Historias con moraleja
En tiempos donde el storytelling se está imponiendo como trending o técnica de moda para presentarse a uno mismo, para contar historias personales, para narrar eventos y crear ambientes emotivos que reflejen los valores de las marcas, tanto personales como de empresa, nos damos cuenta (o recordamos) que esto de contar relatos no tiene nada de nuevo ni de innovador.
El arte de contar historias para transmitir ideas, para educar en base a principios tiene tantos años como ‘Las mil y una noches’ de Sherezada.
Ya sean cuentos, historias cortas, fábulas o el ahora popular storytelling de marcas, el interés por escuchar relatos sigue siendo apreciado por los valores y mensajes que pueden transmitir, de esto me doy cuenta por las fábulas milenarias y del vox pópuli que he contado en este programa de emprendimiento y que siguen siendo muy apreciadas
Por eso he dedicado una emisión más a compartirles una selección de cinco historias cortas con moraleja, esperando que sus mensajes te ayuden a obtener una perspectiva diferente para tu diaria convivencia.
5 Historias con moraleja
1. El límite de tu generosidad
Esta es la historia de un personaje anónimo, llamémosle Ramiro.
Ramiro había tenido un ligero accidente automovilístico por lo que tuvo que llevar su coche al taller.
Como todos los días tenía que ir al trabajo, decidió que mientras su coche quedaba listo se desplazaría en metro. Una noche, saliendo de la estación del tren, notó a un vagabundo recostado. Sintió lástima por él, por lo que le ofreció algunas monedas.
Sin duda el vagabundo le agradeció el gesto de amabilidad, y al día siguiente, en el mismo lugar, de nuevo se volvió a topar con el vagabundo.
En esta ocasión Ramiro pensó que en lugar de darle monedas le traería algo de comer, así que salió de la estación para comprarle una comida caliente.
Luego, Ramiro no pudo resistir su curiosidad y le preguntó:
-¿Cómo llegaste hasta este punto? (A ese punto de precariedad).
El vagabundo lo miró y con una sonrisa le respondió:
-Demostrando amor».
Ramiro no le entendió, así que le hizo otra pregunta:
-¿Qué quieres decir con eso?
El vagabundo le explicó:
-Mira, durante toda mi vida, me aseguré de que todos a mi alrededor fueran felices, no importando si mi vida iba saliendo bien o mal; ¡Siempre ayudé a todos los que pude!
Ramiro le cuestionó:
-¿Pero ahora no te arrepientes?
A lo que el vagabundo contestó:
-No, no me arrepiento, pero me duele el alma ver que esas mismas personas a las que les di hasta la camisa que vestía no me dieran ni siquiera una manga de esa misma camisa cuando la necesitaba.
Hijo, te recomiendo que primero construyas tu propia casa y luego invites a alguien a refugiarse en ella, más que entregarle tus ladrillos a cualquiera mientras construyes la tuya.
Porque un día te darás la vuelta y mirarás el terreno donde tenías planeado construir tu casa, y allí verás un terreno baldío. ¡ Entonces tú serás quien buscará ladrillos!
Moraleja
No tiene nada de malo ayudar a los demás. Pero en ocasiones, mientras ayudamos a otros, nos olvidamos de nuestros propios problemas y necesidades.
Hay que recordar que a veces compartir es mejor que regalar.
Piensa que tú puedes hacer mucho más por los demás estando en una posición de poder, en lugar de auto-conducirte hasta una situación de mayor fragilidad prescindiendo de lo básico para ti.
Compartir eso que tienes, tu conocimiento, tu experiencia, tu saber hacer da mejores resultados que el simple hecho de regalar por regalar o esperar algo a cambio.
2. Escoge tus palabras con sabiduría
Esta es una de esas historias -con moraleja- en la que un viejo difundió los rumores de que su vecino era un ladrón.
Y, como resultado de esos comentarios su joven vecino fue arrestado.
Un par de días después, cuando terminaron las indagatorias, el joven fue declarado inocente. Después de ser liberado, mientras caminaba hacia su casa, este joven caballero se sintió humillado.
