Continuando con historias de CEO’s empiezo compartiéndote una breve anécdota.
Hace unos años, trabajando en la Ciudad de México para una compañía estadounidense de estibadores, uno de mis compañeros quien ejercía un puesto de operario junior, de esos que por las características del puesto trabajan aislados, y que para dar un buen rendimiento NO necesitan ser controlados de cerca, se sentía marginado, apeado, como condenado a estar en el rincón de los olvidados; todo esto en vista de que se sentaba en una estación de trabajo con aspecto de nivel inferior, y quizá lo era, pero él lo hacía notar más con sus comentarios.
En los pocos momentos que podíamos hablar con él, durante la comida o tomándonos un café ocasional en la cocineta, solía comentar que «no se le tomaba en cuenta ni a él ni a su trabajo».
A nivel personal me parecía que esa percepción la podía sentir cualquier elemento de la empresa, ¡cualquiera de nosotros!, independientemente de su localización dentro de las instalaciones.
Cierto día, la asistente personal del CEO -del Director General de la unidad de negocio en México-, lo llamó para pedirle que fuera al aeropuerto a recoger al CFO, -al Director de Finanzas- que venía de Seattle, quien trabajaba en la oficina central a nivel global, esto en vista de que el chofer ejecutivo andaba en otro sitio y no podría llegar a tiempo.
Este compañero estaba renuente a hacer de ”taxista” como él mismo dijo, se sentía como degradado.
Al salir por el pasillo nos comentó, a los que nos cruzamos con él:
“Solo esto me faltaba, hacer de chofer, como si no tuviese suficientes tareas, y además esto entorpece mi programa de actividades. ¿Qué no le dan para pagarse un taxi?”.
En fin, no le quedaba de otra mas que acatar la orden que provenía del mismo CEO de México.
Otro día, durante la comida, varios compañeros le preguntamos:
¿Y cómo te fue con el CFO de Seattle?
«Nada, solo perdí mi tiempo y el de la empresa. Una hora de ida al aeropuerto, casi 40 minutos esperándolo y luego una hora y media de regreso hacia la oficina, conversando de trivialidades.
Me preguntó por el clima de la ciudad e hizo algún comentario insustancial acerca del tráfico, tuvo algunos momentos de silencio; ¡fatal!, me aburrí ejerciendo una función que no me corresponde”.
Después de un breve momento de risas y típicas bromas entre compañeros,
uno de nuestros compañeros, quien ejercía como Director de Operaciones en México, personaje entrado en edad de jubilación y por supuesto bregado en muchísimas batallas le dijo:
“Oye, creo que enfocaste esa ida al aeropuerto de un modo totalmente equivocado.
Permíteme decirte que desperdiciaste la oportunidad de oro que tuviste para hablar con el segundo ejecutivo de la empresa a nivel internacional.
¿Cuántos empleados de cualquier parte del mundo se habrían cambiado por ti para poder darle al Director de Finanzas su discurso del elevador, o para presentarse y hacer unos breves comentarios y sugerencias, buscando destacarse?
Y, tal como lo entiendo, tú tiraste a la basura los 90 minutos que el CEO en México te concedió para que fueses conversando con una de las piezas claves de la empresa a nivel internacional. Pudiste exponerle tus originales puntos de vista a uno de los ejecutivos que toma las principales decisiones, entre otras por ejemplo, cambiarte de lugar, o de posición, o de unidad de negocio, y hasta de país.
¡Qué bárbaro! No te quiero seguir diciendo que te equivocaste porque no pretendo que te sientas más mal de lo que ya te expresas”.
Consejos de Protagonismo para tu Medio
Este ejecutivo se quejaba de estar marginado, y tuvo la oportunidad de salir a la palestra y ser protagonista.
