Complacer a todos con tu trabajo | 640

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Complacer a todos con tu trabajo | La Obsesión por quedar bien con los demás | Por: Gustavo Pérez Ruiz.

Complacer a todos con tu trabajo

Todas las acciones que tomamos tienen lógicamente una causa y un efecto. Y cuando tomamos decisiones, generalmente buscamos alcanzar un objetivo, pero

¿A quién o a quiénes queremos complacer con esa meta alcanzada?

Hace algunos años, cuando estudié Ingeniería civil, en principio lo hice porque me gustaba y quería complacer a mi ego personal, y por supuesto también le di un gusto a mis padres; pero a mis amigos y conocidos, allí ya no fui tan complaciente,

porque mi decisión no les importaba tanto, más bien les daba igual que yo fuera ingeniero, economista, poeta o vendedor de coches,

y ¿por qué?..

porque esto no les beneficiaba, aunque tampoco les perjudicaba.

¿Puedes complacer a todos con tu trabajo?

En el momento que Juan (personaje ficticio pero que puedes ser tú) le presenta a su Jefe un trabajo bien terminado, sabe que lo complace si ha cumplido con todos los parámetros que le exigían sus funciones y responsabilidades acerca de ese trabajo.

Juan por supuesto también sintió satisfacción al entregar un trabajo que no solo haya cumplido con lo planeado y con lo especificado, sino que además aportó algo más que lo hizo sensiblemente notable,

fue más allá de lo que se esperaba de él,

agregó valor,

dio la milla extra.

Pero, al margen de las satisfacciones de Juan y de su Jefe, dicho trabajo quizá no ha sido del completo agrado de todos los compañeros de su empresa, quizá tampoco fue muy bien visto por sus colegas del medio,

y si ese trabajo fue tan sobresaliente que impactó el medio o la industria en la que se desarrolló, seguro que a varios de sus competidores no les hizo ninguna gracia ese trabajo de Juan.
Te das cuenta que al complacer a todos pierdes la orientación.

Recuerdo que hace unos años, cuando emprendía un discreto negocio de compra venta de platería/bisutería, me acerqué hasta la feria de colaboración y distribución más grande de joyería y complementos en Madrid, y allí hice un pedido de tamaño digamos interesante.

Allí formalicé un pedido de producto o género en base a mi criterio personal, de acuerdo a mi gusto y también tomando en cuenta la amable asistencia que me brindó el mismo vendedor a quién le adquirí dichos productos.

Después, cuando mi socia (quien no estuvo en Madrid) y Yo recibimos el pedido, solo con el semblante de su cara me di cuenta de que no le había gustado mi selección, el producto en su mayoría no era de su agrado, y entonces me preocupé.

En ese momento tan embarazoso me dije:

¿Ahora qué hago?
¿Cómo le voy a dar salida a todo esto?
Nadie me lo va a querer comprar.

Sentía que había fallado con mi criterio y apreciación personal; quizá me dejé llevar por el mismo vendedor, y como dicen en España:

¡Me lo voy a tener que comer todo con patatas!

Cuando irremediablemente pasé a la parte de exposición del producto -para venderlo-, la sorpresa fue que éste tuvo una gran aceptación, el producto afortunadamente se vendió muy bien y rápido, mi socia también estaba sorprendida.

Y lo que ahora entiendo años después es

que cuando compré aquellos artículos de joyería Yo realmente quería congraciarme con el gusto de mi Socia, y también con el mío, pero hubiera preferido que ella estuviese primero de acuerdo.

Ahora veo con objetividad, desde otro punto de vista que

Yo no estaba pensando en el cliente final, o en algunas de ellas que son las que al final deciden con su like que sí compran, pensaba más en mi socia y en su particular criterio.

Y así no se hacen los negocios, primero se piensa en los demás o en las demás, no en uno mismo.

Hoy es típico ver campañas de Consultores en Youtube y en Facebook que hablan y hablan de sí mismos y lo mucho que abarca su Ego, pero omiten proponer algo que sea de utilidad para el potencial cliente.

Cuando producimos algo, puede ser una pintura,

un plano para una casa, un platillo de la gastronomía mexicana, un E-Book, un programa ejecutable, un curso en vídeo, o un tutorial

¿A quién estamos tratando de complacer?
¿Producimos eso para regocijarnos a nosotros o para satisfacer a un cliente en particular? o peor aún
¿Lo producimos para satisfacer a todos los que entren en contacto con ese producto?

Al hacer o crear un algo, llámese producto, o lo que sea, en principio lo ideal sería que uno sienta satisfacción durante el proceso de producción de esa cosa que se está creando.

El buen resultado de ese «producto» debería también satisfacernos, al margen de su éxito o de su fracaso.

Luego, ese producto también debería cumplir con los parámetros de exigencia de aquellos a quienes se lo vendamos o en su caso se lo regalemos:

El producto deberá satisfacer en gran medida al usuario final, lo haya o no pagado,

porque aunque no lo haya adquirido con dinero su buena o mala utilidad siempre tendrá repercusión en la percepción que los demás tengan acerca de nosotros,

esto implica que ese producto distingue o minimiza nuestra Marca Personal, y también a la marca de empresa que representamos.

