¿Quién eres sin smartphone?
Casi puedo afirmar que tú en más de una ocasión te habrás encontrado en medio de una clase, de una conferencia, de una junta de trabajo o de una reunión entre amigos y te diste cuenta de que dos o más de los asistentes sostenían una comunicación entre sí a través del chat de sus teléfonos celulares, o en su caso viste que simplemente atendían mensajes de texto y correos electrónicos mientras tú estabas hablando.
Yo no sé cómo te lo hayas tomado, o qué pensarás de este tipo de comportamientos, pero si tú eras el o la que estaba tomando el turno de palabra, o estabas presentando una exposición, casi te aseguro que esos que chateaban sin prestarte atención te incomodaban.
A mucha gente, puede que a la mayoría, este tipo de comportamientos no le parezcan ni maleducados ni antisociales porque ya son prácticamente parte de la normalidad en una sociedad con acceso inmediato a la tecnología, con conexión permanente a personas ubicadas a distancias remotas y a veces ridículamente cercanas.
Esto me recuerda una anécdota
de mi hermana quien me comentó que en una ocasión, antes de la pandemia, la invitaron a una cena-reunión entre amigos, y al llegar a la casa donde la habían citado, justo al atravesar la puerta principal, la host o anfitriona les pidió a todos sus invitados que apagaran sus celulares y los dejaran en una cesta en el hall de entrada, les explicó que se los devolvería al terminar la reunión.
Puede que para los más jóvenes esto les suene medio desproporcionado o inflexible para ese tipo de ambientes, o inadecuado en función de las normas de convivencia a las que estamos acostumbrados a respetar en esta segunda década del siglo.
Pero, para los que hemos convivido en la sociedad de los ochentas, noventas y primeros años del siglo XXI ésta no nos parece una exigencia ni estricta ni caprichosa, sino que la vemos como una situación que ya hemos experimentado sin problemas.
Estar en una junta de trabajo o en una reunión social sin teléfono inteligente es al menos para mi, más bien parte de la normalidad de convivencia a la que en su momento estábamos perfectamente habituados.
Pero, siguiendo con la anécdota, le pregunté a mi hermana:
-Bueno. ¿Y cómo se desarrolló la reunión sin móviles o celulares? ¿Notaste comportamientos fuera de lugar?
Ella me platicó que el hecho de sentarse a charlar desconectados de los smartphones acabó siendo un tópico que se debatió dentro de la misma reunión.
También notó que algunos temas de conversación no se discutían a fondo porque a falta del Google no se pueden completar ideas ni corroborar datos, siempre era necesario buscar una calle, el nombre de un actor, la fecha de un acontecimiento, etcétera.
Dijo:
-Alguno estaba tan nervioso que le pidió a la anfitriona que le hiciera el favor de prestarle su teléfono solo para corroborar una importante información que estaba esperando, y al cuestionarle cuál era esa información éste se negó a dar detalles.
Si te fijas, en las reuniones, NO como regla pero sí como algo de lo más común, quienes ponen mayor atención a los demás suelen no tener prendido su teléfono o en su caso no lo cargan consigo.
Tú: ¿Qué eres sin smartphone?
Es bien cierto que hoy en día el smartphone es una realidad prácticamente imprescindible.
El Smartphone de Empresarios y Emprendedores
Para muchos emprendedores y empresarios el teléfono con pantalla táctil representa una útil y potente herramienta para generarse sus propias oportunidades en el mundo digital.
Allí los más astutos pueden aprovechar la facilidad de construirse SU perfil en variadas plataformas tratando de imponer su presencia online, para mostrarse a sí mismos frente al mundo, para exponer sus ideas y a sus marcas personales y de negocios.
50 Máximas francesas de Marca Personal
Los emprendedores digitales tienen conciencia del enorme alcance orgánico que pueden lograr con su propio blog -por supuesto gratis-, y a su vez aprovechan el smartphone para distribuir sus contenidos en Instagram, en Linkedin o en Youtube.
El móvil -o celular- del resto de usuarios
Y, por otro lado, para la mayoría de los usuarios que NO son emprendedores digitales, los que no entienden el móvil o celular como una herramienta para generar ingresos, que solo lo utilizan para el cotilleo, para el esparcimiento, para ver series de Netflix, para revisar el clima, para comunicarse a través del chat y revisar sus emails, para ellos y ellas el smartphone se ha convertido irónicamente en una extensión de su cerebro,
en un complemento indispensable para obtener la información de la que obviamente carecen debido a que no la han necesitado leer, estudiar ni repasar.
Ya habrás notado que muchísimas personas se sienten inseguras cuando no tienen su smartphone a la mano, cuando carecen de la inmediatez del Google y su buscador de información global, universal y entre comillas “fehaciente”.
Dependencia del teléfono inteligente
Esta casi necesidad de buscar, descubrir, corroborar y hasta curiosear todo lo que se dice y se comenta a nivel personal nos produce una especie de dependencia al ver que no necesitamos esforzarnos para adquirir algunos conocimientos por nuestra cuenta,
ni tampoco para retener esa información en nuestro cerebro,
porque los datos los tenemos al alcance de la pantalla táctil,
y solo con unas cuantas palabras clave podemos tener acceso a millones de archivos en una fracción de segundo.
Desconozco tu situación personal
No sé si seas de esos que necesitan del teléfono móvil para generarte tus propias oportunidades en base a producir y compartir tu propio contenido, para promover tu negocio, para controlarlo y hacerlo crecer, o más bien eres de los que dependen de éste como una unidad externa de su cerebro, o como un simple medio de comunicación.
