Por escrito se asume un riesgo
Hace algunos años llegó un nuevo CEO o Director General a la empresa donde yo trabajaba.
Se especulaba mucho acerca de las causas de su incorporación, pocos lo conocían en el medio.
Si que se hablaban cosas de él, algunas malas, pocas buenas, y aunque casi no conocíamos al personaje los rumores no paraban.
Hoy y entonces podríamos clasificar a esa empresa como grande, grande tanto por la cantidad de empleados que tenía como por el tamaño de su facturación.
Al poner por escrito una propuesta se asume un riesgo
En vista de las dimensiones de dicha compañía no era imposible pero sí muy complicado asumir que el nuevo CEO se pudiese presentar “en persona” con todos y cada uno de sus nuevos subordinados,
así que el flamante Director General optó por enviarnos a todos un e-mail corporativo donde se presentaba brevemente, y allí exponía algunos puntos de lo que esperaba de la empresa y de él mismo.
¿Cuáles son las funciones de un CEO o Director General?
En vista de que el documento nos fue enviado en un formato tipo boletín a través de un canal corporativo –de un Intranet-, esto le confería la etiqueta de “documento oficial de la empresa”, el cual pretendía ser una como especie de ‘manifiesto de intensiones’ las cuales exponía públicamente.
Hasta aquí todo parecía un comunicado normal,
pero llegado el momento de comentar la misiva entre los compañeros de la empresa, era notorio e inevitable darse cuenta de que el escrito había causado un sinfín de críticas entre todos los empleados.
Durante varios días se estuvo comentando el boletín y hasta discutiéndose la forma y el fondo del mensaje, incluso se cuestionaban las capacidades ejecutivas del nuevo Director General.
Por razones de ética, yo no voy a mencionar el nombre de la empresa ni el del CEO, y aunque tuviera el susodicho E-mail en mis manos tampoco lo compartiría aquí,
pero me voy a limitar a recordar generalidades de los comentarios que escuché acerca de la carta y propondré una pequeña reflexión personal acerca de la importancia de poner las cosas por escrito, donde siempre se asume un riesgo.
Entre los comentarios, justos o injustos, justificados o no, en términos generales se comentaba que:
A) En cuanto a su forma estaba mal escrito
El documento dejaba ver una serie de carencias literarias. Su estilo no estaba muy bien estructurado ni pulido, se notaba que no había sido revisado por asesor alguno.
El texto estaba escrito en un tono demasiado llano, directo e informal.
B) En cuanto a los objetivos que esperaba de la empresa y de sí mismo
No dejaba claro a dónde quería llegar.
No era concreto en cantidades, proyectos, montos, ni establecía puntos de referencia,
simplemente se limitaba a afirmar que vería y vigilaría que el esfuerzo combinado de todos arrojara mejoras significativas para los clientes, los accionistas, los empleados así como para todas las áreas operativas de la empresa.
No quiero profundizar mucho en las críticas,
pero en general se especulaba que la calidad del documento sería reflejo de la gestión que estaba por comenzar el susodicho ejecutivo.
Por lo visto ya se estaba juzgando el futuro rendimiento del personaje solo por haber leído -o medio leído en algunos casos- una carta de intenciones acompañada de un saludo.
Yo en lo personal creo que no se puede juzgar el rendimiento profesional de nadie solo por el hecho de haber leído uno de sus escritos,
y esto es un debate que cada vez tendrá menos importancia entre los “especialistas en recursos humanos”, ya que dadas las circunstancias actuales de la macroeconomía son un gremio en extinción, me refiero a los reclutadores, cazatalentos y gestores de personal.
En otro ámbito del mismo tema,
y disculpen que seguido me pase a contar casos deportivos, si por ejemplo:
Nos ponemos a juzgar el nivel de rendimiento profesional de un Leonel Messi o de un Cristiano Ronaldo por el escrito que le envíen a sus nuevos compañeros de equipo, a su afición o a su Club,
pues casi les aseguro que si no supiéramos lo buenos que son en la cancha diríamos que seguramente son malos para jugar fútbol, y que no van a dar el ancho durante la temporada.
La escritura y la práctica del fútbol son eventos mutuamente excluyentes, porque el resultado y dominio de uno no depende del otro.
Y, en muchos casos sucede lo mismo, especialmente en el mundo empresarial,
el estilo de escribir poco tiene que ver con la eficacia profesional del individuo en cuestión, y viceversa.
Luego, sí quiero puntualizar que aunque el contenido de un texto no sea un elemento definitivo para juzgar el rendimiento profesional de su autor, si cabe decir que eso que escribe una persona -como una de sus cartas o un Email- sí que puede reflejar en gran medida el nivel de profesionalismo de quien lo escriba, ¡claro que sí!
Un texto puede reflejar una buena o una mala preparación del autor, tanto a nivel literario como técnico.
Una carta puede mostrar un alto o un bajo nivel cultural.
Un escrito puede proyectar la generosidad o la miseria de una persona,
Determinado comunicado puede descubrir a ‘un ejecutor’ o a ‘un ejecutivo nato’, y también a ‘un charlatán’, por eso, entre otras cosas, al proponer un escrito se asume un riesgo.
Un correo electrónico puede imponer respeto (por su seriedad, por su educación y por el peso de su contenido),
o en su caso puede producir indiferencia (por su vaguedad, por su informalidad, por su mediocridad),
pero eso solo dependerá del estilo y calidad particular de quien lo escriba.