Entonces, cuando producimos algo con el fin de que satisfaga a la mayoría, es entonces cuando entramos en conflicto con nosotros mismos, y también cuando nos metemos en problemas con esa mayoría,

porque la mayoría de esa mayoría seguramente no sentirá ni expresará la misma satisfacción que nosotros tenemos al hacerlo, venderlo y/o regalarlo.

Es natural que no todos los productos sean del gusto de todos.

Lo que por su parte sí es seguro,

es que eso que producimos -por ejemplo un artículo para un blog-, sí sea del agrado de al menos una, dos o tres personas, y con suerte hasta de algunas más,

pero lo interesante sería ponernos a reflexionar acerca del nivel de satisfacción que queremos alcanzar:

Si yo hipotéticamente hablando supiera que mi artículo de la siguiente semana solo va a ser del agrado de 5 personas

¿De todas formas lo escribiría y publicaría, o mejor ya no lo hago?

Pero, si tuviera una bola mágica que me informara y adelantara un poco el futuro y me dijera que el artículo que voy a escribir dentro de tres mes será un éxito rotundo,

y que este artículo será aceptado y compartido por tanta gente que se hará viral, traspasará fronteras, será mencionado, comentado, criticado, debatido, aprobado y hasta reprobado con un mensaje en Twitter por el propio presidente de los Estados Unidos (@POTUS),

si hipotéticamente pudiera saber que esto va a suceder dentro de tres meses,

¿Valdría la pena seguir haciendo otros artículos menos impactantes, que quizá son mejores pero no corrieron con la misma suerte?

o mejor sería solo dedicarme en exclusiva a detallar ese único artículo y sentarme a esperar los asombrosos resultados de mi escrito -de mi producto-.

Otra cuestión sería:
¿Tiene sentido seguir escribiendo artículos a sabiendas que van a complacer solo a unos pocos?
Es que es imposible decir y decidir:

“Solo voy a publicar los artículos que vayan a tener éxito, esos que caigan en el gusto de la gran mayoría” (porque quiero complacer a todo mundo).

Por eso la producción de cualquier tipo de trabajo,
sea artículo, libro, curso, discurso, pintura, o equis manifestación del arte u oficio tienen que ser producidos constantemente,
porque uno nunca puede saber con certeza cuál será esa unidad o pieza de producción que vaya impactar e incluso trascender en un medio más que el resto de cosas que hacemos y proponemos.

Yo veo que la mayoría de las veces nos detenemos de producir eso que nos gusta hacer solo porque pensamos que no va ser del gusto de determinadas personas de quienes esperamos una opinión favorable, e incluso casi una aprobación oficial:

-No voy a filmar tal seminario en vídeo porque seguramente no les interesará a mis ex-compañeros de la secundaria, siempre que les comento del asunto hasta me cambian el tema.

-Seguro que mi mejor amigo ni siquiera va a hojear mi libro de ensayos.

-Mi curso para posicionamiento de páginas web no le va a interesar a mis compañeros de la asociación de ciclismo, a pesar de que ya les dije que se lo pueden descargar gratis, no quieren ni apuntar su correo electrónico.

La obsesión por quedar bien con los demás es perjudicial para la Marca Personal.
El ejemplo de los escritores al tratar de complacer a todos con su trabajo es uno de los clásicos ejemplos de motivación y lucha:

Cuántas escritoras y escritores van de una editorial a otra proponiendo sus trabajos para ser editados, y en la mayoría de los casos son rechazados con rotundos “Noos”,

y aunque algunos encuentren a un editor que le plazca su novela o valore su libro de poemas, esto no quiere decir que la mayoría que pasen frente al exhibidor de la librería lo vayan a comprar, o tan siquiera lo tomen para darle una ojeada.

Yo sugiero que en el caso de los productores natos,

algunos que en muchísimas circunstancias podríamos etiquetar como emprendedores, deberían evitar tomar en cuenta la opinión de sus amigos, familiares, pseudo-colaboradores y hasta metiches que no aportan nada constructivo a su causa.

El que crea en algo, que lo haga,

a pesar de que sea duro escuchar que no está teniendo impacto alguno con su producto –impacto tanto positivo como negativo-,

aunque se sienta sin lectores, o sin seguidores, sin audiencia, sin clientes ni stakeholders.

El hecho verídico es que los esfuerzos de corto plazo jamás traerán resultados de largo plazo, lógicamente resultados positivos.

La anterior frase no es mía y pido una disculpa por no poder citar a su autor. La menciono seguido porque  la tengo permanentemente visible frente a mi escritorio.

Nada que se haga una sola vez, o una vez cada seis meses, o de vez en cuando puede repercutir positivamente en la mente de las personas que se benefician con eso que producimos.

Si durante el transcurso de mucho tiempo produces poco o muy poco, más te vale que ese producto sea de una calidad excepcionalmente inigualable, una que te haga sobresalir como un faro en la niebla.


» Yo entrené cuatro años para correr solo 20 segundos.

Hay personas que, por no ver resultados en dos meses se rinden y lo dejan.

A veces el fracaso se lo busca uno mismo».

-Usain Bolt

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Imagen de ‘Complacer a todos es una obsesión por quedar bien’ Pixabay.com libre de Derechos de Autor.
Fotógrafo: Alexas Photos

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