La Felicidad según Orison Swett Marden
Muchos seguramente habrán oído hablar o en su caso habrán leído las obras de autores motivacionales tales como Tony Robbins, Les Brown o Bryan Tracy, personajes a quienes ya les he dedicado algunas emisiones en este programa de emprendimiento.
Luego, si les hablo de Orison Swett Marden es probable que a algunos de ustedes no les diga nada este nombre y otros seguramente que sí lo reconocerán como el antecesor de los personajes que ya les he mencionado.
Orison Swett Marden (1848-1924) fue un emprendedor estadounidense y uno de los primeros autores motivacionales que vivió entre finales del siglo XIX y principios del pasado siglo XX.
Swett Marden tuvo una vida dura, complicada y llena de tribulaciones.
Orison quedó huérfano a la edad de 7 años y en los años subsecuentes vivió con 5 familias de acogida. Orison, originario de Nueva Inglaterra tuvo muchas dificultades para concluir sus estudios, y a pesar de su precaria situación personal logró graduarse en la Universidad de Boston.
Uno de los primeros negocios que Orison emprendió fue el Boston University Club, el cual era una especie de empresa que se encargaba de organizar las comidas de alumnos y profesores en la misma Universidad de Boston.
Su idea fue tan exitosa que el mismo rector de la Universidad de Hardvard le pidió que creara otro club para esa institución educativa.
Su primer empleo después de un buen negocio
Poco después, y aprovechando sus grandes habilidades administravas Orison obtuvo un empleo como Gerente en un hotel, siendo tan exitoso que a la postre llegó a comprar un hotel similar con los ahorros que obtuvo en ese primer empleo.
Como todo emprendedor con gran empuje, Orison amplió el tamaño de su empresa adquiriendo varios hoteles que lo llevaron a ganar muchísimo dinero.
Después de un período relativamente próspero,
las circunstancias macroeconómicas empezaron a afectar sus negocios, y debido a una mala combinación de eventos político-financieros Orison Swett Marden se vio en la necesidad de vender la mayoría de sus hoteles, cayendo en la bancarrota.
Después de verse despojado de los grandes activos que había ganado, Orison alquiló una habitación en un establo y empezó a escribir su primer libro.
Después de haber escrito más de 1000 páginas de ese primer manuscrito, éste fue consumido por un incendio que accidentalmente sucedió en el establo donde vivía temporalmente.
Más que sentirse abrumado, deprimido o desesperado por el infortunado accidente, Orison se puso a la labor de reescribir su libro (eso si con mucho ánimo) y se lo presentó a una gran cantidad de editoriales intentando que lo publicasen.
Pero, como se imaginarán que sucede en toda historia de lucha, ese libro fue rechazado en innumerables ocasiones, cosa que no lo detuvo de conseguir su publicación.
Orison Swett Marden escribió más de una veintena de libros motivacionales basados en sus vivencias personales, muchos de los cuales fueron y siguen siendo best sellers, entre ellos:
Pushing to the Front, o empujando hacia adelante,
The Making of a Man, o cómo se forja un hombre,
Getting On, o poniéndose en marcha,
Self-Investment o Invertir en uno mismo y The Victorious Attitude o How to get what you want entre otros.
Los conceptos que llevaron a Orison Swett Marden a tener gran reconocimiento
Creo que gran parte de la buena fama que Orison Swett Marden logró forjarse se debe a su genuino optimismo y a su concepto de felicidad basada en la ayuda a los demás, también por supuesto a su gran capacidad comunicadora y a su enorme habilidad motivadora inspirada en su propia vida de lucha y probada resilencia a través de innumerables situaciones críticas que fue venciendo a lo largo de su sinuosa vida.
En esta emisión, quiero compartirte una serie de pensamientos motivacionales acerca de la felicidad que Orison Swett Marden inmortalizó en sus apuntes, obtenidos primordialmente de su libro “La Alegría de vivir”.
Espero que estos inspiradores pensamientos te sirvan de aliciente para sentirte satisfecho y hasta donde puedas feliz con tu propia labor emprendedora.
El concepto de ‘Felicidad’ según Orison Swett Marden
La felicidad es el destino del hombre.
Quien fue en busca de la felicidad no la halló donde la buscaba: ya que nadie puede hallarla yendo en pos de ella, porque la felicidad surge de las acciones y no es producto de salir de caza, como las reses acosadas por los ganaderos.
