Liderazgo es producir resultados
En esta entrada, voy a proponer una reflexión acerca de un tema que se está tocando muchísimo tanto en medios empresariales como en medios digitales, especialmente en las redes sociales:
El liderazgo y su importancia para lograr objetivos.
Hace no mucho tiempo, podríamos decir que en los años noventas y ochentas, y también varias décadas hacia atrás,
el liderazgo estaba estrechamente relacionado con una serie de características (o rasgos) personales que tenían que ver con demostrar una seguridad personal, haciendo uso de una variedad de actitudes que buscaban provocar en los subordinados acciones que los condujeran a dar resultados.
Anteriormente, muchos líderes imponían el orden y el cumplimiento del deber a base de provocar miedo.
Esos líderes, obviamente no todos, solían contar con personalidades muy fuertes que supuestamente infundían respeto, y hasta cierto halo de rígida disciplina, lo que obligaba a sus subalternos a realizar sus actividades y funciones más por complacer las exigencias de su superior que por cumplir con sus propias satisfacciones personales.
Hoy en día, en términos generales, los líderes de empresas y equipos conocen que el hecho de exigirles a sus subordinados el debido cumplimiento de sus funciones y responsabilidades, o de simplemente conminarlos a entregar un trabajo bien hecho (tanto en tiempo, costo y calidad), puede lograrse decorosamente con varias motivaciones, y todas éstas son muy respetables bajo sus propias perspectivas.
3 Motivaciones para entregar un trabajo bien hecho:
A) El salario o paga por el trabajo
Una motivación, quizá la principal, pueda ser el salario.
Un trabajo se entrega porque conlleva una retribución, o una debida compensación en forma de dinero, esta es la motivación más generalizada.
Si el trabajo no se cumple o se entrega tarde, o con deficiencias, se puede perder el puesto de trabajo.
El miedo es un factor que provoca una debida ejecución.
Lamentablemente, el miedo también se utiliza como herramienta de coacción para obligar el cumplimiento de los resultados, este es el lado negativo de este tipo de motivación.
B) El espíritu de superación
Otra motivación puede ser el espíritu de superación,
porque más allá de un salario justamente compensado, uno que al margen de ser alto o bajo en comparación con el trabajo entregado, uno busca que la buena y excelente entrega le haga lucir,
y esto provoque que las circunstancias favorezcan al empleado para avanzar en la escala jerárquica, o
para subir de puesto,
o para ganar el reconocimiento de un medio, o
para saber más, y si se puede más que los demás,
o para ser mejor cada vez.
El espíritu de superación empuja al individuo a ir más allá de los convencionalismos, o de lo normalmente aceptado para progresar profesionalmente con el paso del tiempo.
C) Ayudar a los demás
Al margen del dinero o e la superación personal,
otra motivación puede ser la satisfacción personal de ayudar a los demás.
Esta motivación carece de egoísmo,
porque el individuo encuentra satisfacción personal en la entrega de un trabajo que proporcione beneficios a otros, independientemente del reconocimiento que reciba o no por ese trabajo.
En esta motivación no existen miedos,
porque uno no puede perder el trabajo, ya que no recibe una retribución económica, ni tampoco pierde el reconocimiento de los demás, porque esos factores no le importan ni le interesan; así uno actúa por convicción personal, les guste o no a otras personas.
Esta motivación tiene que ver con el altruismo,
y aunque es muy difícil transmitirla desde una posición de liderazgo (porque solo se puede hacer poniendo el ejemplo), tiene muy poco que ver con el cumplimiento basado en recibir órdenes, porque las acciones se provocan desde el interior del individuo,
porque esas acciones bondadosas solo siguen a la voz interior que le empuja a ayudar a otros, no a la voz de un tercero que le ordena o le señala con el dedo lo que tiene que hacer, o que le impone miedo para actuar.
La diferencia entre voluntad y motivación
Hoy nos podemos dar cuenta que el liderazgo está evolucionando positiva y constructivamente.
Cada vez encontramos menos líderes al estilo coronel de regimiento, los típicos jefes de dedo, y superiores con don de mando basados en la imposición de respeto utilizando el lenguaje agresivo o las amenazas.
Afortunadamente, los modernos líderes tienen más consciencia de sus propias actitudes y de la importancia de transmitir unos valores en los que no solo crean, sino los que demuestran con su propia actuación.
Los jefes, directores y líderes de equipos están más enfocados en tener empatía y contar con competencias personales o habilidades blandas (o soft skills) que vayan más allá del conocimiento técnico y la experiencia puntual en un tema.
En este mismo programa de emprendimiento te comparto varias emisiones acerca de la importancia de contar con competencias personales que ayuden al líder a imponer ciertos elementos diferenciadores,
unas competencias que provoquen que su propia imagen y marca personal sea diferente, que sea respetada, reconocida y seguida, condiciones importantes a la hora de liderar o conducir a una colectividad hacia la consecución de un objetivo común.
Opiniones encontradas entre dos tipos de liderazgos
Es interesante puntualizar la polaridad que veo entre el hecho de
ejercer un liderazgo a la antigua usanza, uno con mano dura y carente de empatía,
contra un liderazgo más incluyente y conciliador, uno que piense más en las personas que integran un equipo que en el propio resultado que se alcance,
esta ambivalencia se sigue debatiendo con fuerza.
