Todos sabemos, o al menos intuimos que si no tomamos decisiones que provoquen cambios no progresaremos, pero esto no es generalmente cierto; en ocasiones puede que sea más conveniente y razonable conservar el estado de las cosas.
Aun así, los más progresistas insisten en que es muy difícil sostener la idea de que
si mantenemos nuestra actividad regular y nuestras condiciones reinantes sin movimiento alguno, sin avanzar, permaneceremos en ese mismo estado sin cambios ni novedades, y esto puede entenderse como un letargo, como un estancamiento en la mediocridad.
Puede que esto mantener el mismo estado de las cosas se considere como una decisión acertadamente conservadora, una que NO nos conduzca a arriesgar, a no jugárnosla, quizá a evitar el fracaso, y es que casi es imposible sostener el argumento de que permanecer inmóvil lo llevará a uno lejos, o a progresar, o a superarse, o a conocer más, o a mejorar el nivel social, intelectual o económico.
En la práctica común, el hecho decidir entre una u otra alternativa, entre avanzar o permanecer en el mismo lugar, no parece una acción complicada,
de hecho si le preguntas a cualquier ejecutivo, profesional o amigo, a quien tú quieras: ¿Cómo se te da tomar decisiones?, seguro que te contestará:
“Eso es lo mío, a eso me dedico”, “De hecho me pagan por tomar decisiones”, “siempre evalúo todos los factores antes de decidirme por una u otra alternativa”, “tomo decisiones en base a números, a estadísticas, así no se puede fallar”.
¿Debo tomar decisiones por instinto?
Es curioso este fenómeno de tomar decisiones, o de decidir entre una u otra alternativa, dado que la mayoría de los seres humanos, en este momento no puedo afirmar un certero porcentaje, pero casi todos nos sentimos con una buena capacidad para tomar decisiones, y en especial para tomar decisiones acertadas.
Sí, casi todos nos sentimos buenos para ejecutar decisiones.
Decidir entre una u otra alternativa
En relación a la facilidad o dificultad de tomar decisiones ejecutivas, Roy Disney, hermano mayor del famoso Walt Disney, quien trabajó en la popular compañía del mismo apellido, dijo lo siguiente:
“No es difícil tomar decisiones siempre que sepas cuáles son tus valores”.
En parte estoy de acuerdo con Roy Disney,
pero puedo afirmar por experiencia que aunque haya tomado decisiones basadas en mis valores personales, eso no me ha eximido de equivocarme, ni de fracasar en el intento por lograr los resultados que esperaba antes de tomar tal decisión.
En vista de que la vida es una constante deliberación entre opciones, de decidir entre una u otra alternativa, te quiero proponer una serie disyuntivas por las cuales he decidido inclinarme, y no pretendo postularlas como la panacea, ni como ejemplo a seguir, ni mucho menos como verdades universales.
Estos han sido algunos dilemas en los cuales he optado por mantener conservadoramente el estado de las cosas, y otras en las que he preferido moverme, salir de ese estado de seguridad que ahora llaman “zona de confort”.
En algunos casos he fracasado y en otros acertado, pero no pretendo impartir cátedra ni imponer mis puntos de vista ni mucho menos hacer de esta emisión un acrobático lucimiento personal.
Sé que tú seguramente habrías optado por lo contrario o incluso por una nueva alternativa, lo cual es totalmente respetable y te deseo todo el éxito que pueda acarrearte tal o cual decisión, así que por todo esto te comparto 20 disyuntivas en las que he tenido que decidirme, y algunas las acompaño una razón que la justifique.
20 Disyuntivas para decidir entre una u otra alternativa
1. Entre repetir lo que otros ya dicen por allí o proponer una nueva y disruptiva idea, casi siempre he preferido repetir cosas prestablecidas, especialmente si su veracidad está debidamente comprobada.
Generar ideas originales es muy difícil, porque se tienen que argumentar con hechos y números tangibles, máxime cuando tienes que lograr que los demás te las apoyen para poder llevarlas a la acción.
2. Decidiendo entre participar en varios proyectos al mismo tiempo o dedicarme solo a uno hasta su completa y debida conclusión, siempre he optado por estar en varios frentes, pero eso solo me ha provocado un gran estrés.
Aunque tengo claro que dominar el estrés es una de las claves para ejecutar con prestancia, todavía no lo logro dominar.
3. Entre hablar para interrumpir, o quedarme callado para escuchar, empiezo a optar por mejor guardar silencio y atender, que así demuestro respeto y de paso aprendo más.
4. Entre proponer el contenido que otra persona genera o producir mi propio contenido, últimamente estoy decidiéndome por lo segundo, hasta donde pueda, porque no puedo depender de la brillantez de los demás.
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5. Entre tratar de destacar en un grupo de Facebook/Whatsapp o en cualquier otra plataforma, lo segundo, porque en los grupos de Facebook y Whatsapp uno compromete a los amigos a que lo apoyen, aunque uno esté equivocado; y eso acaba cansando a los ‘friends’.
