Es más fácil decir que hacer
El siguiente es un cuento popular que seguramente recordarán algunos, en su momento no le di tanta importancia, pero ahora que lo acabo de releer me ha dado varias pautas para desarrollar algunas ideas para el podcast de emprendimiento.
Es más fácil decir que hacer
En la vieja cocina de una antigua mansión, habitaba una pequeña colectividad de ratoncitos. Durante largo tiempo, estos ratones campaban a sus anchas, se alimentaban con todo lo que encontraban a su paso, comida, bolsas, basura, etcétera, sin nada ni nadie que se los impidiera.
Cierto día, la dueña de la casa compró un gato, un poderoso felino que se distinguía por ser un gran cazador, tan bueno que siempre estaba al acecho.
Con la llegada del gato, los pobres ratoncitos encontraron casi imposible hasta asomarse por sus agujeros y madrigueras.
Aun en el silencio y oscuridad de la noche, los ratones tenían dificultades para trasladarse, ya que el gato veía muy bien en la penumbra y tenía un olfato muy fino.
Los ratoncitos lo tenían muy difícil con los terribles y eficientes zarpazos de su enemigo.
Como de ese modo no podían seguir viviendo, y ya no tenían nada que roer para alimentarse, su situación llegó a un punto crítico en el que determinaron reunirse para tratar de encontrar una forma para salir de tan espantosa situación.
Dado que el problema que enfrentaban era complejo y peligroso, pocos se atrevían a opinar, hasta que un joven ratón tomó la palabra, y dijo:
-Compañeros, Yo tengo la solución, y les voy a decir lo que tenemos que hacer. Atemos un cascabel al cuello del gato, y entonces, al andar, el gato tintineará el cascabel.
Con el cascabel al cuello, el gato hará tanto ruido que así sabremos el lugar exacto en que se encuentra en todo momento, y podremos movernos con facilidad por las zonas en las que no está.
Tan ingeniosa proposición hizo revolcarse de gusto a todos los ratoncitos, no pareban de reírse a carcajadas, y hasta se burlaban del gato.
Pero, uno de los ratones más veteranos, un sabio roedor y bastante marrullero, observaba con malicia la euforia de todos los presentes.
Y, este viejo ratón tomó la palabra, y les preguntó:
-Excelente idea la del compañero, pero,
¿Quién de ustedes le pondrá el cascabel al gato?
Y, ninguno se atrevió a contestar.
Es más fácil decir que hacer. Fuente: ‘Tesoro de la juventud‘ Tomo VI, pág 2022, de ‘El libro de las narraciones interesantes’.
Todos los seres humanos somos muy buenos a la hora de aportar opiniones, y de sugerir soluciones acerca de los problemas de los demás,
especialmente cuando esos problemas parece que se pueden resolver con el sentido común, más allá de la especialidad que se requiera para poder opinar, en el caso de que el problema tenga que ver con una técnica o un asunto específico.
Somos buenísimos para comentar cómo resolver otros problemas, incluso a muchos hasta les pagan por resolverlos,
que de eso se tratan básicamente las funciones de un ejecutivo, de ejecutar, de decidir y resolver problemas concretos, y de proponer ideas creativas y hasta innovadoras.
En muchas ocasiones, también nos atrevemos a opinar hasta cuando no entendemos los antecedentes y pormenores de un problema, como el caso de las personas que padecen alguna enfermedad extraña,
y los que ni siquiera son doctores se permiten hasta recomendarles la dieta que deben seguir, y se atreven a sugerir que compren determinada medicina que se ha de tomar cada mañana después del desayuno y la cena. Así de buenos nos sentimos algunos.
Recuerdo que hace unos años,
el dueño de una constructora me comentó que andaba escaso de flujo de efectivo, y durante los trabajos de una obra se le presentaron varios imprevistos extraordinarios, unos que aparecieron por azares de la mala suerte,
y dadas las circunstancias, este ingeniero no podía cobrarlos, así que se enfrentaba a una compleja situación:
Él se encontraba en la encrucijada de parar la obra (y perder dinero, y hasta prestigio) o de hipotecar su maquinaria con el fin de inyectar recursos financieros para poder terminar los trabajos.
La situación, vista desde la perspectiva exterior parecía muy fácil.
Este constructor me decía que la mayoría de sus amigos y consultores, quienes no tenían una empresa constructora, le recomendaban que hipotecara sus equipos,
-Claro- me decía, -Cuando uno está sentado a la distancia, en otra oficina, las recomendaciones surgen hasta debajo de las piedras-.
Muchos le decían:
-Hipoteca tus equipos y acaba pronto la obra. No permitas que las situación se te vaya de las manos, seguro que ya no surgirán más imprevistos.
¡Debes tener valor!, muévete con velocidad y termina cuanto antes.
¡Así es muy fácil hablar y sugerir!
Es más fácil decir que hacer.
Comentarios y acción en los Grupos Mastermind
En el caso por ejemplo de los grupos mastemind que me ha tocado coordinar, lo que se busca precisamente al momento de plantear un problema real es que todos los miembros del grupo aporten sus ideas, comentarios y propuestas de solución.
En las juntas mastermind, el participante que recibe ese feedback (o retroalimentación) es quien debe saber filtrar y aprovechar todas aquellas ideas que puedan aportarle un punto de vista diferente y respetable,
Y los participantes tanto en el ‘Hot Seat’, como en el lado del feedback, no solo deben opinar por opinar, o aportar sugerencias solo por participar, los miembros de cada grupo mastermind entienden en gran medida el momento importante o la situación por la que pasa un compañero.
Etapas del ‘Hot Seat’ en el Grupo Mastermind
Yo estimo que jamás se debe echar en saco roto ninguna sugerencia, por descabellada que parezca,
porque muchas son grandes ideas; aunque, las grandes ideas nunca consolidarán su grandeza hasta que no se lleven a cabo, solo serán una realidad hasta que alguien se ponga en acción para que sucedan.
Yo entiendo que los problemas y las dificultades casi nunca requieren de la asesoría de un genio, o de los más destacados gurús del tema.
Lo que se necesita en la mayoría de los casos es simplemente tomar acción, actuar para que las cosas pasen.
Pero esto de tomar acción o permanecer estático (paralizado sin actuar) es lo que diferencia a los que ejecutan, o sea a los ejecutivos, de los que solo opinan y dan directrices de lo que se debe o no se debe hacer.
Este era el caso de los ratones, estaban pletóricos de emoción con la idea de que alguien le colgara el cascabel al gato, pero ninguno estaba dispuesto a hacerlo.
¿Tú te atreverías a colgarle el cascabel al gato?
“El nivel de la argumentación pública es tristísimo, y no por falta de gente inteligente, sino por falta de interés en la discusión: a la hora de la verdad, lo que importa es quien puede, no quien tiene la razón”.
–Gabriel Zaid (‘De los libros al poder’)