En la Milla Extra están las Oportunidades | 774

El hábito de dar la milla extra acarrea mayores chances | En la Milla Extra están las Oportunidades | Comenzar recorriendo la milla extra para estar solo | Nadie compite en ese tramo extra | El camino que nadie recorre | En el camino menos recorrido se encuentra la oportunidad | Una historia de Gustavo Pérez Ruiz | Go the extra mile
En la Milla Extra están las Oportunidades | Por: Gustavo Pérez Ruiz

Esta es la anécdota de una dinámica Ejecutiva del medio bursátil, quien trabajaba para una Casa de Bolsa en la Ciudad de México, a finales de la primera década de los 2000.

Para personalizar a nuestra protagonista, a quien no conozco a nivel personal, le cambiaremos el nombre verdadero y le llamaremos Karla.

En esos años de principio de siglo, Karla se desempeñaba como una dinámica promotora junior en uno de los equipos de corretaje para una reconocida institución financiera.

Karla tenía poco más dos años trabajando para esa Casa de bolsa, empezó justo al acabar sus estudios de economía.

Entre diversas funciones como analista y promotora de mercados,

Karla estaba habituada a comunicarse con operadores externos tanto en México como Nueva York y Brasil. Ella atendía a clientes de diversas instituciones para apoyar las operaciones de compraventa de acciones, metales, monedas y diversos productos financieros.

El balance de todas las operaciones que Karla realizaba era positivo,

me refiero a que entre comprar y vender diversos productos sus resultados al final de cada mes reportaban ganancias a la empresa.

Su éxito se debía a que era una apasionada de la información financiera,

y en una época donde el Internet todavía no despegaba como ahora, ella dedicaba muchos minutos del día investigando los mercados de acciones:

Leía reportes financieros, boletines informativos, periódicos especializados, y además, ponía mucha atención a los canales de televisión especializados en la materia, como Bloomberg, el cual transmitían en su oficina.

Como profesional dedicada al mundo bursátil, Karla aprovechaba las llamadas (o conferencias telefónicas) que sostenía con otros promotores, operadores, y clientes, con el fin de sopesar sus opiniones y hacerles preguntas acerca de los rumores y tendencias del mercado.

Le encantaba estar al día de la información novedosa e interesante que le pudiese ser de utilidad, todo para adquirir una visión general de los mercados a corto plazo, para que pudiese tomar decisiones basadas en diversas perspectivas.

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Todos los viernes, antes de retirarse de la oficina, Karla juntaba la información más interesante que había leído y escuchado y la plasmaba en una sola página, de tal forma que cada lunes, a primera hora, al regresar a la oficina, ella recordaría a qué indicadores y productos debería poner más atención. Luego, procedía a mandarle órdenes a sus operadores de piso, tanto en México como en el extranjero.

Cierto lunes, después de una reunión entre operadores junior y senior, presidida por su Jefe, el Director de un equipo constituido por nueve elementos, donde intercambiaban impresiones acerca de las tendencias y posibles movimientos de las bolsas, el jefe la llamó a solas para decirle una cosa:

-Oye, Carla, he notado que cada vez que opinas volteas a ver una hoja que traes en tu carpeta. ¿Me permites verla?

-Con gusto- le contestó- Aquí está.

Entonces le volvió a preguntar:

-Y, ¿de dónde sacas toda esta información?

Ella le explicó que durante la semana iba registrando todos los datos que le parecían interesantes basándose en diversas fuentes de información que tenía a su alcance.

-Bueno, pues me parece bien, de ahora en adelante me enviarás esta hoja por correo electrónico para que la tenga disponible en mi bandeja de entrada a primera hora de cada lunes.

Karla asintió con profesionalismo y así lo hizo. Todos los viernes, antes de salir de la oficina, le enviaba a su Jefe -vía email- lo que a sentir de ella era una extraordinaria hoja de recomendaciones.

A ella le pareció que esta era una buena forma de congraciarse con su director, aportándole “de hecho” un poco más de las funciones y responsabilidades de las que ya de por sí tenía asignadas.

Karla entendía que su superior valoraba ese trabajo como altamente útil, cosa que a ella le daba gran satisfacción.

Poco después de un año de cumplir a rajatabla con el envío de su hoja de recomendaciones,

en medio de un crack bursátil, la situación financiera de la empresa era tan difícil como todas las demás, y cierto miércoles, día 31, día de fin de mes y de pago de nóminas, Karla, junto con sus 7 compañeros de equipo, también promotores, fueron llamados para presentarse en la Gerencia de Recursos Humanos.