6. Entre Pepsi-Cola y Coca-Cola me quedo con la segunda, y esto no es anuncio; siempre he preferido consumir la botella roja.
7. Entre comprarme un Ferrari o un Maseratti, prefiero invertir el dinero en bienes inmobiliarios, porque las propiedades me generan ingresos pasivos, y los coches no; a no ser que me dedicara al alquiler de coches de lujo.
¿Qué me compro, un Lamborghini o un Ferrari?
8. Para publicar contenidos entre Instagram, Tik-tok o Youtube, creo que es mejor Youtube, porque los contenidos que se publican en las dos primeras tienen pocos días para impactar, y además no indexan en Google, esto es, no los pueden rastrear quienes busquen ese tipo de contenidos.
9. Si hipotéticamente pudiera decidir entre irme a tomar un café con Bill Gates, Jeff Bezos o Gary Vaynerchuk (mejor conocido como @GaryVee), prefiero infinitamente a Gary, porque su éxito no ha dependido de explotar el conocimiento y el talento de los demás.
Este inmigrante estadounidense de origen bielorruso ha llegado a su alta posición de visibilidad gracias a su generosidad y humildad, y estos son valores difíciles de encontrar en nuestros días, especialmente en los medios digitales.
10. Entre tomar el ofrecimiento de un gran empleo o iniciar un proyecto de emprendimiento por mi cuenta y riesgo, prefiero el primero, siempre que me reditúe buenos y justos ingresos, y que venga acompañado de un plan de carrera que me de alguna oportunidad de progreso.
Esta es una decisión ultra-conservadora, y por supuesto va en contra del principio de este programa de emprendimiento.
Aunque todavía no me han hecho una propuesta tan interesante optaría por ésta, definitivamente, porque como están las cosas un magnífico empleo no se puede rechazar.
En nuestros días, arriesgar determinada cantidad de dinero o de tiempo para iniciar una empresa siempre conlleva un altísimo riesgo de fracaso.
11. Entre invertir en acciones de empresas, criptomonedas o bienes inmobiliarios siempre me inclino por los bienes inmobiliarios, esto es, por las construcciones; porque el ladrillo es tangible, es una realidad, y no algo que puede ser imaginario o activo tóxico, y más que tóxico inexistente.
12. Entre publicar en redes sociales una foto mía practicando alguna actividad de ocio o no hacerlo… ¡siempre lo segundo!; porque lo primero implica un cierto grado de narcisismo; y lo segundo conlleva un mínimo grado de respeto a los demás.
13. Entre estudiar una profesión o dedicarme al emprendimiento, siempre preferí estudiar una profesión, porque con el paso del tiempo hubiera sido muy complicado cambiar de opinión y de rumbo, ya que al revés siempre es más complicado, sobretodo con el paso de los años.
Muy pocos inician sus estudios universitarios después de los 30 años, aunque eso no los exime de lograr lo que se propongan.
14. Entre vivir en unión libre o casarme, pienso como Jordan B. Peterson, lo segundo, y lo cito a él:
“El matrimonio es un compromiso moral con tu pareja, uno que tiene que ser de largo plazo, que es como se puede llegar más lejos; lo otro más bien parece un estado temporal en EL que uno prueba un producto desechable y luego adquiere el siguiente”.
15. Entre cambiar de país o quedarme en mi país de origen opté por emigrar.
Y es que bajo ciertas condiciones del medio, uno tiene que tomar las decisiones que inclinen la balanza del lado más conveniente. Y no me arrepiento.
16. Entre viajar a un destino lejano a la aventura o mejor ahorrarme el dinero que utilizaría para ese viaje, lo segundo.
Es una decisión conservadora, que muchos considerarían como «oportunidades que no volverán», pero creo que el ahorro me ayudará para fortalecer mi economía para tiempos de carencias, para tener una seguridad en caso de necesitarlo. Creo que mejor opto por viajar cerca de mi casa.
17. Entre leer o escuchar un podcast con fines didácticos, la decisión es doble, siempre hacer las dos cosas.
18. Entre contratar a alguien para que me enseñe una técnica o aprenderla por mi cuenta, la mayoría de las veces me inclino por tratar de lograrlo por mi cuenta; a no ser que el nivel del tema sea tan abstracto o más allá de mis capacidades que amerite un especialista para aclararme los entresijos del aprendizaje.
19. Entre adelantar trabajo solo por un día, con sobre carga, o repartir el trabajo equitativamente en tres o cuatro días, mejor lo hago todo cuanto antes, de preferencia el mismo día, para quitarlo de en medio y tener libertad para otras cosas.
20. Entre tratar de ser aceptado por un determinado grupo o dedicarme a no figurar, sino más bien a actuar, siempre lo segundo.
“Nada sucederá hasta que no decidas. Toma una decisión y ve cómo se mueve tu vida hacia adelante”.
-Oprah Winfrey