¿Hasta dónde aceptar los juicios de otros?
Nosotros como seres humanos, mientras convivamos en sociedad y queramos pertenecer a determinados grupos o colectivos, siempre estaremos inevitablemente sujetos a los juicios de los demás.
Y, en función de nuestra propia autoestima o de la seguridad que tengamos en lo que somos y en lo que hacemos, daremos por válidas esas críticas, o en su caso las descartaremos.
¿Debemos considerar los juicios que los demás hagan de nosotros?
Un puñado de chicos malosos de la secundaria
se toman la libertad de ponerte un apodo relacionado con un rasgo de tu aspecto físico, y si tú les haces caso, o lo peor, si aceptas el mote que te cuelgan -porque crees realmente que eso te define como persona- estás aceptando su calificativo.
Un profesor de matemáticas le dijo a tu Madre
que no esperara buenas calificaciones de tu parte, ni que te exigiera mucho dado que «él juzga» que un promedio de seis es a lo máximo que puedes aspirar, según su experiencia.
Y no tomas en cuenta que justo ese maestro acabó dando clases en tu escuela porque no pudo ser director en otro instituto, tampoco te conoce bien, y además tú atraviesas por una tristeza personal, lo peor que podrías hacer es dar por válido el juicio de ese profesor.
En ocasiones, ya trabajando en tu empleo,
cuando se acercan las “Evaluaciones del Desempeño”, tu jefe te dice que ‘te falta algo’, que ‘necesitas esforzarte más’, que ‘todavía no es tu momento’, etcétera.
A ti esos comentarios te han caído muy mal, y la molestia no te deja auto-analizarte con claridad, con objetividad.
Pero si te das cuenta, tú quizá llevas el mayor peso de todo el trabajo. En tu área tú casi lo haces todo, luego, tienes que vivir con la frustración de cargar con el mayor peso del equipo, y además le permites (a tu Jefe) que te cargue con la etiqueta de que “todavía estás verde” o de que “no das el ancho”.
Si compras esos argumentos, si das por válido que eres incompetente, estas aceptando su juicio, así tú mismo te estás devaluando.
La afamada escritora Joanne Rowling
recibió muchas críticas y rechazos por parte de “n” cantidad de editores que decían que su personaje estrella -‘Harry Potter‘- no tenía ningún futuro en la industria editorial.
A pesar de tantos comentarios en contra de su trabajo, y del hecho de que ella no fuera hombre, no lograron que renunciara.
Afortunadamente esta tenaz escritora no aceptó las calificaciones en su contra, a tal grado que publicó su novela firmándola con un pseudónimo (J.K. Rowling) para que no supieran que la firmante era una mujer.
Y el resultado hoy ya todos lo conocemos:
Joanne Rowling no solo logró convertirse fue todo un éxito editorial, además también alcanzó un hito cinematográfico sin precedentes, gracias a que nunca aceptó la crítica como válida.
Discurso Motivacional de J.K. Rowling
Según cuenta una historia, el Director de cine George Lucas
fue ridiculizado cuando propuso la historia completa de la saga de La Guerra de las Galaxias.
Los supuestos «gurús» del medio cinematográfico de entonces se medio burlaban de su guión y del enorme volumen de la saga que había escrito, la cual daba hasta para seis películas.
Si George Lucas hubiese admitido como válidas todas esas críticas hoy nos habríamos privado de haber visto sus películas.
Cuando dejamos de tomar acciones al aceptar los juicios de otros
Seguido escuchamos por allí que para motivar la creatividad y provocar nuestra capacidad productiva debemos nutrirnos con actividades constructivas, o con diversas manifestaciones del arte, como por ejemplo la lectura, o que debemos procurar viajar y buscar nuevas experiencias.
En esto estoy de acuerdo.
Por supuesto que todo lo anterior nutre y provoca nuestra capacidad creadora, y “mientras podamos o tengamos las posibilidades” será muy bueno entrar en contacto con todos estos recursos para motivarnos y ponernos en acción.
Pero, Yo creo que al margen de estar en contacto con todos estos recursos, o elementos,
lo que principalmente nos detiene de actuar,
o de ponernos en acción no es la falta de ideas,
ni la carencia de creatividad, lo que nos detiene de seguir adelante es el hecho de aceptar la crítica de los demás, de dar por válido lo que otros opinen acerca de nuestra persona, o de nuestras ideas o de nuestro trabajo.
Tú trata de acordarte:
¿En qué ocasión estabas decidido a invitar a salir a una chica que te gustaba y te detuviste porque “un amigo” te dijo que ella no te iba a hacer caso, y que ni siquiera aceptaría salir a tomar un café contigo? ¿Qué habría pasado si te hubieses negado a aceptar los juicios con los que te desmotivaban tus amigos?
¿Cuántas veces te has detenido de hacer un negocio porque un conocido “ni siquiera muy cercano” te dijo que ese no era el momento para empezar porque tú no estabas preparado? Quizá preferiste aceptar los juicios negativos de quien nunca ha creado un negocio por su cuenta.
Recuerda cuántas veces te han molestado las críticas que te dejaron en tu blog, o en tus redes sociales, muchas de esas anónimas.
