Volviendo con las historias de CEO’s, o de Directores Generales, te traigo una historia diferente.
El Director de Proyectos de una compañía convocó a una reunión de trabajo a todos los ejecutivos que estarían de una u otra forma involucrados con los trabajos de ampliación para uno de sus recintos, esto con el fin de revisar el contrato de obra que él había realizado para que le dieran sus comentarios y en su caso el visto bueno.
Vía correo electrónico, solicitó solo la presencia de los responsables de diversas áreas, entre ellos se encontraban El Director de la Unidad Estratégica de Negocio donde se localizarían los trabajos, el Gerente de Operaciones, el Gerente de Seguridad, el Director de Jurídico, el Director de Finanzas y el mismo Director General, o sea, el jefe de todos.
En el correo electrónico les enviaba el borrador del contrato y les pedía que llevaran sus comentarios y sugerencias a la reunión, para discutir los pormenores y que todos estuvieran enterados de la importancia de su participación en esa ejecución. Todos confirmaron asistencia.
El día de la reunión, quien la presidía era el mismo Director de Proyectos, y después de saludarlos a todos les dijo:
«Bueno, empecemos por este lado, a mi derecha de la mesa. ¿Qué comentarios tienes?» le dice al primero.
El ejecutivo contestó:
«No mejor empieza por el otro lado».
«Bueno, está bien por la izquierda, comentarios por favor.
Y el segundo ejecutivo dijo:
“Yo esperaba que leyéramos aquí el contrato”.
«No, no es lo que les pedí, aquí solo vendríamos a intercambiar impresiones, a hacer sugerencias y a tomar decisiones, lo que fuese necesario para tener listo el contrato para la firma con el Contratista».
Se escucharon varias risas y alguno que otro comentario incluso en tono de burla hacia el responsable del proyecto,
«¡Qué exagerado! ¡Este contrato es mucho rollo! ¡Qué, a ti te pagan por kilo!»
Por lo visto ni el director de jurídico había leído completo el contrato.
El Director General, con una total falta de incumbencia y consideración hacia su Director de Proyectos, le dijo como restando importancia al hecho de que nadie se hubiese leído el borrador:
“A ver, primero vamos leyendo el contrato, haznos favor de leerlo y sobre la marcha que todos vayan dando sus comentarios”. Y así se hizo.
Esa reunión duró casi 3 horas, en lugar de una como estaba programado, y no se cerraron las cláusulas, todos los ejecutivos se llevaron algunos pendientes de tarea para la próxima reunión, donde ya se concretarían todos los detalles.
Seguramente ya estarás formado tu opinión al respecto. Pero la cosa no acabó allí.
Poco después de un año, el Director de Proyectos fue ascendido a Director General, las causas de la partida del anterior Director General no tienen importancia para efectos de esta historia.
El caso es que un día, el flamante Director General tuvo una pequeña charla con quien lo sustituyó en su puesto anterior, el nuevo Director de Proyectos quien le dijo:
«Oye, tengo listo el borrador del contrato para la remodelación de la terminal cinco, si te parece convoco a todos ejecutivos para su revisión». Y el director general le dijo, sí, adelante, hazlo como siempre, allí nos vemos.
El nuevo Director de Proyectos procedió a enviar un correo electrónico a todos los ejecutivos con una copia del borrador de contrato para su lectura y elaboración de sugerencias, así se los indicó breve y claramente.
El día de la reunión, el nuevo Director de Proyectos procedió con su propio estilo:
«Vamos a ver, empecemos con la Gerencia de Operaciones, ¿Qué comentarios tiene? Ninguno, bueno sigamos con Seguridad, ¿Qué observaciones puede proporcionarnos? ¿todo está bien? Nada,,, Y en cuanto al Director de Finanzas, ¿Qué sugerencias tienes?,,,»
Y el CFO respondió: «Se supone que aquí venimos a leer el contrato, como siempre ¿no?
«Entonces ¿nadie leyó el contrato?», preguntó atónito el nuevo Director de Proyectos.
Y al unísono, todos soltaron carcajadas, algunas en tono relajado y como si el asunto no tuviese importancia alguna, parecían estudiantes de secundaria desestimando el hecho de no haber llevado a clase la tarea de Geografía.
Recomiendo que para no dar pena y esconderse en las risas y la vergüenza «hay que leerlo todo».
El nuevo Director General, en tono completamente serio, tomó la palabra y les dijo:
«No le encuentro ninguna gracia al hecho de demostrar irresponsabilidad. Su actitud no es profesional.
No vamos a seguir dilapidando el tiempo del Director de Proyectos, ni el de ninguno de los presentes, que es el mismo tiempo de trabajo que nos pagan los accionistas de esta empresa a la cual todos representamos».
