Los inconvenientes de hablar de más | 775

Hablar menos y escuchar más | Conoce las desventajas de hablar de más | Los inconvenientes de hablar de más | Cuando nos vamos de la lengua | Prudencia al hablar | Los problemas de hablar mucho en el trabajo | Las imprudencias que decimos en el trabajo y con los amigos | Los problemas de no sabar comunicar ideas | Cuando hablamos más de la cuenta
Los inconvenientes de hablar de más | Artículo de: Gustavo Pérez Ruiz

Mariana es una chica a quien le gusta conversar y hablar de muchos temas de la vida, pero muy en especial acerca de su vida.

En una ocasión, durante una reunión informal, entre compañeros de trabajo, ella hizo un imprudente comentario.

Mariana les comentó que su familia tenía mucho dinero, que todos vivían holgadamente administrando varios negocios; parecía que se regocijaba informando que sus padres y hermanos tenían la fortuna de ser dueños de varios y exitosos negocios.

Poco tiempo después de esa conversación, la empresa en la que Mariana trabajaba pasó por una dificultad financiera, así que se vieron forzados a hacer algunos recortes de personal.

Uno de los ejecutivos de recursos humanos tomó la decisión de ponerla en la lista de despidos.

Este ejecutivo incluyó a Mariana en ese grupo porque consideró que al ser despedida su seguridad personal no empeoraría gravemente, dada su acomodada situación familiar.

Aunque “ejecutivamente hablando” ésta no es una causa justa ni correcta para seleccionar a quién se despide,

porque en aras de hacer lo mejor para la empresa, se debe decidir en función de la productividad del elemento no de su situación familiar, el directivo decidió su destino inmediato, con mayor tranquilidad, a sabiendas de que ella no tendría problema alguno en ingresar a las filas del paro, y hasta dijo:

“Ella no tendrá ningún problema; en último caso trabajará en alguna de las empresas de su familia”.

¿A quién despedir primero? ¿Un dilema moral o ejecutivo?

Allá por el siglo XXVII, el naturalista británico John Ray dijo que:

“La persona que habla mucho se enfrentará con grandes inconvenientes al contar sus propios secretos y los de otros”.


Los inconvenientes de hablar de más

En general sentimos y pensamos que las personas que son más comunicativas tienen mayores posibilidades de caer bien, nos parece que transmiten mejor su mensaje, como que tienden a conectar naturalmente con otros y hasta puede que vendan con mayor facilidad.

Por otro lado, intuimos que quien demuestra un estilo recatado y callado, puede proyectar que es más introvertido, más tímido, o que solo habla en los momentos donde juzga que debe hacerlo, quizá expone su punto de vista solo hasta haber realizado un análisis más minucioso.


Jalil Gibran, el reconocido poeta y novelista libanés, dijo esta curiosa frase:

“El silencio lo he aprendido de los habladores, y a todos esos maestros les estoy muy agradecido”.


No considero, desde mi particular punto de vista, que la persona que hable mucho sea mejor, más eficiente o más inteligente que la que hable menos, y viceversa tampoco.

Creo que mientras todos sean moderados dentro de su estilo, a todos nos agradan ambos tipos de gente, los que comunican alegremente (sin predominar en las pláticas), y también los que callan (pero escuchan);

si porque mientras callen porque divagan o piensan en otra cosa, eso nunca contribuirá al establecimiento de una buena comunicación, ni mucho menos sienta las bases para una buena relación.

En este sentido, el escritor y profesor de budismo Frederick Lenz ha expresado que:

“Las personas que son humildes no hablan mucho, más bien escuchan”.

Inconvenientes de hablar de más innecesariamente

En el caso de Mariana, personaje a quien por ética le cambié el nombre, una dedicada y eficiente profesional, también extrovertida y agradable a la hora de comunicarse, cometió la imprudencia de hablar de más.

Tal como a cualquier individuo, a Mariana le pareció fácil informar de su afortunada situación familiar; este es uno de los graves inconvenientes a la hora de hablar.

Dado que no estuve presente en esa charla, me parece que ella, quizá, no tenía intenciones de presumir. Pero nunca se imaginó que alguno de sus comentarios fuese a trascender de tal forma que la consecuencia directa de su indiscreción sería su despido de la compañía, cosa que ella no deseaba en lo más mínimo.


Al escritor irlandés George Bernard Shaw se le atribuye, casi con certeza, la siguiente frase:

«El problema con esa persona es que le falta el poder de la conversación, pero no el poder del discurso» (o de hablar mucho).


Pienso que a la hora de hablar tenemos que ser SE-LEC-TI-VOS.

No todas los temas ni todas las ideas son apropiadas para todos los ambientes.

Determinados asuntos e información tienen que ser expuestos e incluso sometidos a debate con las personas adecuadas.

Si tú por ejemplo, eres Sociólogo de profesión, no esperes que la mayoría de la gente esté muy receptiva a la hora de que les esboces tus opiniones, especialmente si lo haces de forma abstracta, utilizando lenguaje técnico que requiere una serie de conocimientos o prerrequisitos necesarios para poder entenderte.

El escritor Antonio Escohotado comentó en alguna entrevista que su libro “Los enemigos del comercio: Una historia moral de la propiedad” tendría poca acogida, y agregó:

“Tengo muy pocas oportunidades para hablar acerca de su contenido, y no espero que se venda gran cosa, a lo mucho lo comprarán unos diez catedráticos universitarios, para su biblioteca personal».


Cuando a nivel informal platicamos alegremente, y también a nivel formal, de un tema que nos encanta, llegamos a estar tan cómodos hablando que relajamos nuestros criterios personales (estos son inconvenientes al hablar).

