La Nueva Legitimidad la dan las Redes Sociales
Por allí estamos escuchando y leyendo mucho acerca del término legitimidad en Redes Sociales. De por ejemplo la legitimidad que tienen ciertos personajes para hablar o sentar cátedra acerca de determinados temas en diversos medios de comunicación.
Por allí leí alguna crítica que decía:
“Fulano no está legitimado para hablar de tal asunto”,
“Para escuchar acerca de equis tema tiene mayor legitimidad Sutano”
¿Y eso quién lo dice, quién lo puede acreditar?.
La legitimidad en sí misma es una cualidad que hace evidentemente alusión a una condición de legítimo.
La página web significados.com define que la legitimidad es un término asociado a las Ciencias, al Derecho o a la Filosofía que designa aquello que está en concordancia con lo que expresa un ordenamiento, una ley o una norma.
Entonces, la legitimidad ocurre cuando lo que mandan las leyes o lo que dictamina una autoridad es obedecido.
Y aquí agregaría que la legitimidad tiene una “relativa aprobación” cuando lo que alguien expresa o pondera es tomado como válido por un gran colectivo.
Cuando decimos que alguien está dotado de legitimidad significa que tiene la capacidad de realizar una función pública o privada que implique ejercer el poder, mandar o ser obedecido.
Pero, la legitimidad, en el sentido que estoy buscando transmitir implica el reconocimiento, por parte de los demás, de que una persona está investida de autoridad para ejercer un cargo, unas funciones o un trabajo basado en experiencias y conocimientos debidamente avalados por otras personas e instituciones.
Casi todos entendemos desde muy jóvenes que para lograr el mínimo reconocimiento de nuestra actividad principal, ésta debe estar debidamente legitimada.
Muchos estudiantes desconocíamos que al salir de la Universidad nos teníamos que ganar la legitimidad de nuestro entorno profesional siendo proactivos, más allá de solo contar con un título en forma de papel, más que solo trabajando duro para alcanzar los objetivos sin levantar la cabeza del escritorio.
Esto es algo que nadie nos enseña, solo nos indican que ‘debemos ser excelentes en nuestro trabajo’.
Pero además de eso, y creo que aún más importante, es necesario legitimar ese trabajo, y no solo en cada calificación del desempeño anual, lo que casi siempre es insuficiente.
Para legitimarse es recomendable enviar comunicados a esos superiores que de una u otra forma sean los beneficiados de nuestro trabajo, informándoles sucintamente qué hicimos, qué mejoras logramos, qué ahorramos, que resultados produjimos y de preferencia hacerles notar cómo hemos impactado en nuestro entorno, siempre dentro de los parámetros aprobados por nuestra especialidad.
Aunque esto de informar acerca de nuestra actividad no debe ser diario, por que produciría el efecto contrario, es prudente hacer cortes al alcanzar un hito, o a la mitad de un proyecto, o al concluir un gran objetivo.
No se trata de ser cansinos con lo que informamos, ni mucho menos ser presumidos, de lo que se trata es que aquellos en nuestro entorno avalen y otorguen la debida legitimidad al trabajo que uno realiza, para que no pase desapercibido,
porque por muy bien hecho y profesional que consideremos nuestro trabajo, sino cuenta con la validación de todos los ‘stakeholders‘ (o involucrados) difícilmente progresaremos en la escala jerárquica.
Acerca de quienes buscan la legitimidad fuera de Redes Sociales, concretamente en su empresa.
Cuantos empleados de algunas compañías, que no necesariamente cuentan con títulos, acaban legitimando su actividad en base a 20 ó 30 años de continua actividad.
Su constancia, dedicación y buenos resultados avalan y preceden su trabajo.
Esto se da muy seguido en grandes empresas que respaldan y acreditan a su trabajador después de tanta experiencia acumulada.
Y como todos saben, hoy las grandes empresas tienden a no ser tan voluminosas en cuanto al número de su personal.
Muchos empleados y por supuesto Consultores independientes, que buscan la legitimidad más allá de trabajar desde el escritorio de su casa recurren a la tecnología del Internet para ganarse un reconocimiento popular en forma de aprobación.
Entonces, nos estamos dando cuenta que debemos buscar la legitimación de los demás, porque no basta solo con poseer un título profesional, o con escribir un currículum abultado, o con tener en la tarjeta de presentación un impresionante cargo de Director Multinacional de Estrategias Organizacionales y visión de Negocios.
Para contar con una debida legitimación profesional es prácticamente necesaria la aprobación de al menos un alto porcentaje de los integrantes de un medio, o de una industria.
