¿Qué consejo le darías a la siguiente generación?
Recientemente vi por televisión el reportaje de una cadena de medios canadiense, grabado en una escuela de bachilleres en Quebec.
El rodaje se desarrolló durante una feria o jornadas de inducción a la Universidad.
Se apreciaban, como es normal en este tipo de eventos, diversos stands de algunas universidades, otros más de consultores, orientadores y asociaciones educativas, pero uno de esos stands en particular rompía toda la armonía.
En su letrero superior, el puesto señalaba:
«Por un cuarto de dólar (25 centavos) hazle cualquier pregunta a un viejo».
En dicho stand solo había una mesa y dos sillas. Una de las sillas estaba ocupada por un señor que según mi apreciación tendría unos 75 años. Se encontraba solo, sentado y leyendo mientras esperaba.
Pocos jóvenes se detenían ante el extraño y poco convencional stand, y alguno que se acercó tímidamente, antes de sentarse le preguntó:
-¿Y de cuánto tiempo puedo disponer por 25 centavos?
El señor, tranquila y afablemente le respondió:
-Bueno pues lo que sea necesario, yo aquí tengo todo el tiempo del mundo.
La pregunta del estudiante me causó una doble curiosidad e interés, pero más la respuesta del viejo, porque justo es él quien cuenta con menos tiempo por delante, «menos tiempo» entre comillas;
dada su avanzada edad se entiende que una persona mayor cuenta con una menor línea de vida por delante, y por lo mismo el valor de ese tiempo que le resta aumenta, porque cada vez se reduce más.
El joven por su parte, tiene todo el tiempo por delante y aún así preguntaba para cuánto le alcanzarían sus veinticinco centavos.
En la entrevista, el señor comentó que su función era la de un mero ‘mentor’, y él lo que quería era compartir su experiencia de muchos años prácticamente gratis.
Lógicamente no conversaba por dinero sino por el gusto de poder ayudar, de poder brindar una visión objetiva de un posible camino por transitar.
Y explicaba, que aunque tampoco se amontonaban grandes filas para hacerle preguntas, su iniciativa fue recibida con muy buenos ojos, mejores de lo que él esperaba.
Su iniciativa era tan bien vista que comentaba que las preguntas planteadas por los jóvenes no solo giraban en torno a los estudios y a sus futuros profesionales, también le hacían planteamientos acerca de su visión de otros aspectos de la vida, tales como:
¿Cómo conseguir pareja?
¿Cómo saber si su pareja es para toda la vida?
¿Qué hacer para conquistar a una chica o a un chico?
¿Qué hacer cuando uno se siente abrumado por los padres?
¿Cómo tomar una mejor decisión?
¿Qué pasa cuando uno se equivoca?
¿Cómo saber hasta dónde desarrollar una profesión si ésta no alcanza un éxito en el corto plazo?
¿Qué es mejor empezar con un empleo o lanzarse directamente al emprendimiento de un proyecto? y en su caso ¿Cómo obtener un buen empleo?
¿Cómo ganarse el respeto de los demás?
¿Cómo saber si alguien miente?
¿Si nadie me apoya con mi idea qué debería hacer?
¿Cómo puedo lograr que me escuchen con interés y sin ser interrumpido?
Todas estas son preguntas razonables en las que no solo los jóvenes, sino hasta los no tan jóvenes buscan respuestas que les den alguna luz para tomar decisiones, para seguir uno u otro camino, para saber cómo comportarse o qué hacer en determinadas circunstancias, y justo cuando esas circunstancias son críticas o escasamente favorables.
Lógicamente, los consejos no son privativos de las personas de edad mayor.
Y ya sea uno joven, maduro, viejo o anciano, los mejores consejos no necesariamente llegan de los años vividos sino de las distancias recorridas. -Gustavo Pérez Ruiz.
Las mejores sugerencias vienen de las experiencias vividas por aquellos que han superado -o no tanto- una determinada circunstancia crítica, la cual han podido asimilar con aceptación y digamos “madurez”,
para así estar facultados para poder transmitir esa vivencia de la forma más objetiva posible, evitando manifestar sentimientos de negatividad y frustración en cada consejo.
Dicen que un profesor que no ha triunfado en la vida laboral, o que no ha experimentado una total satisfacción con su ejercicio profesional, difícilmente podrá transmitir su conocimiento mientras carga con sentimientos de frustración, malogro, arrepentimiento y fracaso.
Es que, aquel que no sienta que le ha ido bien en la vida o en algo que haya desarrollado, especialmente concluyendo objetivos, difícilmente podrá transmitir un conocimiento que no solo enseñe a otros a alcanzar metas, sino a motivarlos y más que todo a inspirarlos a ponerse en acción.
