En el patio de una escuela, durante el recreo, se encuentran varios niños conversando. Y unos a otros se preguntan:
Oye, ¿Qué hace tu papá? o ¿A qué se dedica tu mamá?
Las respuestas son variadas:
Roberto presume: «Mi papá es futbolista».
Laura dice: «Mi papá es Arquitecto».
Jairo replica: «Mi mama es una importante Abogada del estado».
Genaro informa: «Mi papá es el mejor enfermero del hospital».
Lorena, la última en hablar comenta: «Mi papá me cuenta las historias que escribe para que un día se use alguna como guion de cine, ¡Seguro que será en Hollywood!»
Lo que este breve relato nos ilustra y se proyecta a casi todos los niveles de nuestra vida es que:
En prácticamente todas las ocasiones donde tratamos de alcanzar una meta, quienes están más convencidos de que triunfaremos son las personas más cercanas a nosotros, esas que conocen nuestras verdaderas fortalezas, esas que nos han visto esforzarnos y creen sinceramente en nuestras capacidades y potenciales.
Curiosa y paradójicamente, quienes se implican más con nuestra misión, o con nuestro deseo más ferviente de triunfar, llegan incluso a tener más confianza en nuestra causa que nosotros mismos.
Si echamos la vista atrás, desde la escuela, recordaremos las palabras de nuestros padres, o de nuestros profesores:
-Tú puedes, ¡tú lo vas a lograr!
-Te veo bien preparado para el examen, solo que no te pongas nervioso y todo saldrá bien.
Lo mismo te dicen cuando participas en algún torneo deportivo, o en un grupo de teatro:
-Hazlo lo mejor que puedas y verás cómo sale todo bien.
-Has estado preparándote mucho, tú solo sal a demostrar lo que sabes hacer y no pienses que vas a fallar.
Conforme vamos creciendo en edad, mientras vamos cambiando de ambientes, tanto académicos, sociales como laborales, nos vamos relacionando con más personas y profesionales que van conociéndonos poco a poco y al mismo tiempo van descubriendo nuestras capacidades así como nuestros potenciales.
Nuestros compañeros, jefes y colegas van formándose una idea general de lo que podemos o no alcanzar, todo en base a eso que vamos demostrándoles día con día.
En el mundo del coaching, se afirma a menudo, cuando de habilidades y competencias se esté hablando, que la moderada opinión de un tercero casi siempre será más objetiva que la inquieta opinión del propio sujeto.
En muchas ocasiones, nuestros profesores, entrenadores deportivos, Jefes y colegas tienen mayor y plena confianza en nuestra viabilidad para competir que esa que tenemos de nosotros mismos; así mismo, ellos también podrán juzgar con mejor criterio nuestras capacidades para superar determinado reto, así como nuestro potencial para alcanzar determinada meta.
El o la que espera verte triunfar te conoce bien
Si no fuese por todos esos coachs y entrenadores, muchos deportistas de alto nivel jamás habrían logrado ganar algo, probablemente nunca lo habrían intentado.
De no ser por la insistencia de tu jefe, por duro que haya sido, quizá no habrías ni empezado determinado proyecto.
Si no fuera por el empuje de algún amigo no te habrías decidido a dar un paso adelante para hacer un cambio sustancial en tu vida.
De no ser por la arenga de uno de tus profesores lo más probable es que no te habrías decidido a estudiar tal profesión u oficio que te interesaba tanto, porque te imponía miedos.
En el caso del relato que conté al principio:
«Si no fuese por el gusto que experimenta la niña mientras escucha cada una de las historia de su padre, probablemente él ya habría abandonado su lucha por llevar al siguiente nivel su trabajo de escritor».
¿Quién espera verte triunfar?
Puede que no te des cuenta, pero observa con detenimiento:
Fíjate cómo mucha gente, un número mucho más grande del que quizá tú puedes creer, tienen plena confianza en tus capacidades para lograr tus cometidos más difíciles, es gente que espera verte triunfar.
Y tienen plena confianza en que lo lograrás porque te han visto superar otras situaciones críticas, unas que tú mismo ya olvidaste o a las que hoy ya no les das el mismo peso que aquellos que te observan.
Y no les das el mismo peso que los demás porque para ellos, o para ellas, eso que tu haces les puede resultar complejo, complicado o muy difícil de desarrollar, eso lo admiran mientras tú ya no valoras esas competencias que adquiriste, ya que has llegado a dominarlas.
Es probable que ese dominio no te parezca interesante, o se te figura irrelevante porque lo comparas con aquellos que consideras que las desarrollan mucho mejor que tú.
«Ese es uno de los mayores problemas a la hora de avanzar niveles, el compararse con los demás sin tomar en cuenta que no todos despegamos desde las mismas plataformas».
Puede interesarte leer o escuchar este post: «El potencial de las plataformas».
Sin embargo, como todo en la vida, habrá otros casos lamentables, de gente que espera verte fracasar, y ya sea por espíritu de competencia, envidia o cualquier otro sentimiento despreciable, puede que muy en el fondo y a su pesar esperan verte triunfar.
¡Sí! y esperan verte triunfar porque te conocen, y aunque no lo quieran reconocer valoran tus virtudes, así como tus competencias y actitudes.
No vendrán a decirte nada, ni a favor ni en contra, simplemente te vigilarán atentamente en silencio.