Además, también podemos sobrepasar los parámetros convencionalmente aceptados, llegando a decir cosas que no deberíamos dado lo inadecuado del lugar, o del ambiente en el que estamos, o soltamos comentarios indebidos en grupos inapropiados para el asunto que exponemos.


El músico y compositor estadounidense, Brian Wilson, dijo alguna vez que:

“Solo soy una persona tímida y retraída. A veces me pongo de muy buen humor para hablar, pero no muy a menudo”. -claro, porque se cuida de los excesos de la lengua, para luego no lamentar algún comentario-.

Lo peor de todo es que hoy en día no solo nos podemos equivocar haciendo un comentario desafortunado, hecho que por sí mismo quedaría solo en eso, en una anécdota que con el tiempo se podría esfumar, porque las palabras se las lleva el viento, sino que llegamos a la imprudencia de grabarlo en un mensaje y enviarlo por Whatsapp, para que incluso se redistribuya.

En otras ocasiones soltamos nuestro comentario en una conversación pública, como durante una conferencia Online, una que muchas veces es grabada, y esto puede acarrearnos consecuencias negativas para nuestra imagen.


Entre los periodistas españoles existe una frase recurrente que dice que:

«No hay político que pueda superar cuando le tiren de hemeroteca”.

Esto quiere decir que hoy en día, un político hace normalmente declaraciones contundentes acerca de un tema, y su postura es generalmente rígida en torno a una línea de pensamiento, o afín a una corriente determinada,

y esta postura puede tener, en la mayoría de las ocasiones, contradicciones e inconsistencias a la hora de compararla con sus propias declaraciones del pasado, unas que han sido grabadas y/o registradas en otros medios, tanto en audio como en video.

Esta «al parecer» falta de criterio, proyecta que la persona cambia de idea, o de concepto, solo para adecuarse a las condiciones que más le convengan.

Esto en el caso de los políticos, y también de los demás, pero no indica que evolucionen de pensamiento, o que progresen aceptando que sus posturas estaban equivocadas.

Estos cambios solo demuestran que el personaje muta, o se mimetiza con otra corriente solo para su conveniencia, porque eso lo beneficia exclusivamente a nivel personal, hecho que no lo favorece como personaje pensante.

¿Cuántas veces nos llenamos de elocuencia y nos soltamos hablando sin medir que lo que decimos puede acarrear consecuencias de las que quizá nunca nos enteraremos?

Como el video-bloguero que expresa públicamente su gran satisfacción al desarrollar un trabajo que presume como envidiable, uno que lo hace sentirse totalmente realizado;

y, pletórico comunica que su modus vivendi genera suficientes ingresos Online como para rechazar montones de ofertas de empleo, algunas con sueldos tan atractivos que le derraman el el ego por todas partes.

Aún así expresa que prefiere seguir así dando rienda suelta a su pasión, como profesionista independiente, al margen de la odiosa injerencia de cualquier Jefe.

Si eres de los que desarrollas un trabajo que llena todas tus expectativas a todos los niveles,

y además comunicas a todos que tu vida es suficiente con lo que generas Online u Offline (como sea), es muy probable que muchos interpreten que no necesitas otras oportunidades, porque tú solo te las generas.

Y en vista de que te manifiestas tan financieramente holgado, sin intereses por asumir otros roles profesionales, por bien pagados que estén, de alguna forma (si hablas de más) te podrías estar cerrando algunas puertas de oportunidad, porque hay quienes pueden considerar que no necesitas que adquieran tus productos o servicios, o que no aceptarías ni una oferta de trabajo, así provenga de Carlos Slim o de Elon Musk.

En este tema, muchos van más allá de las palabras, y con imágenes quieren transmitir que su estilo de vida es el ideal, y que al exponerse en lugares paradisíacos, o conviviendo en lugares privilegiados, no necesitan nada más, quizá solo tu dinero de consumidor para seguir soportando ese supuesto nivel de vida, uno que normalmente está artificialmente preparado.

En el lugar de trabajo existen más inconvenientes al hablar de más

Y, hablando de video-blogueros, en esta caso del bloguero Seun Emmanuel Alaofin, quien describe en su sitio web (Sea Publication) algunas de las desventajas del habla excesiva, te comparto este fragmento:

Mientras no sea tu trabajo, si hablas demasiado inspirarás jactancia.

Una de las razones por las que la gente habla demasiado es para atraer a los demás. Al hacer esto, hablan de todos sus logros, de sus admirables números y registros pasados, de dónde han estado, de cuánto valen y qué poseen -todo con el fin de impresionar-.

En muchos casos, son buenos mintiendo para que los demás puedan apreciarlos más grandes de lo que realmente son. -Los que hablan mucho no demuestran estar abiertos al diálogo ni quieren escuchar otras ideas, están más ensimismados en sus propios conceptos-.

Si hablas más de la cuenta puedes perder el respeto de los demás. Si hablas demasiado podrías revelar información innecesaria para otros y peligrosa para tus propios intereses -alguna que no te convenga compartir-.

Al hablar sin control podrías equivocarte con más facilidad, transmitiendo lo que no debes o entrando en contradicción con tu propio criterio.

En este mismo sentido, cambiar de criterio y adaptar lo que se dice a las corrientes predominantes (o mainstream como dicen en inglés), solo por conveniencia, refleja carencia de recursos intelectuales y muy en especial demuestra una ambición de dominio que poco tiene que ver con transmitir ideas bien fundamentadas.

Hablar nos mantiene ocupados de pensar y ser productivos.

Lo mejor es hablar menos mientras se hace y se demuestra más con los hechos.


“Si hablar es barato, entonces callar es caro. Y mucha gente, al parecer, no puede permitirse el lujo de comprarlo”.

-Anthony Liccione | Escritor

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Fotógrafo: Sam Williams

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