¿Qué mensaje dejarías en la botella? | 787

El mapa del tesoro en una botella | ¿Por qué lanzamos mensajes en botellas al mar? | ¿Qué mensaje dejarías en la botella? | 135-year-old message in a bottle found under floorboards | Mensaje de 135 años en una botella encontrada debajo de las tablas del piso. Artículo de Angie Brown, Reportera de la BBC Scotland, Edinburgh and East reporter | Un hombre encuentra en la playa una botella con un mensaje dentro | El plomero que descubrió una botella de whiskey con una nota dentro | La fascinación que causan los mensajes dentro de botellas de cristal
¿Qué mensaje dejarías en la botella? | Artículo original de Angie Brown, reportera de la BBC Scotland, Edinburgh and East | Traducción, Adaptación y Reflexión de Gustavo Pérez Ruiz

Recientemente, un señor escocés de nombre Peter Allan, plomero o fontanero de oficio, encontró un sorprendente mensaje escrito dentro de una botella de cristal sellada con un corcho, y no se lo encontró ni en la playa, ni en un pedral costero, ni flotando en el mar.

Esta es la historia de ese interesante mensaje en la botella.

¿Qué mensaje dejarías en la botella?

Peter Allan estaba trabajando en la remodelación de una casa victoriana en Edimburgo, Capital de Escocia, para ser más precisos en la zona de Morningside.

Iba a instalar una calefacción en el último piso de esa antigua casa mientras decidía qué tarima de madera levantaría del suelo.

Escogió aleatoriamente una tarima en particular, y al levantarla encontró que justo allí en esa sección del entre-piso había una antigua botella de whiskey con lo que parecía una nota doblada en su interior.

Notablemente sorprendido, inmediatamente la tomó y se la llevó a la dueña de la casa. Eilidh Stimpson, igualmente asombrada por el descubrimiento, esperó hasta que sus hijos regresaran de la escuela para abrir la curiosa botella.

Peter Allan, declaró a la cadena BBC de Escocia, de donde he tomado esta noticia, que todavía no asimilaba la enorme suerte que había tenido seleccionando justo el tramo donde se encontraba la botella; pudo haber seleccionado otra zona del suelo de madera, pero su decisión fue una enorme casualidad.

Y estas fueron sus palabras:

«Estaba moviendo un radiador e hice un hoyo al azar para tratar de encontrar las antiguas tuberías y allí estaba la botella, no sé qué pasó».

Peter agregó que esa habitación en particular habría estado probablemente destinada a la servidumbre que trabajaría en esa antigua casa en la época en que se construyó, estamos hablando de la época victoriana, en la segunda mitad del siglo 19.

La Señora Stimpson, la dueña de la casa, le dijo a la periodista de la BBC, Angie Brown, que cuando llegaron sus hijos de la escuela se emocionaron pensando que el mensaje en la botella podría contener el secreto de algún tesoro escondido.

Así que como pudieron procedieron a abrir la botella.

Primero utilizaron pinzas y alicates para romper el corcho, pero al parecer estaban maltratando la hoja de papel que estaba en su interior, no querían destruir el mensaje en la botella.

Así que la Señora Stimpson tomó un martillo, y supongo que con gran cuidado rompió la botella.

Ella dijo:

«Todos nos amontonábamos tratando de leer el documento que claramente parecía una nota, fue un momento muy emocionante».

Cuando por fin juntaron los trozos de papel, efectivamente encontraron una nota firmada y fechada por dos trabajadores, la cual decía:

«James Ritchie y John Grieve pusieron este suelo, pero no se bebieron el whisky. Quien encuentre esta botella puede pensar que nuestro polvo está soplando a lo largo del camino. 6 de octubre de 1887».

Este es el tipo de historias que me encantan no solo por su brevedad y entre comillas sencillez, sino también por su digamos discreta profundidad y belleza.

Desde mi particular punto de vista, entiendo que este par de carpinteros u obreros de la construcción de casas alojaron esa nota allí, confinándola en una botella en el entrepiso de parte o la totalidad de SU trabajo como una especie de firma, como el pintor que firma un cuadro, o el músico que remata su partitura con una rúbrica.

Tanto James Ritchie como John Grieve entendían con total claridad y clarividencia que su mensaje en la botella sería leído en una época futura, una en la que ellos no solo no estarían presentes por la zona de Edimburgo, sino que ni siquiera estarían vivos cuando alguien se maravillara con ese al parecer fugaz pero conmovedor mensaje.

Eso sí, tenían la firme convicción de que su gran trabajo de construcción perduraría muchos años, quizá varias décadas, de hecho más de un siglo, para ser exactos 135 años.

A mi me impresionó no solo la discreción del mensaje sino su elegante tacto y sencillez, renunciando totalmente a alardear de su trabajo, evitando toda ostentación de grandes competencias o presunción de prestigio.

Tanto James Ritchie como John Grieve sabían que no era necesario indicar que quizás ellos eran los mejores constructores de Edimburgo, probablemente los mejores instaladores de pisos hasta de toda toda Escocia y más allá, no lo sabemos.

Para ellos era suficiente satisfacción dejar allí un trabajo bien hecho, como muestra palpable de su arte para la posteridad.

Eso sí, declararon sus nombres, lo que al parecer es irrelevante, porque más de un siglo después siguen siendo anónimos si no lo eran antes ya, pero eso a ellos no les inquietaba y menos se preocupaban por su prestigio, por eso remataron la nota con esa conmovedora frase:

«Quien encuentre esta botella puede pensar que nuestro polvo está soplando a lo largo del camino».