No vamos a prolongar más esta pérdida de tiempo, porque supongo que todos tienen otras responsabilidades que atender y por eso quizá no habrán leído nada, pero como tampoco vamos a gastar ni a tirar inútilmente el tiempo que esta empresa nos paga, los convoco hoy mismo a las 7 de la tarde, hora en que todos salen para irse a sus casas, para que tengamos esa reunión de donde no saldremos hasta que todos aprobemos cada cláusula de este contrato.
Vuelvan a sus despachos de trabajo, lean a consciencia el borrador del contrato y gestionen lo que sea necesario para presentarse en punto de la reunión, allí tendremos que cerrar el documento sí o sí.
Y atención por favor, el que no se aparezca o se presente indebidamente preparado tendrá una seria plática conmigo.
Como saben, todos estamos poniendo de nuestra parte para hacer más eficientes cada uno de los procesos de esta compañía que ha venido relajándose mucho en vista de los malos resultados
Espero que esta sea la última vez que alguno de ustedes se presenta sin estar debidamente preparado a cualquier junta.
Esta empresa espera de cada uno de ustedes que den mucho más y sean ejemplo para los demás, y con más razones de peso porque son los empleados de confianza del más alto nivel.
Así que por favor regresen a sus despachos y pónganse a trabajar; nos vemos aquí mismo en la tarde».
Para no dar pena hay que leerlo todo
Como verás, este problema de la «falta de lectura» se está dando cada vez más y más en nuestros días, y muy probablemente se deba a que justo en esta época de vasta información gratuita e inteligencia artificial pujante, la información tiende a presentarse con una brevedad tan ridículamente insuficiente que no es posible comprender todo el concepto de lo que se pretende transmitir.
Los resúmenes de libros o de artículos, hasta los ‘snippets‘, como ahora le dicen en internet a esos pequeños fragmentos que constan de un título con un reducido párrafo de 2 ó 3 renglones, pretenden ahorrarle varias horas de necesaria lectura de comprensión a ejecutivos, investigadores, estudiantes, profesores y diversos profesionistas que por más que crean que pueden comprender el todo por una sola de sus partes nunca llegarán a asimilar la información necesaria, y no solo para su adecuado aprendizaje, sino para provocar la evolución y crecimiento de su propio criterio, para su madurez mental, para que estén listos para consumir y digerir contenidos, y llevarlos a la práctica, para que sepan cribar, discernir y tomar decisiones.
La capacidad lectora es una habilidad ejecutiva altamente valorada, una que también está muy a la baja, ya que pocos ejecutivos o incluso emprendedores prestan poca atención y superficial profundidad a la información con la que cuentan.
Estoy de acuerdo en que los ejecutivos tienen que ser prácticos a la hora de tomar decisiones, y que para tal fin necesitan contar con la mayor y mejor información que les sea posible hacer acopio en sus cabezas;
pero esta imperiosa necesidad de asimilar un mayor número de datos no justifica una insuficiente lectura, ni tampoco su indebida comprensión.
Hoy en día, con tal de aprender más rápido, con tal de abarcar un mayor número de datos e información en forma de revistas especializadas, tratados, ensayos y libros, gran parte de los consumidores de contenidos educativos y ejecutivos justifican su carencia de recursos intelectuales con esa gran premura por avanzar en sus trabajos y dar resultados.
Y al parecer el problema surge desde la más temprana juventud, con los dispositivos electrónicos que nos brindan grandes cantidades de información resumidos en ridículas píldoras de 1 ó 2 renglones. Por eso, para no dar pena recomiendo leerlo todo.
Cuantos estudiantes se preparan con horas y horas de dedicación y esfuerzo, y al llegar el día del examen se equivocan en el desarrollo de sus respuestas NO porque no hubiesen estudiado lo suficiente, sino porque no leyeron bien las instrucciones, o porque solo leyeron el párrafo que creyeron necesitar.
Esta prisa por terminar cuanto antes, esta carrera por ser más rápido o más inteligente no se gana barriendo superficialmente, hay que levantar el piso e ir a fondo.
Parece que hoy en día la lectura está como denostada, como despreciada, como que se ve mal que algunos dediquen una equis cantidad de su tiempo a una lectura minuciosa.
Esta falta de lectura o su incompleta comprensión es una de las principales carencias que presentan muchos ejecutivos, como los de la historia que conté.
