Cazador de cocodrilos”.
Steve Irwin era reconocido en la televisión por arriesgar su vida y su físico metiendo hasta la cabeza en las fauces de cocodrilos, solía vérsele conviviendo con todo tipo de fieras y animales peligrosos «sin aparente riesgo».
En su permanente contacto con animales salvajes tomaba miles de decisiones basado en sus instintos,
si su instinto le decía que no debía acercarse al cocodrilo, no lo hacía, y el instinto nunca le falló, hasta la última ocasión, cuando nadaba junto a una mantarraya.
La mantarraya seguramente se puso nerviosa por la cercanía de Steve, y reaccionó atacándolo con su arma defensiva, una filosa púa de la cola, atravesando su corazón en el acto.
Desafortunadamente cuando su instinto le falló, la filmación acabó en tragedia.
El hecho de tomar decisiones por instinto nos evita arriesgar
Otra visión del ‘Síndrome de las cavernas‘ es el hecho de que
a pesar de salir de los sitios que nos protegen, como nuestros hogares o nuestra oficina, aún así dejamos de enfrentar peligros, evitando arriesgar en la vida, arriesgar para prosperar.
Así seguimos intuyendo que afuera nos acechan peligros, peligros de otra índole:
Tenemos la sensación de que otros nos quieren desplazar de nuestro puesto de trabajo,
o de nuestra posición dentro del equipo deportivo.
Nuestro instinto nos dice que no debemos compartir públicamente una idea, como en una reunión de trabajo, porque tenemos la corazonada de que nos la van a copiar, que otro se la va adjudicar,
o cuando alguien nos habla en un tono que no entendemos o quizá malinterpretamos reaccionamos defensiva y hasta agresivamente por instinto.
Nos cerramos tomando decisiones por instinto
En los grupos de trabajo, en las asociaciones o en el contacto cotidiano con otros individuos nos comportamos de forma cerrada, somos herméticos, esta es una forma instintiva de auto-protección;
vemos a un posible competidor donde quizá podríamos descubrir a un socio o a un amigo.
Seth Godin, el gurú del Marketing, llama a nuestra actitud defensiva “mente reptiliana”, porque ésta nos envía una señal de miedo para por ejemplo evitarnos hablar en público, o para no enfrentar un examen de matemáticas o de filosofía.
Lo que sucede es que el cerebro primitivo nos está en realidad protegiendo.
Ese cerebro reptiliano nos detiene de tomar la decisión de escribir un artículo o un libro, nos aleja de tomarnos un vídeo y colgarlo en Instagram o en Youtube, a pesar de que sabemos que eso podría ayudarnos mucho.
Ese cerebro reptiliano nos evita entrar en acción para llevar a cabo ese proyecto que muchos podrían criticar o reprobar.
El cerebro reptiliano nos protege del ridículo, de las temidas críticas, nos provoca resistencia para actuar por miedo a fracasar, pero así inmovilizados tampoco triunfaremos.
Criticamos a los demás porque…
La resistencia nos hace sentir que al tomar acción estamos yendo en contra del statu quo, de la opinión de los demás, y como sabemos que casi nunca estarán de acuerdo con nosotros entonces mejor desistimos de hacer que las cosas sucedan.
¿La opinión de los demás es mi marca personal?
A ti
¿Qué te dice tu instinto?
¿Qué te detiene de actuar, una decisión meditada o el instinto que te manda señales de miedo para protegerte de fracasar?
«El cerebro reptiliano es el origen de la resistencia».
-Seth Godin