Allí, tristemente, vio cómo uno a uno de sus compañeros, ella incluida, fueron saliendo con su cheque de liquidación, o sea su indemnización por despido acompañada con su respectiva carta de recomendación.

La empresa determinó despedir a todo el equipo que conformaba el grupo de Karla, eran 8 (entre promotores y operadores), excepto al Director. El Jefe de todos sí logró quedarse en la empresa y lo asignaron a otro grupo de promotores y operadores.

Como era natural, Karla estaba abrumada porque no se esperaba tan mala noticia.

Claro que esta profesional conocía la situación por la que atravesaba la empresa, pero nunca se imaginó que fuera a ser uno de los elementos recortados.

Se dirigió a su casa pensando que debía tranquilizarse para enfrentar una nueva etapa, ahora como desempleada.

Karla se prometió a sí misma que no iba a angustiarse y que trataría de ordenar sus ideas para buscar nuevas oportunidades.

Estuvo algunos días preparando su currículum, también realizó algunas llamadas telefónicas con amigos y conocidos, para comunicarles su nuevo estatus laboral.

¿Llegó una oportunidad?

Justo dos semanas después haber sido despedida, también en miércoles, ella recibió una llamada telefónica.

La llamada era del gerente de recursos humanos de la empresa que la despidió, le pidió que se presentara en las oficinas para conversar.

Karla se desconcertó porque se imaginó que podrían llamarla para aclarar algunas operaciones, también abrigaba la ilusoria idea de que podrían reincorporarla a la empresa, pero esto casi lo daba por descartado.

Así que ese mismo miércoles por la tarde, asistió puntual a su cita.

Ya en el vigésimo nivel de la torre corporativa,

después de salir por el ascensor, atravesó el piso de operaciones que se encontraba totalmente desierto, en vista de la hora.

Sintió un vació en el estómago al observar de nueva cuenta el lugar en el que ya no trabajaba. Después de un suspiro, se dirigió hacia la oficina privada del gerente de recursos humanos, donde se percató que allí mismo también la esperaba uno de los directores de operaciones, a quien también conocía.

Ese Director, inmediatamente la recibió con una pregunta:

-Entonces, ¿Tú eras quién hacía esta carta semanal con sugerencias de inversión?

Karla reconoció que el documento mostrado era una de sus cartas semanales y contestó afirmativamente:

-Sí. Yo elaboraba todos los viernes ese documento para mi ex-Jefe.

El Director le pidió que le explicara cómo realizaba esas cartas.

Y allí, después de una clara exposición, pudo comprobar que Karla era la autora de más de 60 cartas con consejos para invertir en diversos instrumentos, mismas cartas que habían sido reenviadas por e-mail a todos los directores del grupo financiero, a cada director de operaciones, al director de finanzas y al director general.

¡Karla desconocía que su ex-jefe distribuía semanalmente (y a nivel personal) su carta entre todos los directivos de la empresa!

También se enteró de que varias decisiones tomadas durante el año se habían hecho en función de los análisis que ella proponía.

Allí mismo, Karla fue re-contratada, la nombraron subdirectora de análisis de mercados y le asignaron una asistenta ejecutiva para apoyarla.

Ahora se dedicaría exclusivamente a seguir investigando los mercados bursátiles, y a preparar documentos internos tipo boletines, que tenían como finalidad proporcionar información de último momento a todos los directores de la compañía, ahora dos veces por semana, excepto a su ex-Jefe, quien ya hace dos días había sido despedido de la empresa.


Hoy en día, esta práctica de enviar boletines semanales a través de correo electrónico bien podría designarse como ‘newsletter’.

Se podría decir que Karla fue una de las predecesoras del hoy popular newsletter que se utiliza en una infinita diversidad de medios y profesiones.

A lo largo y ancho del Internet existen todo tipo de newsletters, desde las que son gratis hasta las de pago, desde las que hacen aficionados hasta las producidas por profesionales de un medio.

Para concluir esta historia, quiero proponerte, desde mi particular punto de vista, una serie de premisas a manera de moraleja;

claro que es posible que tú también puedas encontrar tus propias conclusiones unas que me daría mucho gusto conocer, y puede que sea en la milla extra de oportunidades.


En la Milla Extra están las Oportunidades

MIS MORALEJAS

1. Ponle nombre a todo tu trabajo y a todo lo que hagas, hasta donde te sea posible, eso te dará visibilidad

No dejes documentos sin firma o sin iniciales, o sin al menos una nota que aclare que ese trabajo lo realizaste tú.