A algunos de estos los podrás detectar, pero eso realmente no importa, lo que importa es que tú creas que puedes triunfar.
Por otro lado, no todos los que esperan que triunfes comparten tus intereses personales, ni abrigan tus mismos valores y esperanzas.
Otros, por su parte, quizá tengan mayores intereses personales en que tú triunfes más que la estima que sientan hacia ti, o el cariño que te puedan profesar.
Por poner un ejemplo:
Tu representante deportivo, o tu editor de cabecera, esperan verte triunfar porque se llevan una comisión por cada uno de tus triunfos o por cada uno de tus libros vendidos, si no te vieran potencial para triunfar no te representarían.
Lo mismo pasa con tu jefe, o con el dueño de la empresa en la que trabajas; estos esperan verte triunfar porque tus logros se reflejan en beneficios para sus bolsillos.
En algunos casos, siempre horribles, tu jefe no espera verte triunfar, quizá no mucho porque tu ‘Buen hacer’ probablemente eclipse su propio prestigio y seguridad, y puede sentir que su posición se desequilibra o se ve amenazada por tu alto desempeño, por lo que en algún momento podrías acabar sustituyéndolo. Estos casos se dan en las mejores familias, y por supuesto también en las mejores empresas.
Independientemente de que algunos envidiosos y otros posibles competidores esperen verte fracasar, creo que mientras exista gente que te apoye, que crea en tu lucha, que sienta que puedes alcanzar tu meta debes sentirte un privilegiado, porque pocos individuos pueden preciarse de contar con gente que espere verlos triunfar, especialmente cuando esa gente no sean tus propios padres o hijos, quienes siempre creerán en ti.
Tus padres, tus hijos y en general todos tus profesores esperan verte triunfar porque realmente te aprecian, ellos son quienes más te reconocen objetivamente por lo que eres, no por lo que pretendes ser o en lo que otros quieren que te conviertas.
Sinceramente creo que las personas más sosegadas y razonables de tu entorno cercano esperan que ganes, realmente quieren que triunfes, no que te conviertas en una figura de gran escala.
«Es que, quien espera verte triunfar sabe que tú puedes, o al menos lo cree más que tú».
En ocasiones aprovecharán su cercanía contigo para manifestarte su apoyo.
Durante los momentos más críticos no te dejarán que te des por vencido o que tires la toalla.
Hasta donde puedan te conminarán para que no abandones la lucha.
Y más que creer en tus grandes virtudes y competencias, ante todo esperan que avances, que te superes a ti mismo, que seas mejor, ¡que seas feliz!,
y si,,, ¡Que de alguna forma triunfes!
Quien espera verte triunfar sabe que alcanzar determinado hito te llenará de satisfacción.
Los que con sinceridad quieren verte triunfar no tanto lo esperan para que levantes un trofeo ante la mirada de miles de aplaudidores, o para que ganes un reconocimiento específico, o para que te hagas millonario, o para que te compres el coche de lujo que tanto querías. (Te puede interesar leer la entrada: «La paradoja del hombre en el coche»)
¡No!,,, No es así.
Esperan verte triunfar porque tienen mucho tiempo observando que luchas incansablemente, llevan meses y años viendo que caes, fracasas y te vuelves a levantar, una y otra vez, se dan cuenta que haces los cambios necesarios y te adaptas al medio.
En ocasiones son hasta testigos en primera fila de tu reinvención profesional.
Entienden que haces cambios difíciles, muchos duramente radicales.
Ellas y ellos esperan verte triunfar porque no quieren que te conformes con lo que ya tienes, no les gusta verte estancado en tu zona de confort, ni vanagloriándote de tus hitos y metas parciales.
Quieren ver que triunfas para que salgas del letargo, del conformismo de haber estado tantos años ocupando el mismo asiento, quieren verte crecer como persona, más que tratando de convencer con una imagen de petulante o de ‘personaje triunfador’.
Sobre todas las cosas quieren que seas mejor, primero como persona y luego como profesional (en ese estricto orden)
También quieren que evoluciones, que en su caso pruebes nuevas alternativas y aunque no llegues exactamente a ser el mejor, al menos quieren verte entre los primeros.
Observa que quienes nunca te preguntan:
-¿Cómo te va?
¿Cómo te ha ido?
¿Ya lograste tal o cual cometido que me habías contado?
Estos y estas personas no esperan que ganes nada, en ningún campo.
No desean verte destacar.
Pocas veces tenemos la fortuna de escuchar que alguien nos diga:
-Yo quiero verte ganar.
Tú debes alcanzar ese objetivo, como sea; yo creo en ti.
¡Esa es mi amiga, yo la conozco desde hace X años y sé que va a llegar muy lejos!
Siempre debemos agradecer y aquilatar que alguien espere vernos triunfar, de esta gente existen muy pocos aparte de tus propios padres o amigos más cercanos. En mi caso, más allá de mi familia, tengo la fortuna de contar con gente así en mi grupo mastermind, quienes siempre esperan que unos y otros triunfemos, que logremos nuestros cometidos.
En tu caso sabes ¿Quién espera verte triunfar?
Y más importante aún, tú ¿A quién esperas ver triunfar?, ¿Ya se lo has dicho o se lo has manifestado?, Y si no es así ¿Qué esperas para hacerlo?
“Para ganar debes esperar ganar”.
-Richard Bach | Libro: Juan Salvador Gaviota