Tus preguntas hablan de ti | 674

Háblame de ti durante una entrevista de trabajo | Cómo plantear preguntas inteligentes | Las preguntas mejoran tu imagen y marca personal | Tus preguntas hablan de ti | Cómo hacer preguntas para que me acepten | Que pregunta debo decir en una entrevista o junta de trabajo
Tus preguntas hablan de ti | Cómo mejorar tu Marca Personal haciendo preguntas | Por: Gustavo Pérez Ruiz.

Tus preguntas hablan de ti

Todos hacemos o planteamos preguntas. Preguntar es uno de los actos más normales a la hora de hablar.

Cuando empecé a cuestionarme:

-¿Para qué hacemos preguntas? y

-¿Cómo nos vemos haciendo preguntas?

lo primero que se me vino a la mente es que lógicamente hacemos preguntas para enterarnos de las cosas, para obtener respuestas, para aclarar dudas, para ganar conocimiento, para salir de la ignorancia, claro en un asunto en concreto.

Antes de ponerme a analizar o si cabe filosofar acerca del tema de hacer preguntas o cuestionamientos, en lo personal me inclinaba a pensar que quienes hacemos preguntas generalmente las planteamos porque desconocemos un asunto,

pero además también preguntamos para satisfacer una sed de conocimiento, esto en la escuela es de lo más normal, le preguntamos al profesor:

¿Cómo ha resuelto tal problema matemático?,

y él o ella nos lo aclara las veces que sea necesario hasta que podamos entenderlo por nosotros mismos.

Las preguntas hablan e invitan a tomar acción

Se supone que quien hace una pregunta, en principio desconoce la respuesta, pero en el mundo académico y por supuesto también en el profesional muchas preguntas se plantean cuando ya se conoce la respuesta o gran parte de ésta,

y esto se hace con el fin de provocar que quien responda actúe de una forma determinada tomando acciones precisas, para incidir en su mentalidad, para instarle a pensar por sí mismo, para conminarlo a cambiar de decisión o de criterio, y en algunos casos hasta para darle una orden,

¡SÍ!, la pregunta viene a sustituir a una orden de mando.

Entonces, las preguntas no solo se lanzan para encontrar respuestas o iluminar el conocimiento personal, el hecho de hacer preguntas, de plantearlas de forma adecuada también beneficia nuestra marca personal,

y, si esas preguntas no son apropiadas o planteadas indebidamente en el momento menos indicado también pueden causarnos un daño, porque reflejamos una imagen que quizá no nos gustaría proyectar.

Nuestras preguntas hablan por sí mismas de nosotros, y la forma y fondo en que las planteemos pueden beneficiarnos o en su caso perjudicarnos, y ahora verán por qué.

Es posible que estés en una reunión de trabajo, o en una entrevista de empleo, de ti se espera que como profesional plantees cuestionamientos, de preferencia que sean inteligentes, o que lances preguntas que hagan entender a los demás o a tu entrevistador en su caso que te has preparado muy bien y que solo te falta completar un pequeño trozo de información.

Pero, si haces preguntas de cosas básicas, de conocimientos que de ti se esperan que sepas como mínimo porque son del tema que se supone dominas, eso se notará, y no te deja bien parado.

Se dice por allí que es mejor hacer preguntas tontas antes que quedarse con grandes lagunas,

y eso está bien para la escuela, pero si estás en un medio donde de ti se requiere el dominio de una materia que te corresponde en su totalidad, entonces cada una de tus preguntas hablará de tu buena, regular o mala preparación.

Nadie nace sabiendo, ni tampoco se espera de nadie que domine todo el conocimiento

Pero en tu caso, como profesional de una disciplina, como conocedor de una materia, como especialista en un tema, prácticamente debes hacer preguntas para visualizar el grado de conocimiento de los demás y también del tuyo, pero no para dilucidar cosas básicas de tu tema.

Si por ejemplo en una reunión entre ingenieros de diversas disciplinas, donde hay mecánicos, civiles, eléctricos o de programación, de ti no se espera que domines una especialidad que no es la que estudiaste,

pero si haces alguna pregunta de un tema de tronco común, de un tema que todos deberían saber no importando su especialidad, estarás reflejando graves carencias, porque en este caso tus preguntas te descalifican.