Pero al margen de señalar esta grave deficiencia intelectual, además quiero proponer brevemente algunos comentarios a manera de moraleja que rescato de esta historia de CEO’s, a ver si tú puedes rescatar algunas mas:
1. Tanto en el trabajo como en la vida misma, nunca des por hecho que las cosas seguirán funcionando como siempre
Los cambios, positivos o negativos eventualmente llegarán, y en todos los casos hay que estar lo mejor preparados que sea posible; pero preparados para cambiar, para demostrar que se puede avanzar al siguiente nivel, preparados para mostrar una actitud de hacer las cosas, de tomar acción, de estar en movimiento, evitando el estancamiento y el conformismo. Y esto se nota, por eso a veces se hace justicia ascendiendo de nivel a quien más se lo merece.
2. La relación que lleves con cualquiera de tus compañeros o colegas es fundamental,
y es importante que siempre sea de respeto y admiración mutua, porque a no ser que cuentes con una bola mágica, me permito afirmar que absolutamente todos desconocemos los designios de la suerte, y lo queramos o no sucederán cosas que no nos esperaremos.
3. En unos momentos podremos estar arriba y en otros momentos abajo
El que hoy es tu compañero lineal o incluso hasta tu subordinado podría llegar a ser tu jefe en determinadas circunstancias, o el posible socio que necesitas, esto llega a suceder luego de una carambola del destino.
Y si esa carambola no te favorece con un ascenso, cuando el ascenso se lo dan a esa persona a la que maltrataste, o a quien despreciaste por cualquiera que sea la razón, esos designios digamos divinos te pueden sorprender negativamente, o te pondrán en tu sitio.
No estoy sugiriendo que trates bien a los demás solo porque el día de mañana te puedan servir o apoyar, siempre lo digo así:
“Tratemos bien a aquellos que están en nuestras esferas cercanas (y no tan cercanas) solo por principio moral, por convicción personal, porque nos consideramos buenas personas y en la misma medida lo hemos de demostrar».
4. Tú, tu trabajo y tu calidad representan a tu empresa
Si tú no puedes demostrar que puedes hacer lo mínimo que se te pide, si te acostumbras a ir con el flujo de las costumbres cuando esas costumbres son mediocres, acabarás pareciéndote a aquellos de tu entorno, porque como verás, en muchas ocasiones todos se ponen más fácilmente de acuerdo en adoptar y mantener las malas costumbres que las buenas.
En el caso de la reunión del CEO, todos estaban obligados a leer el contrato, cada uno para opinar desde su perspectiva; los de operaciones y seguridad tendrían que ver en qué impactarían esas cláusulas a sus diarias gestiones, el de finanzas estaría al tanto del monto total del proyecto y debería prever sus pagos regulares.
Pero, el que más se tenía que haber leído el contrato era el director jurídico, porque el contrato tiene que ver directamente con su disciplina, en la que se supone que es fuerte, pero se presenta sin leerlo como si tuviera cosas más importantes que hacer, como si hiciera el favor solo con su presencia.
5. El CEO, como representante de los intereses de los dueños barra accionistas no debe permitir en ningún momento relajamientos y holgazanerías tan descaradas, tal como lo hacía el primer CEO.
Piensa, ¿Qué harías tú como dueño de una empresa si encuentras a alguno de tus empleados haciendo cosas que no tienen que ver con sus funciones, o riéndose por su propio desconocimiento de lo que se supone es su responsabilidad?
Te garantizo que no lo tolerarías, por muchos títulos que ostentasen y por mucha experiencia que presuman.
6. Por lo que me ha tocado presenciar puedo afirmar que
quienes demuestran capacidad de aprendizaje, esos y esas que van más allá de sus propias funciones,
los que cargan con responsabilidades que no les corresponden,
quienes proponen nuevas formas de proceder,
aquellos que reflejan cambios en su propia persona,
quienes demuestran con los hechos sus verdaderas intenciones de aprender,
acaban eventualmente superando a los que están en su entorno, esos son los verdaderos promotores de los cambios y el progreso.
7. Pero eso sí, también hay que decirlo,
muy pocos demuestran ganas de ir más allá de sus propias funciones, y los que están más obligados a dar el máximo son los ejecutivos de más alto rango, y con más razón aquellos que de una u otra forma sean dueños de la empresa, como si tienen un porcentaje pequeño de las acciones o cuentan con la mayoría.
Nadie va a dar un mayor esfuerzo ni está más obligado a rendir mejor que los propios dueños, y estos no pueden pretender exigirle el mismo nivel de involucramiento a quienes solo les pagan por sus horas de trabajo.
Haz más que pertenecer; participa.
Haz más que cuidar; ayuda.
Haz más que creer; practica.
Haz más que ser justo; sé amable.
Haz más que perdonar; olvida.
Haz más que solo soñar; trabaja.William Arthur Ward (1921-1994)