Ahora, si no lo elaboraste todo pero participaste de alguna forma en algún trabajo, también indica con claridad tu nivel de implicación.

Si no le pones nombre a tu trabajo cualquiera podría firmarlo como propio.

2. Uno nunca sabe para quien trabaja

En muchas ocasiones desarrollamos algunos trabajos que sentimos estériles.

Estériles porque pensamos que nadie los consume, ni los lee, ni los utiliza ni los valora.

Como consecuencia de una falta de reconocimiento, se puede llegar a pensar que lo que uno hace no aporta valor o no tiene utilidad alguna, y esto NO es del todo cierto.

A pesar de tú creas que nadie estima tu trabajo, en ocasiones te podría sorprender hasta dónde puede llegar a impactar eso que tú realizas,

como el poema que alguien publica en un libro y que se utiliza para recitarlo en lugares insospechados para su autor,

o como el artículo en un blog que nadie comenta ni comparte, pero que ha cambiado la forma de comprender determinado tema para muchas personas; personas que generalmente están agazapadas en el anonimato.

Así que, no esperes conocer a toda la gente que se beneficia de tu trabajo porque eso es imposible.

3. Nunca descartes ni desprecies lo que haces

Es cierto que en la escala más alta de los niveles jerárquicos se maneja y se distribuye la información que puede tener mayor peso en las decisiones importantes, misma información que solo se comparte entre unos cuantos privilegiados.

Pero, a un nivel más bajo, a un nivel operativo, el contacto directo con clientes y gestores cercanos (stakeholders) te da una visión más clara de las cosas, porque es como estar a pie de calle.

En algunas ocasiones, en los niveles más altos, se pierde la sensibilidad de las ideas y opiniones de los consumidores, quienes al final determinan el destino de las marcas con las decisiones que toman.

Los clientes son quienes valoran si la marca que representas es digna o no de adquirirse, o de recomendarse.

No descartes ni menos desprecies eso que haces solo porque no es adecuadamente valorado, al menos no públicamente por profesionales de altos vuelos, o por personajes distinguidos que no se bajan a reconocer ese trabajo de valor que otros “carentes de fama” desarrollan para uso y beneficio de los demás.

¿Cómo me convierto en personaje famoso?

4. Tienes que saber explicar cómo haces tu trabajo

Si en tu caso, eres jefe y, alguien más hace el trabajo que tú pretendes adjudicarte (sea tu subalterno o no, porque también puede ser un consultor externo) vas a tener muchas complicaciones a la hora de dar explicaciones acerca del origen y desarrollo de ese trabajo.

El Jefe de Karla no podía justificar todo el trabajo que ella había hecho, porque ni siquiera se dignó participar con una sola opinión; para él resultaba imposible sustituir el conocimiento y gran dedicación que Carla imprimía en cada boletín de sugerencias.

5. En la milla extra es donde surgen las oportunidades

Cuando todo mundo ha dejado de proponer alternativas de solución y tú alzas la mano para exponer tu idea, allí puedes abrirte una puerta de oportunidad.

¿Qué implica alzar la mano?

Al darle a tu cliente más de lo que esperaba, justo cuando tu competencia se limita a dar solo lo que casi todos ofrecen, es probable que eso acarree beneficios inesperados para tu marca.

Dice una frase en inglés, que me parece haber sido pronunciada por el Doctor Wayne Dyer, que:

«La milla extra, es el lugar donde ya nadie sigue corriendo (y se dan las oportunidades)».

En la milla extra es donde surgen las oportunidades; y surgen porque en ese tramo que nadie quiere transitar el camino está más despejado; allí en la milla extra no hay tráfico ni estorbos.

La milla extra se recorre con más facilidad y por lo mismo allí puedes llamar la atención,

y llamarás la atención porque casi nadie desarrolla esa distancia adicional, la mayoría se limitan a lo mínimo indispensable, a dar réplicas de los que otros producen, a repetir lo que otros también dicen, a hablar de lo mismo que todos presumen.

En la milla extra se propone un servicio diferente, un producto novedoso, una forma de hacer creativa y constructiva como ninguna otra.


“Uno de los principios más importantes del éxito es desarrollar el hábito de recorrer la milla extra”.

-Napoleon Hill | Piense y hágase rico

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Imagen de Pixabay.com libre de Derechos de Autor.
Fotógrafo: Tobias Brunner

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