Notaba que a pesar de haber sido eximido de toda culpa la gente ya no lo veía con buenos ojos, porque dudaban de su honradez. Ante esto, decidió demandar al anciano por daños morales, por haberlo acusado injustamente.
Ya en el tribunal, el anciano le dijo al juez:
-Pero si solo fueron algunos comentarios de advertencia, Yo asumía que no hacían daño a nadie.
Antes de dictar sentencia sobre el caso, el juez le ordenó al anciano:
-Mire, consiga una hoja de papel y escriba todas las cosas que dijo acerca de su vecino, córtela en pequeños pedazos y, de camino a su casa, tire y esparza los trozos de papel.
Hecho esto, mañana preséntese ante mi para escuchar la sentencia.
Al día siguiente, el juez le dijo al anciano:
-Antes de recibir la sentencia, tendrá que salir y recoger todos los papeles que tiró ayer por la calle”.
El anciano le respondió:
-¡No puedo hacer eso! El viento debe haberlos esparcido así que no podré encontrarlos todos.
El juez entonces respondió:
-Se da cuenta cómo de forma similar, unos simples comentarios pueden destruir la reputación de un hombre hasta tal punto que uno ya no puede arreglarlo aunque lo quiera.
Luego, procedió a dictarle su sentencia.
Moraleja
No malinterpretes ni culpes a nadie sin conocer todos los hechos, y a pesar de estar al tanto de todos los hechos seguramente desconocerás la verdad de fondo que incita a otros a actuar como lo hacen.
No consideres a tus palabras como la verdad universal, todo lo que digas puede arruinar la reputación de alguien sin que sea culpa suya.
Además, nunca seremos demasiado viejos para poder aprender lecciones y cambiar nuestras actitudes.
3. Un rey necesitado y un sabio
Un día de verano cierto sabio atravesaba por la ciudad capital que gobernaba un famoso rey.
Mientras avanzaba por las calles llegó hasta un parque, y notó algo tirado por el sendero, era una moneda única y de considerable valor, tampoco era de oro, pero algo se podría adquirir con ésta. El la recogió. Pensó que estaba satisfecho con la sencilla vida que llevaba y que realmente no tenía necesidad de gastarse esa moneda.
Entonces, planeó donarla a quien pudiese necesitarla.
Durante todo el día continuó caminando por las calles, pero curiosamente no encontró a nadie con verdadera necesidad de la moneda.
Finalmente, llegó a un área de descanso y allí pasó la noche.
A la mañana siguiente, al iniciar sus diarias actividades, el sabio notó que la gente se estaba amontonando en la calle para ver pasar la comitiva del rey de esa región, y le informaron que ese rey estaba marchando con su ejército para invadir a otro estado.
Cuando el rey pasó frente al sabio, lo reconoció inmediatamente, allí mismo ordenó que su ejército se detuviera. Se acercó al Sabio y le dijo:
-Oh Gran Sabio, voy a la guerra para vencer a otro estado y así anexarlo a este mi reino que será más grande y prospero para todos.
Así que bendíceme para salir victorioso.
Después de pensarlo, el sabio le dio al rey esa singular moneda que portaba. Al rey le extrañó esta acción, estaba confundido y molesto porque pensó:
-¡Qué uso puede tener para mi una sencilla moneda sabiendo que soy uno de los emperadores más ricos del mundo!
Y con curiosidad le preguntó al sabio:
-No entiendo, ¿Qué significa esta moneda?».
El sabio le explicó:
-¡Oh, gran rey!
Ayer encontré esta moneda mientras paseaba por las calles de esta ciudad capital. Pero no le pude encontrar ni uso ni utilidad. Entonces decidí que la donaría a alguien necesitado.
Caminé en esta «Su capital» durante todo el día hasta llegar la noche, pero no encontré a nadie que necesitara la moneda.
Descubrí que en mayor medida aquí todos viven una vida feliz. Me parecía que todos estaban satisfechos con lo que tenían. No encontré a nadie para darle la moneda.
Pero justo hoy descubro que el rey de este grandioso estado todavía tiene el deseo de ganar más porque ¡no está satisfecho con lo que ya tiene!, por eso sentí que usted si necesitaba esta moneda .