Y hablando de las paradojas de la comunicación,
puede que justifiquemos nuestro comportamiento obsesivo-dependiente del smartphone basándolo en que ahora «somos una sociedad deseosa de estar en contacto permanente con otras personas», con aquellas que están a grandes distancias de nosotros, más aún en tiempos de confinamiento.
Pero eso sí, no somos capaces de entablar relaciones serias con las personas que están justo a nuestro lado, ni siquiera estamos dispuestos a escucharlos, esta es la ironía de nuestros tiempos, cosa que la anfitriona de mi hermana quería evitar en su reunión.
Seguro que en algunas cafeterías y lugares públicos habrás visto parejas o grupos sentados alrededor de la misma mesa mientras atendían a sus celulares, sin voltearse a ver entre sí.
¿Te has puesto a pensar si puedes ser capaz de describir eventos, personas y situaciones sin necesidad de presentarlo en la pantalla de tu móvil?
Es decir,
¿Puedes desarrollar una mínima conversación sin hacer uso del smartphone para mostrar lo que quieres transmitir?
¿Puedes asistir a una clase o a una reunión entre amigos venciendo la ansiedad de voltear a la pantalla para revisar si te llegó un e-mail, un texto, una imagen o un vídeo?
¿Eres de los que justifica una permanente atención a la pantalla del teléfono con el pretexto de que estás esperando una información muy importante?
¿Crees que puedes ir al baño o conducir tu coche sin sentirte casi obligado a revisar los mensajes y archivos que alguien te haya enviado en el inter?
¿Crees a ciegas en la veracidad y objetividad de los memes, las noticias, las infografías o o los documentos que un tercero te envía a través del smartphone?
O tienes capacidad de rebatirlos con tus propios argumentos.
¿Cómo expones y contrastas nombres contra fechas sin el uso de Google?
¿Te sientes capacitado para sostener una conversación de historia, de política, de deportes o de cine sin la obligación de contrastar la información que se debate con tu smartphone?
¿Puedes hablar de estos temas utilizando tus propios recursos, tales como tu memoria, tu experiencia directa, tus lecturas personales o tus estudios?
¿Eres capaz de reconocer el origen y las bases de una corriente de pensamiento o los autores de determinados argumentos sin necesidad de googlearlo?
¿Puedes exponer tu perspectiva personal acerca de un asunto de actualidad -o si quieres de antaño- sin tener que enviar un artículo que tu no escribiste para aclarar tu posición?
Mismo artículo que seleccionaste en la primera posición de las búsquedas de Google, y hasta acabaste defendiéndolo como si fuese la panacea o la verdad universal.
El hecho de depender del contenido ajeno (el que otra persona desarrolló) en forma escrita o audiovisual para explicar tu posición respecto a un tema deja entrever las carencias o lagunas que tienes para desarrollar tu propio criterio y visión de las cosas.
Seguro que más de alguna vez discutiste con alguien cualquier asunto y te dijo:
-“Te voy a enviar un artículo para que te lo leas y te des cuenta”
¡Mismo artículo que obviamente él no escribió!
¡¡No, no, pues así qué fácil!!
También solemos recurrir a mandar información ajena para explicar asuntos o temas que además tampoco entendemos con toda claridad; hay quienes llegan a enviar información que ni siquiera han consumido o leído en su totalidad.
Piensa que tendrá más peso tu propia opinión, por escueta que sea, siempre que la desarrolles con un mínimo de fundamentos, unos que provengan de tu propio acervo cultural.
El famoso dramaturgo y poeta alemán Bertolt Brecht escribió una curiosa frase que viene a colación con esto:
-“Él cargaba en la mano un pedazo de ladrillo para mostrar cómo era su casa”.
Claro, no podemos explicar ideas ni desarrollar conceptos ajenos sino contamos con nuestros propios y suficientes elementos intelectuales que nos sirvan de andamios para soportarlos.
Y hablando del tema que más te interesa como emprendedor,
¿Podrías responder a las siguiente preguntas sin tener que ‘googlearlo’, o sin preguntarlo en el grupo de Whatsapp?
¿Cuáles son las teorías y temas de mayor actualidad concernientes a tu medio?
¿Quiénes son los principales actores de tu industria?
¿Cita a los autores más importantes de los libros que tienen que ver directamente con tu especialidad?
En fin, ¿Hasta dónde puedes llevar una conversación sin tener que consultar el teléfono inteligente?
¿Eres capaz de prestar atención a otros durante cinco minutos seguidos sin voltear a ver la pantalla táctil?
Todos tenemos la oportunidad de centrar la atención en nosotros mismos, o en los demás, pero si optamos por ponernos en el centro del debate tenemos que ser capaces de justificar nuestros argumentos con inteligencia, sin depender de los datos que No hemos generado, sin voltear a ver ninguna pantalla táctil.
En lugar de señalarnos a nosotros como meritorios o exitosos mejor aplaudamos el esfuerzo de otros, de quienes si pueden generar sus propias ideas mientras te hablan a los ojos , esos a quienes muchas veces no estamos dispuestos a escuchar, solo a interrumpir con nuestro teléfono.
¿Tú quién eres sin smartphone?
“Vi a un hombre en un Starbucks, me llamó la atención que no llevaba teléfono celular ni computadora personal ni iPad. Estaba allí sentado solo, tomándose un café como un psicópata”.