Si, estoy seguro de que su polvo sigue soplando a lo largo del camino, más no así el producto de su gran trabajo, que allí está, tangible, como una muestra de lo que eran capaces de crear.

Si su trabajo hubiese sido mediocre o mal-hecho, les garantizo que ya habría sido demolido o retirado de allí hace muchos años.

Ahora con toda ironía, me imagino que si estos humildes trabajadores de la construcción (y digo humildes no porque hayan sido pobres, porque eso lo desconozco, me refiero a su humildad por el hecho de ser prudentes en negarse a ostentar sus capacidades), si hubieran vivido en nuestros días, o sea en esta época con tecnología e Internet, estoy totalmente seguro de que habrían evitado en todo momento escribir en su nota barbaridades como la siguiente:

«PedroEl Influencer’, con 15 mil seguidores en Instagram, y RaúlEl Guapo’ con 20 mil friends en Facebook, expertos en construcción y muchas cosas más pusimos con gran éxito este maravilloso suelo.

Aquí les dejamos nuestra foto para que vean como dirigimos los trabajos de construcción desde la piscina de nuestra casa de campo, ¡pero no nos bebimos el whisky!, que por cierto costó 300 libras la botella.

Quien encuentre esta botella puede creerse que agregamos valor en cantidades industriales, que nuestro polvo le llenará de sabiduría y que nos encanta compartir conocimiento gratis, siempre que te suscribas a nuestra newsletter.

6 de octubre de 2022«.


El impacto de un mensaje en la botella

Creo que si alguno de nosotros quisiera impactar a alguien del futuro replicando este mismo ejercicio de escribir una nota y guardarla en una botella, podría pensar en algún mensaje estrictamente personal.

Alguno más escogería una frase pre-hecha, quizá modificada o ajustada al gusto.

En lugar de una nota en papel, los más vanguardistas introducirían en la botella una memoria de datos USB, cargada al tope de los 64 Gigas con su profunda sabiduría.

Pero al final, no creo que sea necesario tomarse la molestia de juntar botellas y llenarlas de pensamientos lapidarios y menos de datos pletóricos de valor.

¿Para qué queremos impresionar a nuestros tataranietos?

¿Qué sentido tiene tratar de impactar la percepción que pueda llegar a tener alguien acerca de nosotros, alguien a quien ya no veremos ni conoceremos?

Para mi tiene mucho mayor sentido dejar algún legado,

algo que pueda ser de utilidad, como una técnica que podría estar ya en desuso, o una fórmula, o un libro que por su contenido o belleza aporte originalidad;

está de más dejar datos personales, y menos si uno se auto-vanagloria, esto sería como un acto de exhibicionismo a posteriori.

El mensaje en la sonda espacial

Esto me hace recordar que alguna de las sondas espaciales Voyager, de las que fueron lanzadas al espacio profundo allá por 1977, llevaba un disco gramófono fundido en oro con música de Beethoven, Bach y Mozart.

Y según recuerdo, en ningún sitio ni espacio real o digital de la sonda se indicaba que era música maravillosa, estaba por demás aclararlo, bastaba con el contenido que llevaba, por usar unos términos del mainstream.


Me parece que más que tratar de impresionar con botellas o sondas, con escribir una nota de agradecimiento, de puño y letra, es suficiente para impactar a las personas de nuestros círculos más cercanos de este mismo día, de hoy, o hasta mañana mismo, como por ejemplo:

A) Cuando le regreses el informe a la asistenta que te lo preparó con tanta dedicación podrías incluirle una nota que diga:

«Gracias por tu trabajo, como siempre impecable».

B) Por otro lado, podrías escribirle una carta a uno de tus colegas:

«Hola, en esta ocasión me permito saludarte y expresarte que sigo tu trabajo, y quiero decirte que se nota el gran esfuerzo de fondo que imprimes en éste contenido y en todo lo que haces, felicidades por tu gran dedicación».

C) También podrías escribirle a ese amigo lejano al que tienes mucho tiempo sin ver, y después del preámbulo y los deseos de salud podrías rematar tu mensaje diciéndole:

«Sé que tú no eres de los que solicita ayuda cuando la necesitan, pero te recuerdo que estoy para servirte, y si en algún momento te ves en apuros o en problemas te pido que no dudes en ponerte en contacto conmigo, que me gustaría apoyarte en la medida de mis posibilidades, cuenta siempre con mi ayuda”.


No sé, tú, pero,,,

¿Qué dejarías en una botella, o en una caja sellada para quien por azares del destino la encuentre en un futuro?

¿Dejarías algo que pueda ser útil a alguien en especial?

¿Proporcionarías información necesaria?

¿Dejarías un poema, o alguna idea para la reflexión?

¿Dejarías tu nombre o tu firma?

O en el culmen de la arrogancia  ¿Dejarías una foto tuya, o tu currículum?

¿Y crees que para entonces eso le importe a alguien?


Para finalizar este artículo, te dejo una frase lapidaria en el más amplio sentido de la palabra, y se le atribuye al comediante y pensador estadounidense Grouxo Marx (1890-1977), quien al parecer mandó labrar en su lápida -en el nicho donde yacen sus restos-:

“Perdonen que no me levante”.

-Grouxo Marx

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Imagen de Pixabay.com libre de Derechos de Autor.
Fotógrafo:  Antonios Ntoumas

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