La carrera de una gimnasta olímpica, por ejemplo, termina más o menos a los veinte o veintiún años de edad.
Y ,desde otros puntos de vista profesionales ésta carrera puede parecer corta , ya que a esas edades muchos jóvenes están por terminar sus estudios universitarios.
Pero desde el punto de vista atlético, una gimnasta top, una del más alto nivel puede que haya dedicado prácticamente casi toda su vida al ejercicio de esa disciplina, y seguro que durante todo su recorrido experimentó grandes fracasos, varios tropiezos, muchas dudas y por supuesto algunos éxitos.
Es probable que una gimnasta olímpica carezca de gran experiencia amorosa, es entendible que no se sienta preparada para la maternidad o que crea que su conocimiento es insuficiente para iniciar un negocio de fabricación y venta de artículos deportivos,
pero en cuanto a logro de objetivos,
en relación a transmitir su visión personal acerca de la diferencia entre voluntad y motivación es altamente factible que tenga muchísimo qué decir y compartir,
es probable que esa gimnasta tenga sobradas palabras para sugerirle a la generación que le precede esfuerzo, dedicación, sacrificio, resiliencia y adaptabilidad.
Todos tenemos algo que sugerir en función de nuestra experiencia puntual en uno o en varios temas.
Casi todos podemos aconsejar a otros fundamentándonos en nuestras propias circunstancias, en nuestros fracasos, en nuestras luchas.
Cada uno a su manera tiene, por supuesto, mucho que aportar a los demás basándose en los caminos que ha recorrido y en los hitos que ha alcanzado.
Hace algún tiempo, una persona que conozco me comentó que estaba por retirarse, y muy bien.
Él dedicó muchísimos años de trabajo a su oficio, y me comentó con un poco de pesar:
-¿Y ahora qué voy a hacer? ¿No sé qué puedo empezar? Y si no aprovecho mi tiempo creo que voy a envejecer mucho más rápido.
Para mí él se encontraba -en ese momento ideal- en el punto al que muchos empleados quisieran llegar, en la época de estar bien jubilados y disponer de todo su tiempo para ahora sí hacer lo que le venga en gana, y me preguntó:
-Oye, pero ¿Qué podría hacer?
Lo único que pude contestarle es:
-Bueno, pues durante tantos años de trabajo y cumplimiento de responsabilidades seguro que en muchos momentos te enfrentaste a problemas, o a situaciones críticas de las que de una un otra forma saliste adelante. Y, ya que me lo preguntas:
Te sugiero que busques a las personas o a los grupos indicados que específicamente puedan necesitar y apreciar tus consejos.
Te aseguro que hay muchísimos jóvenes que están ávidos de conocer tus historias de adversidad.
Ellas y ellos querrán saber cómo hiciste para superar problemas similares, cómo venciste el miedo, el tedio, la frustración; seguro querrán conocer tu opinión acerca de algunas decisiones que hoy ellos quieren tomar.
Esos jóvenes valorarán en toda su extensión cada una de las anécdotas que les cuentes, en las que incluso también hayas fracasado, porque así se darán cuenta del camino que otra persona tomó y que quizá no le funcionó, lo cual no deberán tomar como regla general pero sí que les será de gran utilidad como referencia.
Tú, amiga y amigo lector:
No importando tu edad ni tu profesión, estoy seguro que has vivido, sufrido y superado algunas circunstancias críticas, ¡y sigues allí!
Para bien o para mal tienes algo que contar y sugerirle a la generación que te precede, a la siguiente generación.
Te invito a que me compartas una recomendación:
¿Qué consejo le darías a la siguiente generación?
Envíame el consejo que tú estimes más importante para que les sea de gran utilidad a otros.
Puedes dejarme tu sugerencia en los comentarios de esta entrada del blog, también en el podcast que publico en Ivoox o enviame un correo electrónico a info@themanagerspodcast.com.
Todos los consejos que me lleguen los voy a incluir en una próxima emisión de este podcast y también los agregaré a su correspondiente entrada de mi blog. Mencionaré todos los consejos y también el nombre de su autor, y si así lo quieren también dejaré un vínculo hacia sus páginas web o hacia alguna de sus perfiles en redes sociales.
Y tú, ¿Qué consejo le darías a la siguiente generación?
“El liderazgo requiere de valor para tomar las decisiones que beneficien a la siguiente generación”.
Alan Autry | Actor, político y ex jugador de fútbol americano profesional.