En la actualidad, no dejo de descubrir en por ejemplo, la prestigiosa publicación del Harvard Business Review, que este tema se debate con mucho ímpetu, y regularmente.
Por un lado están los conservadores,
esos que siguen creyendo que los buenos resultados de un equipo dependen de un líder fuerte y que aplique mano dura, uno que primero vele por las exigencias de la compañía, antes que satisfacer las necesidades de cada empleado de la empresa.
Por otro lado, están los progresistas,
esos que creen más en contar con habilidades blandas, los que tienen carisma y creatividad, los que se comunican con su gente, los que ayudan a cada miembro del equipo, incluso conectando más allá del ambiente laboral, esos líderes que defienden a cada miembro por encima de sus superiores, e incluso por delante de los mismos clientes.
Cada profesionista, cada emprendedor, cada CEO, cada líder en general puede comulgar con uno u otro estilo de liderazgo.
Cualquiera podría afirmar con toda justicia que no todo es totalmente negro, o puramente blanco, que también existen varias tonalidades intermedias de grises, y en esto todos tienen la razón,
porque este es un debate que puede tener muchos puntos de vista, pero solo desde la perspectiva del líder,
porque desde la perspectiva del empleado (del subordinado o del verdadero ejecutor del trabajo), uno siempre preferirá estar supeditado a un liderazgo moderno, a uno que lo tome más en cuenta, a uno que le retribuya el trabajo con justicia, eso lo entiendo perfectamente incluso como empleado que he sido.
Lo que casualmente Yo encuentro como ‘denominador común’ en todo tipo de liderazgo,
a la usanza antigua o al estilo moderno y progresista, no importando su procedencia, ni su lugar de trabajo, ni su medio, ni su industria,
es que el líder,
el verdadero ejecutor que impulsa todas las acciones en torno a un solo fin, sea alguien duro, blando, buena o mala persona,
siempre será juzgado por el balance de los resultados que pueda demostrar.
La principal función y responsabilidad de un líder es producir resultados, preferentemente positivos, y que en especial den beneficios o utilidades a alguien.
El liderazgo que alguien ejerce sobre un grupo, equipo o colectividad tiene que ver directamente con producir resultados,
independientemente de que el líder sea de mano dura, afable, temido, con ‘Don de gentes’, agresivo en su actuación, o comunicativo, cercano o lejano a nivel personal, carismático, apático, simpático o rancio;
en general todas estas cualidades y más tienen poca o nula utilidad si ese líder no es capaz de producir resultados satisfactorios.
EL LIDERAZGO ES PRODUCIR RESULTADOS SATISFACTORIOS
Una regla general (desde mi perspectiva particular):
Un líder de actitud dura e intransigente, pero que demuestre un balance positivo en sus resultados, es normalmente más reconocido y demandado (para cualquier tipo de trabajo o proyecto)
que un líder carismático, comunicativo, empático, cercano, de gran corazón, que tenga un balance de resultados negativos.
«Más vale ser temido que ser amado».
Nicolás Maquiavelo (1469 – 1527)
Yo mismo he desarrollado varias entradas acerca de la importancia de contar con habilidades blandas (soft skills), y su importancia a la hora de ser reconocido y destacado, competencias importantes eso sí, pero que casi nada pueden hacer para competir con la demostración de unos buenos resultados, contantes y sonantes.
Recomendaciones para destacar sin ser un Genio.
Los resultados así como las acciones hablan por sí mismos,
y no tienen parangón, ni punto de comparación con los títulos universitarios, ni con los premios, ni con los reconocimientos hechos por una colectividad que quizá tenga intereses particulares, o haya basado esa distinción en asuntos oscuros, o poco claros.
Un destacado liderazgo es producir resultados con beneficios (utilidades).
Algunos ejemplos de liderazgo basado en resultados:
Un cirujano cardiovascular,
que tenga un enorme carisma y una gran capacidad de oratoria, para dar seminarios y conferencias, será más juzgado por su saldo positivo (o negativo) a la hora de dar resultados salvando vidas, que por su simpatía y conexión a la hora de transmitir sus conocimientos.
Por muchas y buenas habilidades blandas que pueda tener ese cirujano, seguro que tú no te dejarías operar por éste si supieras que el cincuenta por ciento de sus pacientes fallecen en la sala de operaciones.
Los mánagers deportivos
o Directores técnicos, también se califican por su saldo positivo de partidos ganadores, más allá de ser grandes comunicadores en las ruedas de prensa, o por conectar muy bien con los jugadores de sus equipos.
Un director de exportaciones
es juzgado por los resultados de sus ventas a nivel internacional, y por la cantidad de nuevos negocios que abre en diversos países,
más que ser muy simpático en la oficina, o un gran expositor de teorías de comercio internacional.
Y lo mismo sucede con un jefe de ventas, o un emprendedor,
en estos casos lo importante es el saldo positivo de los números que producen, de la ventas que generan para su empresa, y especialmente para sus clientes,
independientemente de contar con una gran imagen en redes sociales, o de tener gran simpatía.
El liderazgo va de producir y poder demostrar resultados con un saldo positivo, y también por supuesto de poder ayudar a los demás a mejorar sus vidas o sus trabajos, más que ser reconocido o seguido por un gran número de ‘followers’ en redes sociales.
«Tú no obtienes resultados concentrándote en los resultados.
Tú obtienes resultados concentrándote en las acciones que producen resultados».
-Anónimo