Pero, justo en esa ocasión, él mismo tuvo la torpeza de aislarse con su conversación, erigió un muro de superficialidad e indiferencia; no vislumbró que estaba dilapidando la oportunidad que le daba el Director en México para salir del ostracismo, del supuesto aislamiento del que se quejaba…
CUANDO LLEGA ‘EL MOMENTO DEL PROTAGONISMO’
Esa mini-responsabilidad de ir al aeropuerto, más que una molestia o una degradación de funciones, debía haberla entendido como un momento de protagonismo, como una pertinente ocasión para demostrar su valor, pero no la aprovechó…
No supo capitalizar su mini-oportunidad de ser el protagonista, de tener protagonismo en su propio medio, de decir lo que piensa, de proponer sus soluciones y justificarla con sus razones;
era SU momento para ser escuchado por la persona que podía darse cuenta de su existencia.
En función de esta historia, quiero compartirte 7 premisas en relación al hecho de tratar de tener protagonismo dentro de tu medio; de
SER EL PROTAGONISTA DE TU PROPIA HISTORIA:
1. Hay que tratar o intentar tener protagonismo, mas no exactamente ser el protagonista
A lo que me refiero es que hay que estar presentes en los momentos importantes, en las juntas decisivas, en los lugares donde puede develarse información capital, por supuesto hasta donde sea posible.
Y, para tener protagonismo hay que levantar la mano, proponerse a uno mismo, criticar constructivamente (esto significa indicar las deficiencias pero proponiendo alternativas viables, no solo limitarse a señalar errores).
¿Qué implica levantar la mano?
También hay que sugerir, y no necesariamente luciéndose o presumiendo, y justo cuando ya existe un claro líder, o varios personajes que se ostentan o se detentan con ese título; como dicen en el futbol:
«El protagonismo se demuestra en la cancha, pero no tratando de acaparar el balón».
2. Para tener protagonismo, ¿Esperar la oportunidad o tomarla?
En la mayoría de las ocasiones existe un jefe, un claro líder de proyecto, un capitán o un director técnico, y en todas éstas hay que respetar esa jerarquía.
Tratar de adjudicarse o atribuirse la posición del claro protagonista, o arrebatar el uso de la palabra para dividir las opiniones casi nunca son actitudes que puedan ubicarte en el centro del protagonismo en tu medio.
Es recomendable esperar con paciencia el momento conveniente para participar con contundencia, más que para ponerte en el centro de la atención casi por la fuerza.
3. Ocupar la posición de protagonismo que otro dejó temporal o accidentalmente en tu medio
A veces el mismo destino es el que te empuja a ubicarte en una posición de protagonismo.
Es probable que esa posición no todos la entiendan como una oportunidad, como el caso del chofer que no pudo ir al aeropuerto; un empleado así no suele sugerir o proponer soluciones técnicas, pero otro como mi ex-compañero sí estaba en la posición ejecutiva de hacer comentarios apropiados que le hubiesen hecho al menos llamar la atención del CFO, y salir del anonimato.
4. En caso necesario, ser versátil para improvisar y ocupar varias posiciones de protagonismo
En determinado momento puede que no seas la persona más adecuada para ejercer el protagonismo en tu medio, pero por equis o ye circunstancias te ha tocado participar donde no cuentas con todo el conocimiento o todas las habilidades necesarias, y sin deberla ni temerla tendrás que desempeñarte con la mayor brillantez que sea posible.
Además, aunque no estés completamente preparado, o en caso de que no quede más alternativa que ocupar una o varias posiciones de visibilidad, debes tratar de aprovecharlas, pero aportando utilidad, pertinencia, valor; no presumiendo, ni menospreciando a los demás, ni convirtiendo tu momento de protagonismo en un monólogo, o en un acto de exhibicionismo en el que te ostentes como indispensable, o como el mesías que todos esperaban.
5. Debes estar no solo dispuesto sino preparado para ejercer tu protagonismo, hasta donde puedas
Muchas veces te caerán funciones o responsabilidades que no te gustarán, o que considerarás como inapropiadas para tu perfil, pero más que quejarte, sufrir, preocuparte o ejecutarlas con insuficiencia, debes tener la mejor disposición para hacerlas o entregarlas;
porque hay que entender que cada actividad, por nimia o insustancial que nos parezca, es un mini-escaparate que proyecta tu notable disposición para colaborar, y también tu buena o mala preparación.