Muchos autores han escrito muchísimo acerca de la vida Steve Jobs, quien como sabes fue CEO de Apple, pero él en lo particular no era un prolífico escritor, ni lo necesitaba para cumplir con sus funciones, para eso contaba con asesores.
7 Conceptos de Steve Jobs para Impulsar la Marca Personal
Si la buena y correcta escritura estuviese asociada con una destacada gestión ejecutiva, entonces el escritor Arturo Pérez-Reverte sería CEO de Google en lugar de Sundar Pichai,
y la notable escritora Almudena Grandes sería Directora Operativa de Facebook en lugar de Sheryl Sandberg.
Como profesionales hay que asumir que el hecho de escribir un texto, el que sea, un e-mail, un artículo, una entrada en un blog o un libro siempre acarreará críticas, tanto positivas como negativas,
y en tono constructivo o en determinado caso destructivo,
y ¿porqué?
Porque es inasumible e iluso pensar que cualquier cosa que se escriba caiga dentro del gusto de la mayoría.
Se podría decir que al momento de escribir un texto uno tiene que asumir varios riesgos,
y el riesgo principal es el de no gustarle a la mayoría, de no ser aceptado, de ser criticado.
Además, todo escrito también enfrenta el peor de todos los riesgos:
«El riesgo de toparse con la indiferencia, que Yo diría que casi es peor que el desprecio».
Ahora, quiero enfatizar que la escritura especializada dentro de un gremio en particular conlleva una doble exigencia:
doble porque es deseable que esa propuesta por escrito cumpla
PRIMERO con una buena ejecución desde el punto de vista literario (para que su lectura tenga fluencia y refleje una buena imagen del autor)
y SEGUNDO para que aporte un contenido enriquecedor desde el punto de vista técnico (para que su lectura sea útil, interesante y hasta amena).
Se puede afirmar que quien sabe escribir cumpliendo con estos dos elementos tiene mucho mayores posibilidades de ser aceptado y reconocido en su medio, mucho más que otro que proponga un texto menos ortodoxo.
Yo me doy cuenta que debido a todas estas digamos críticas severas hacia comunicados, correos electrónicos, entradas de blog y diversos escritos es por lo que muchos se detienen de escribir.
Y la verdad es que nadie lo hace bien a la primera, como toda habilidad es necesario escribir como práctica constante para ir mejorando en cada texto.
Si escribes algo, lo que sea, debes asumir que te juzgarán, eso es inevitable,
y muchas veces sin apenas leerte te reprobarán hasta por el tipo de letra que usaste, o por la plataforma en donde publicaste, o por la forma de compartirlo.
Por esto, se podría decir que el acto de poner las cosas en negro sobre blanco es un acto casi de valentía.
De valentía porque allí uno plasma sus errores para la posteridad, para que todos los vean y los juzguen, para que nos acribillen y critiquen más allá de la sintaxis y la ortografía:
-Fulano tuvo una falta de ortografía y escribe con desorden, y ¿Por eso ya es un mal profesionista?
En el caso del CEO que les comenté al principio, en lo particular creo que estuvo bien que nos enviara su carta, a pesar de sus imperfecciones.
Fue correcto que ese CEO hiciera su propia carta en lugar de que alguien más se la escribiera, además asumió un riesgo:
Tuvo el arrojo de enviar su texto a un gran grupo de desconocidos,
y a pesar de algunas carencias de forma, al fin y al cabo “lo hizo”, “escribió sus ideas y las envió” y le puso fecha de publicación.
Por allí mismo, por esa misma empresa pasaron varios CEO’s que no tuvieron la delicadeza de enviar un solo comunicado por escrito, ni siquiera de felicitaciones por Navidad, y entiendo que consideraban que con el escrito se asume un riesgo innecesario de tomar, para no tener posibilidades de fracasar.
Aunque con un escrito se asuma un riesgo, siempre es mejor hacerlo
Yo digo que entre evitar la molestia de escribir o decir las cosas hablando, siempre es mejor escribir cada propuesta (aunque esto implique mucho trabajo),
porque al poner las ideas por escrito uno no solo se enfrenta a los demás sino a uno mismo,
porque solo así se marca una referencia en el tiempo,
una referencia que sirve de comparativa para medir el progreso del individuo;
así es como se deja un legado, más que hablando e incluso más que grabando en audio o en vídeo, porque estos formatos no indexan sus contenidos por completo en los buscadores.
Entonces, el acto de escribir que pone visible una fecha de publicación refleja la regularidad y consistencia del autor,
porque escribiendo se deja una huella.
Escribiendo se marca un rastro, se impone un hito, se delimita un período,
esto de alguna manera es una forma de dejar un legado, y no quiere decir que sea un legado apreciable o admirable, pero al fin y al cabo es un legado porque queda para siempre.
Escribir un texto y publicarlo es como comprometerse con uno mismo,
porque es como plasmar los objetivos y aspiraciones que tenemos como balizas de señalamiento, para recordar, revisar, retomar y actuar en consecuencia,
por eso escribir un texto y publicarlo es de valientes,
porque en función de ese texto se juzgara al autor.
El escrito es un elemento que será utilizado de base para que se rindan cuentas.
Cada escrito que hacemos es parte de nuestra propia historia, de nuestro personal ‘saber hacer’, es una referencia de nuestra actuación, es una marca que vamos dejando en el terreno;
y hay marcas que se dejan en la arena, en el pasto, en lodo o en piedra, unas durarán solo un par de inviernos y otras quizá perduren por algunos siglos, aunque solo sea para criticarlas.
“Existe gente que está llena de sentido común que no le queda el más pequeño rincón para el sentido propio”.
-Miguel de Unamuno