Las preguntas hablan también de tu implicación y pasión

Por otro lado, si te están entrevistando como candidato para entrar a trabajar a una compañía, o si en su caso ya trabajas allí pero te están evaluando para ver si puedes tomar más responsabilidades y de repente preguntas:

-¡Que!,  ¿hay mucho trabajo?
¿Es necesario que me quede horas extras en la oficina?
¿Me darán oportunidad de llevarme trabajo a casa?

Es probable que seas eficiente en tu trabajo y no necesites trabajar tiempo adicional, cosa que te preocupa, pero independientemente de eso, este es el tipo de preguntas demuestran tu indiferente pasión por el trabajo,

son cuestionamientos que podrían proyectar tu falta de compromiso con la consecución de objetivos, o tu carencia de empatía, o tu poco profesionalismo.

Tus preguntas hablan de tu capacidad para convencer

Hay momentos en que dependiendo de las circunstancias de una conversación, o de una entrevista, o incluso de una charla informal no se llegará a un entendimiento mutuo.

En esos casos, algunos ejecutivos dicen que «es mejor callar», «guardar la lengua».

Dice un dicho que:

“En boca cerrada no entran moscas”,

otro refrán popular dice que:

“El Sabio calla”.

Si, es probable que en momentos donde una plática se convierte en un estira y afloja de ideas, donde no se están alcanzando acuerdos, denominadores comunes o puntos de encuentro sea mejor callar,

pero en estos casos es donde sales peor parado si te callas, más que tratar de convencer con argumentos bien estructurados donde quizá no te quieren atender o hacer mucho caso,

Es mejor que plantees preguntas inteligentes en relación a los temas que otros proponen y en los cuales encuentras poco o nulo sustento, porque así encontrarán más difícil responderte para justificar y construir sus argumentos.
Por ejemplo:

Si tu contraparte sostiene -sin grandes argumentos- que para concluir el proyecto hay que comprar determinado sistema, más que luchar en señalarle los fallos del sistema que defienden, plantéales:

-Ese sistema suena muy interesante, pero ¿Cómo funciona exactamente y cómo podría implementarse para nuestro proyecto?
De esta forma no estás reprobando los otros argumentos, cosa que de entrada podría irritar a cualquiera,

solo les estás invitando a que expongan en amplitud aquello que tú ya sabes que no podrán explicar con claridad por falta de recursos, en ese caso realmente los estás invitando a que expongan su incompetencia.

Plantea preguntas proponiendo respuestas que hablan de tu saber hacer

En otras ocasiones es probable que te veas en una junta donde reine el desorden por falta de propuestas y soluciones.

En un caso así con tantas discrepancias, más que intentar convencer a todos de tus grandes ideas o de tus efectivas soluciones,

lo mejor es hacer una pregunta donde propongas clara y estructuradamente las respuestas, ¡tus respuestas! para empujar a los demás a seleccionar una de tus ideas, o en su caso para obligarlos a pensar o buscar una respuesta adicional a las tuyas, por ejemplo:

-¿Qué alternativa de solución prefieren, “A” que cuenta con alfa y omega (explicando alfa y omega en amplitud), o “B” que tiene como características equis y zeta (y también las aclaras)?

Si estás seguro que «A» y «B» son prácticamente las únicas respuestas viables, estás conminando a que invariablemente contesten a tu favor, o en su caso a que propongan otra respuesta «C», de la que al final se tendrán que hacer responsables si es que llega a progresar como solución.

Lanza preguntas que inviten a la reflexión

En otros casos las preguntas conducen a quienes las responden a darse cuenta de situaciones que no se hubiese cuestionado por sí solos, como por ejemplo:

-¿Cómo creen que los vecinos de la zona se vayan a tomar el hecho de cerrarles la calle?

Los constructores de la obra daban por hecho que los vecinos usarían un camino vecinal que es malo y generará mucho tráfico.