6. Para optar al protagonismo ubica tu jerarquía y tu posición en el campo, o en tu medio
Solo salte de los límites de tus funciones si la situación lo amerita, pero no trates de desplazar a tu jefe por la fuerza o pasar por encima de los demás, aunque los juzgues incompetentes o inmaduros
Saber estar, o saber ocupar con prudencia el sitio que te corresponde no significa que seas un conformista, más bien indica que sabes comportarte a la altura de tu posición y de tus funciones, y entiendes que eventualmente llegará tu oportunidad, y esto nos conduce hacia la siguiente premisa:
7. Espera tu oportunidad y respeta la de los demás
Habrá diferentes momentos y diversas situaciones para que uno u otro, o cada cual, sea el protagonista dadas las condiciones que propician su actuación, como cuando una de tus compañeras es la única que habla portugués en la oficina, o en la empresa.
Entonces, en vista de no hay otro ni otra que pueda hacer la presentación en Brasil, ese será SU momento de protagonismo, no el de otro, ni el de los demás, tampoco el tuyo, por más otros lo quieran acaparar, ¡aunque sean los jefes!
Todos deben permitirle asumir el reto y dejarla preparase para cumplir lo mejor que pueda con el compromiso de grupo, con el apoyo de todos, y también con el tuyo.
Respeta la oportunidad que otros tiene de lucir su potencial, eso a ti no te demerita ni te disminuye.
No perjudiques, ni obstruyas ni bombardees el momento que otro u otra tenga de protagonismo; déjalo o déjala que actúe, ¡ya llegará tu oportunidad!
Acuérdate de la historia de Jamie Oliver.
Jamie Oliver era (y es) el joven cocinero inglés que aprovechó su oportunidad de protagonismo cuando la BBC, la poderosa televisora inglesa llegó al restaurante donde él era ayudante de cocina.
Los productores probaron un sensacional postre y dijeron que si podían filmar al Chef cocinándolo, pero como el único que podía preparar ese postre era casualmente Jamie, se lució durante la filmación, a tal grado que le propusieron protagonizar su propio programa, y lo que pasó después ya todos lo conocen, Jamie Oliver es uno de los cocineros más famosos no solo del Reino Unido sino del mundo.
Existen momentos en que las estrellas se alinean a tu favor.
Hace poco escuché los comentarios que hacían unos periodistas deportivos después de un partido de fútbol. Dichos comentarios resuenan y tienen total aplicación en el sentido de ser el protagonista en tu propio medio y de tu propia historia más allá de los campos deportivos.
Estas afirmaciones sirven como referencias protagónicas y hasta de liderazgo en el mundo ejecutivo, y también en un ambiente de socialización.
Siempre será mejor estar en el campo que en la banca.
Y para tener protagonismo hay que ocupar preferentemente el campo contrario, porque solo así se puede anotar.
Más que defender, hay que atacar, pero en el buen sentido, hay que ir para adelante, avanzar en bloque.
Uno debe mantener el balón sin acapararlo, y aprovecharlo de acuerdo a las circunstancias.
Hay que estar por encima de los resultados, se gane o se pierda.
Uno debe tratar de trascender aunque cuente con pocos minutos en el campo. Y ese campo puede estar en un ascensor, en tu junta de trabajo, en tu comida de negocios, en tu reunión social o en tu desplazamiento en cualquiera que sea tu sistema de transporte.
Para concluir, aquí te comparto una frase que escuché precisamente después de un partido de fútbol. Y viene a cuento en relación con tener protagonismo en tu medio y no con la sed o terquedad de ser protagonista. En este caso se destaca el protagónico juego que desempeña el jugador del FC Barcelona y también de la selección española de futbol, Sergio Busquets:
“Si miras al partido no ves a Busquets, pero si miras a Busquets ves todo el partido”.