Si esas críticas negativas han sido respetuosas pero tampoco constructivas, porque no aportaban nada para que tú mejorarás, y tú las has dado por válidas, dado que cada vez te cuesta más trabajo volver a escribir y aportar algo nuevo, con esto estás aceptando esos juicios.
Y otro error en el que también podrías incurrir sería que decidieras ya no continuar con tu labor, ya que tú mismo avalas como correctos y verdaderos todos esos comentarios para justificar que te detendrás, que mejor dejarás de escribir.
Cómo superar el intrusismo Profesional
¿Te pones a aceptar los juicios de otros sin evaluarlos?
Si analizamos bien las ocasiones en que aceptamos la crítica de los demás como argumentos para no continuar con nuestra labor, o para no poner en acción nuestro plan o nuestro proyecto, nos daremos cuenta que además de tomar como válidos todo esos argumentos negativos, también estamos buscando una justificación para no seguir avanzando, para casi demostrarnos a nosotros mismos que los demás (cualificados o no) certifican nuestra parálisis,
de esta forma compramos como aceptable que los otros ven con buenos ojos que hagamos las cosas a su estilo, como ellos dicen que debemos hacerlo, o para que aplaudan la inacción que esperan de nosotros.
Yo afortunadamente he conocido a gente ejemplar que ha hecho caso omiso a las opiniones de los otros que les decían que no podían hacer eso de tal forma, o que no podían intentar tal cosa.
Seguramente tú al igual que Yo habrás sido testigo de cómo un amigo o un conocido tuyo que no era exactamente el más atractivo entre los hombres, uno más bien calificado como feo, se acabó casando con una de las chicas más guapas de tu pueblo, a pesar de que todos le decían que iba a ser olímpicamente rechazado por ella.
Casi te aseguro que conoces a una persona que no es precisamente quien cuenta con el mayor número de estudios ni distinciones académicas, pero que tuvo el arrojo de ponerse en contacto directamente con el magnate o el Director de tal Empresa para ofrecerle sus servicios profesionales,
y a pesar de que todos le decían que ni lo intentara porque no le iba ni siquiera a tomar la llamada, acabó siendo contratado en esa empresa.
Mientras uno es más joven, más difícil encuentra el poder hacer caso omiso de las críticas negativas y destructivas de los demás.
Pero, desde la escuela y hasta el trabajo profesional también he ido descubriendo que es posible aprender a filtrar las críticas y ponerse a actuar, o
a mejor desarrollar eso en lo que uno cree, o
a entregar ese trabajo que realmente importa,
o ese escrito en el que uno tiene fe,
a enfrentar a los críticos y proponer tal idea;
a defender el proyecto en el que uno lleva tanto tiempo trabajando
o a crear y producir un “ALGO” que considere valioso para facilitar la vida de los demás, a pesar de que otros te juzguen porque no cobras por éste, que ¿para qué lo haces si no estás ganando dinero?
Este tipo de comentarios o críticas endebles no hablan de ti,
hablan más bien de la pequeñez de quienes los esgrimen, porque se están proyectando, así reflejan sus propias carencias y dejan claro que no desean ver que tú te superes.
Ante el vendaval de críticas que seguramente te llueven,
al igual que a todos los que intentan proponer cualquier cosa, Yo he aprendido que uno tiene que ubicarse, enfriar la mente y diferenciar claramente entre dos cosas:
Primera. Una cosa es vencer la oposición de los demás, lo cual al principio no es fácil.
Segunda. La otra cosa quizá más importante sea lograr vencer tu propia resistencia. La resistencia esa voz interior que te dice que tú no vales, o que tus propuestas no están a la altura, o que no puedes ni debes hacer tal cosa, porque no tienes seguridad de que sea bien vista.
Al aceptar como buenas o como correctas las críticas o juicios acerca de ti o de tu trabajo le estás dando un poder a quien te las hace, el poder de decidir por ti tu siguiente acción.
Ignorar las críticas es complicado, sobre todo las que no nos favorecen.
Y creo que algo que tampoco ayuda mucho a superarnos es la sed de aceptación de los demás, esa necesidad de ser permanentemente reconocidos, de buscar la aprobación del máximo número de personas, de incluso pedir que le aplaudan a uno o que nos califiquen positivamente, o que nos regalen cinco estrellas, o solicitar encarecidamente que nos den likes, o creer que tener miles de seguidores es encomiable.
Criticar Constructivamente como ejercicio de Creatividad
Recibir críticas negativas y hasta destructivas también es positivo
desde la perspectiva que te indica que tu trabajo está siendo ya considerado por otros, eso te da luces de que formas parte en la vida de otras personas, aunque sea para que te critiquen.
Lo interesante sería poder aceptar los juicios de otros para utilizar esas críticas a nuestro favor, y aprender de cada comentario por destructivo que sea, porque de éstos siempre se podrá rescatar algo verdadero por mínimo que sea, para tratar de cambiarnos y mejorarnos.
“El que tiene fe en sí mismo no necesita que los demás crean en él”.
-Miguel de Unamuno