Con la pregunta los pones a pensar para buscar otra alternativa para los vecinos del lugar, y esta es una forma de darles prioridad, porque se piensa en su bienestar.

Entonces, las preguntas también nos ayudan a que otros encuentren las respuestas adecuadas para todos.

Las preguntas hablan y también dan órdenes precisas

Preguntar también es una forma de proponer, y en algunos casos preguntar es hasta una forma de dar órdenes sin tener que exigir.

Es mucho más sutil hacer preguntas para mandar directrices que decir:

“Haz esto y envíamelo a más tardar el viernes?”, o

“Entrega tal cosa para tal fecha”.

Preguntar para ordenar es una forma más incluyente y generosa que provoca hasta camaradería, como por ejemplo:

-¿No cree usted que sería conveniente tener esto terminado antes del fin de semana?

Obviamente te tiene que responder que ”Sí”, porque ”No” es una respuesta inasumible para un profesional.

Yo me acuerdo que un jefe me solía hacer preguntas de este estilo acompañadas de una gran sonrisa para presionarme a imprimir más esfuerzo sin tener que darme órdenes ni amenazas:

¿Qué piensas que dirá la Dirección General si terminamos el proyecto unas dos semanas antes del límite que nos plantearon?

Yo le respondía:

«Probablemente nos tomarán en cuenta para otras responsabilidades. Podrían adelantar la inauguración. Venderán locales más pronto, etcétera».

Y, me decía:

«Pues ya los has dicho. ¡Que así sea!

Las preguntas que haces hablan de tu marca personal

Hacer preguntas, como lo dije al principio, no solo refleja desconocimiento, las preguntas dicen mucho más de tu persona y de tu actitud, incluso demuestran lo que puedes hacer por los demás o por una causa.

El que hace preguntas muestra su disposición, su carácter, también su grado de implicación e interés.

Quien no hace preguntas -por el contrario- demuestra indiferencia, soberbia, desinterés, y hasta inseguridad.

Muchos no preguntan por miedo a exponer su ignorancia.
¿Cuántas veces no te dicen los compañeros de la escuela o del trabajo “pregunta tú tal cosa”?

Hacer preguntas también nos hace llamar la atención, en el buen o en el mal sentido, por ejemplo:

Al terminar un seminario que impartió un conferencista.

Allí, en varias ocasiones, muchos se muestran un poco reacios a hacer preguntas.

Si tú eres el único que alza la mano y plantea una pregunta que provoque más preguntas, pero esta vez dirigidas hacia ti te puede hacer destacar, como por ejemplo:

¿Cómo piensa que se podría aplicar su teoría de productividad en un negocio con tantos consultores externos?

En ese caso, probablemente el conferencista te responda con otra pregunta:

-¿Cuál es tu negocio?
¿Porqué contratas a tantos consultores externos?

Este intercambio de preguntas iniciado por ti, expone ante todos tu perfil y también el de tu empresa, te convierte como en un protagonista secundario de la conferencia,

pero eso sí, evita hacerlo por lucimiento personal,

tampoco rebatas puntos,

solo plantea una pregunta específica que provoque incluso que te tengas que presentar ante todos.

Y, dependiendo de la inteligencia de tu pregunta podrías hasta sacarle alguna rentabilidad, uno nunca sabe; porque lo que sí es seguro es que si te quedas callado nadie te descubrirá.

En general, en cualquier ámbito, tus preguntas dicen si estás dispuesto a aprender o no lo estás,

y esto desde la escuela, pasando por un seminario o en una junta de seguimiento, procura no esperarte a que te digan que participes.

Si piensas que no puedes proponer algo que sea de algún interés, solo con que hagas una sencilla pregunta bien estructurada podrías abrir la puerta hacia nuevas soluciones, propuestas u oportunidades, y por supuesto que llamarías la atención positivamente.

“La habilidad para hacer preguntas es el mayor recurso para aprender la verdad”.

Carl Gustav Jung (1875-1961) | Psiquiatra, psicólogo y ensayista suizo.

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Fotógrafo: Gerd Altmann

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