Al final el rey se dio cuenta de su actitud y desistió de ir a la guerra.
Moraleja
Hay a quienes se les nota la necesidad de acumular o ingresar más dinero que los demás, y de eso te das cuenta en sus conversaciones, porque todo el tiempo hablan de dinero y en los casos más horteros hasta hacen públicas sus ganancias.
Todos necesitamos generar ingresos para adquirir cosas, y casualmente se les nota más a quienes quizá lo necesitan menos.
Habrán quienes tengan mucho más cosas materiales de las que posees, pero hay muchos más que poseen menos que tú.
No te compares con otros, y menos desees lo que si han podido alcanzar.
Seguimos con más historias con moraleja
4. La grulla y el lobo
Un lobo había estado comiendo o tragando con desesperación, lo que provocó que un hueso se le atravesara en la garganta.
Por eso ya no podía moverse, ni trotar ni desplazarse, y por supuesto, tampoco podía comer nada. Naturalmente, esa era una situación terrible para un lobo codicioso.
Entonces vio que por allí pasaba una grulla. El lobo pensó que seguramente ese pajarraco, con su cuello y pico largo, podría con facilidad alcanzar el hueso del fondo y sacarlo de su garganta, así que le dijo:
-Grulla: Te recompensaré muy generosamente si me sacas este hueso que no me deja hacer nada.
Como podrás imaginar, a la grulla le parecía incómodo y aun más peligroso meter la cabeza en la garganta del lobo.
Dudaba en ayudarlo porque también se aferraba al llamado de la naturaleza a respetar y salvaguardar la vida, así que acabó haciendo lo que el lobo le pidió.
Cuando el lobo sintió que el hueso se había ido, comenzó a alejarse, se fue de allí, pero la grulla le gritó ansiosamente:
– ¡Pero! ¿Qué hay de mi recompensa?
Dándose la vuelta, el lobo le gruño:
-¿No lo captas? ¿No te parece suficiente con que te haya dejado sacar la cabeza de mi boca sin rompértela ni comérmela?
Moraleja
No esperes recompensa por servir a quien no tiene honor.
Quedarse en compañía de gente egoísta no le hará ningún favor a nadie.
Mejor trata de entender a la gente por sus acciones y así nunca te embaucarán con sus palabras.
5. El reflejo de tus acciones
La última de estas historias con moraleja nos relata que cierto día, un señor y su hijo paseaban por las colinas de un bosque. De repente, el niño se cayó por el camino y comenzó a gritar de dolor:
-¡Aaah!
Sorprendentemente, escuchó la misma voz desde la montaña,,, ¡Aaah!
Con curiosidad el niño gritó:
-¿Quién eres?»
Pero la voz respondió lo mismo: ¿Quién eres?
Se enojó y volvió a gritar:
¡Eres estúpido!».
Y de nuevo la voz respondió lo mismo: ¡Eres estúpido!
Medio confuso y molesto, el niño le preguntó a su padre:
-Oye Papá, ¿Qué está pasando? ¿Quién me está respondiendo?»
El papá le explicó así:
-Hijo, presta atención.
Y entonces gritó:
-¡Eres muy simpático!
Y la voz respondió lo mismo: ¡Eres muy simpático!
El padre volvió a gritar:
– ¡Gracias!
Y la voz volvió a responder igual, ¡Gracias!
El niño estaba muy sorprendido pero aún no podía entender lo que estaba pasando.
El señor le explicó:
-Hijo. La gente le llama a este fenómeno resonancia o eco, pero de alguna forma esta es la verdad de la vida. La vida es un reflejo de tus acciones. Lo que le des a los demás, es lo mismo que recibirás a cambio .
Moraleja
La vida nos regresará todo lo que le demos a los demás, ésta se encargará de recompensarnos.
Tu vida no es un accidente ni una coincidencia, es la sombra de tus acciones, es reflejo de lo que haces por otros, ya sea algo bueno o algo malo.
Fuente de la información: Moral Stories
“En lugar de juntarte con gente que te presuma lo que hace con su dinero, mejor trata de juntarte con gente que te enseñe sus técnicas para generar dinero”.