La felicidad no mora entre los ruines ideales de egoísmo, de ociosidad o de discordia. Por el contrario, la felicidad es amiga de la armonía, de la verdad, de la belleza, del cariño y de la sencillez.
En este mundo muchas personas se afanan con tal ahínco en ser felices que provocan su propia miseria. La felicidad está precisamente donde no estamos buscándola.
Quien persigue la felicidad con propósitos egoístas jamás saboreará la bendita satisfacción que proviene del deber cumplido.
Ningún hombre, por rico que sea, encontrará jamás la felicidad si solo la busca con egoísmo.
Quienes aprecian las cosas con mayor desinterés, disfrutan los más puros goces de la vida.
La costumbre de estimar cada circunstancia de la vida en todo su valor, acrecienta prodigiosamente nuestra felicidad; pero muchas gentes son incapaces de ella, porque solo estiman lo que halaga su comodidad, sus placeres y apetitos.
La felicidad es el sentimiento del bien, y solo puede ser feliz quien se interesa por el bien del prójimo.
No puede haber mayor desilusión para un hombre, que no encontrar la felicidad después de consumir los mejores años de su vida y enfocar todas sus energías persiguiendo los dólares, sin atender a sus amigos y a su individual bienestar ni a nada de cuanto verdaderamente vale en la vida.
Si no mantienes viva tu capacidad de valorar lo verdadero, lo bueno y lo bello, te sorprenderá verte como a Charles Darwin, que en mitad de su vida cayó en la cuenta de que había perdido la facultad de gozar de la literatura y también de la música.
No puede ser feliz la persona a quien le remuerden sus malas acciones. No cabe felicidad en quien abriga pensamientos de venganza, envidia, celos y odio.
Espontáneamente nos esforzamos en mejorar la suerte, en procurarnos alguna comodidad más, en buscarnos una posición más desahogada y feliz que la hasta entonces conseguida,
pero la verdadera felicidad no consiste en la sobre-excitación del sistema nervioso, ni tampoco proviene de comer, beber, oír y ver, ni de la satisfacción de los apetitos y deseos, sino que es fruto del noble esfuerzo y de la vida útil.
Se ha dicho que la felicidad es un mosaico compuesto de pequeñísimas piedrezuelas de escaso valor, pero que dispuestas en acertada combinación constituyen una preciosa e imponente joya.
Quien ande en busca de la felicidad, recuerde que doquiera que vaya sólo encontrará la felicidad que lleve consigo.
La felicidad no está jamás fuera de nosotros mismos ni tiene otros límites que los que nosotros mismos le señalamos. Nuestra aptitud para estimar y gozar determinará los límites de nuestra felicidad.
No hallaremos nada en el mundo si no está en nuestro interior. La felicidad surge de la vigorosa y espontánea expresión de lo mejor de que somos capaces.
Nuestro error está en que buscamos la felicidad donde no existe: en lo transitorio y perecedero, en el halago de los apetitos y los placeres bestiales. La felicidad proviene de dar y entregar, no de recibir y retener.
Jamás serás feliz atesorando riquezas, por valiosas que sean. Lo que el Hombre o la Mujer es, no lo que tiene, labra su felicidad o su desgracia.
El corazón humano siempre está hambriento, pero la infelicidad es el hambre de adquirir, por otro lado la felicidad es el hambre de dar.
La felicidad es el premio de los servicios prestados al prójimo, del heroico esfuerzo de desempeñar bien nuestro papel y de cumplir nuestro deber con el mundo.
La felicidad deriva del deseo de ser útil, de mejorar el mundo de modo que pueda vivirse menos penosamente en él a causa de nuestros esfuerzos.
Las discretas menciones, las palabras agradables, los ligeros pero oportunos auxilios, las leves finezas, los suaves estímulos, los deberes fielmente cumplidos, los servicios desinteresados, la amistad, el afecto y el amor, son cosas que, no obstante su sencillez, nos llevan muy cerca de encontrar y poseer la felicidad.
Este ha sido un fragmento de «La Felicidad» por Orison Swett Marden de su libro «Alegría de vivir».
“Feliz es quien puede llamar suyo el día en que vive y para sus adentros piensa: Mañana Dios dirá, porque hoy ya viví”.
-John Dryden (1631-1700) | Poeta y dramaturgo inglés.