Hoy, la legitimación tiene mayor alcance en el sentido de que muchos profesionistas la pueden obtener solo por el simple hecho de tener una gran fama o un impresionante número de seguidores en redes sociales.
¿Cómo me hago famoso?
Haciendo una similitud histórica con el inventor alemán de mediados del siglo XV, Johann Gutenberg,
podemos apreciar que al igual que la invención de su imprenta sirvió en ese tiempo para quitarle la exclusiva de la escritura a los privilegiados de diversas legitimidades o temas, como la filosofía, las ciencias y las leyes, la imprenta también ayudó a multiplicar los aspirantes a sustituirlos,
¿Y por qué?,
Porque esos aspirantes escribían con mayor alegría a sabiendas de que con la impresión de sus libros tendrían mayor exposición en las primeras librerías.
De igual forma hoy las redes sociales #RRSS han irrumpido para legitimar las voces anónimas de la gente que está al margen de los medios convencionales como la televisión y la radio.
Las redes sociales así como las plataformas de medios alternativos (como el Youtube, Instagram o Twitter) sirven de poderosas herramienta para que cualquier ‘Don Nadie’ -incluso sin la debida acreditación- pase del ostracismo a la legitimación popular, a pesar de que solo publique videos tragando hamburguesas, o fotos en traje de baño o ‘selfies‘ en los lugares que visita.
La legitimidad que buscamos en redes sociales
Hoy en día la legitimidad para hablar de un tema se gana a fuerza de tener presencia constante en algún medio, y curiosamente a pesar de que sea rechazado por una mayoría.
Este fenómeno se da porque a pesar de que amemos o denostemos a un personaje público, nosotros mismos lo legitimamos al verlo, al consumirlo, al alabarlo, al criticarlo negativamente, al señalarlo (para bien o para mal);
uno mismo ayuda al encumbramiento del personaje solo con ponerle un mínimo tiempo de atención, aunque su personalidad y contenido carezca de nuestra aprobación.
El simple hecho de ver a ese personaje público en el noticiero de la tele o en la ‘story’ de Instagram mientras hace declaraciones que consideramos detestables, lo estamos «paradógicamente» legitimando.
Así mismo, si durante una reunión presencial también hablamos en contra del personaje que nunca nos ha convencido de su valía, también lo estamos legitimando.
Lo legitimamos porque lo tenemos presente, porque lo mantenemos activo en nuestra mente y diaria conversación.
Recordarán que la brillante Primera Ministra de Nueva Zelanda Jacinta Ardern solicitó en el 2019 a todo su país e incluso al mundo, que no mencionasen el nombre del terrorista que mató a 51 personas en una mezquita de Christchurch.
Según recuerdo, dijo más o menos algo así:
-Hemos de condenarlo, pero no lo legitimemos. No lo llamemos por su nombre para evitar lo que él más quiere: «Pasar a la historia avalado por todas las menciones que hacemos de él».
Lo que sucede es que si no se habla de alguien, éste prácticamente no existe.
En general creo que aunque muchos conocen el impacto que pueden lograr con una presencia constante, tanto en medios convencionales como alternativos, la legitimidad nos la otorgan los demás, nunca uno mismo.
Uno no puede avalarse o darse legitimidad a sí mismo, ni mencionarse como el Número Uno, ni auto-procamarse como el adalid del liderazgo.
Para ganar la legitimidad popular, incluso en redes sociales, es necesario que uno cuente con la atención de un mínimo de espectadores, ya sean de los entornos profesionales más cercanos o de algún medio establecidos a nivel global.
A sabiendas de esto algunos individuos aprovechan determinados escaparates sociales, como el Facebook o el Whatsapp para ganar un mínimo de legitimidad apalancándose con la audiencia cautiva de su grupo de colegas -o amigos- que no tienen de otra mas que atender todos tus ex-abruptos protagónicos.
Si no lo sabemos ya, en general intuimos que mientras más apariciones y exposiciones tengamos mayor será el posicionamiento que podremos lograr, porque estamos teniendo visibilidad permanentemente en diversos escaparates públicos.
El exhibicionismo para ganar legitimidad en redes sociales
Este digamos ‘exhibicionismo permanente’ no significa que esa actividad y conocimiento por el que uno quiere ser reconocido pueda ser legitimada por los demás, porque es posible que se cuente con carencias e incompetencias que no nos avalen, por más que nos expongamos en fotos y videos.
El hecho de que uno salga permanentemente opinando del tema que no domina, eso no significa que sea un erudito, y menos que deba ser legitimado.
«La legitimidad del liderazgo depende de lo que un pueblo piense de sus líderes».
-Zbigniew Brzezinski | Politólogo de origen polaco