Somos lo que compartimos
Hace ya algunos años, justo después de graduarnos de la universidad, recuerdo muy bien que mis compañeros de facultad y yo empezamos a confeccionar nuestro currículum vitae.
Hacíamos esto como nos era posible, utilizando los elementos que teníamos a la mano en esa época, con el único fin de llamar la atención de alguna empresa para que nos contratase, una que de preferencia fuera mayormente reconocida por todo el mundo, o al menos por nuestro círculo profesional y de conocidos.
Mis amigos y ex compañeros de generación y Yo, preparábamos esa única hoja de historial profesional por una sola cara.
Preparábamos nuestro resumé en una sola página, dado que a esas alturas nuestra experiencia no daba para más páginas.
Allí en ese documento, procurábamos agregar el mayor número de actividades o trabajos en los cuales habíamos participado, describiendo el mayor peso de responsabilidad que habíamos ejercido,
como para explicar qué habíamos aportado a tal trabajo,
o para aclarar qué habíamos hecho e implementado para mejorar ese lugar que tuvo la fortuna de tenernos como empleados, así de buenos nos creíamos.
‘Escribe las características personales que más destacas de ti mismo’.
Todavía recuerdo la dificultad y hasta molestia que sentía al leer los típicos modelos de currículum donde a uno le sugerían y le conminaban a responder y agregar ‘las características personales que tú destacarías más de ti mismo’,
esto se suponía necesario para que el potencial empleador se enterara de lo que uno era capaz, o al menos para darle una idea más certera de lo que uno estaba dispuesto a demostrar, o a intentar lograr.
Y, ¿Cuáles son las características personales que más destaco de mí?.
Difícil e incómoda sentencia, tanto para responder como para llenar el espacio en blanco,
y especialmente difícil para los que no nos sentíamos cómodos hablando bien de nosotros mismos, o que en su caso, que era muy seguido, para quienes no habíamos logrado descubrir aún esas características destacadas en nuestra propia personal.
Los narcisistas, los fatuos, los presuntuosos o creídos (como les dicen en México), jamás han tenido problema alguno en hablar bien de sí mismos.
Los presumidos lo tienen fácil. Aquí, para destacar sus cualidades, ellos se recrean o se solazan hablando maravillas de sí mismos, y bien por ellos; mientras que lo que escriban lo puedan respaldar con sus acciones, y con los hechos.
En cambio, en la actualidad, a mi me sigue costando muchísimo trabajo hablar bien de mis propias virtudes,
especialmente con el conocimiento que ahora tengo acerca de las técnicas de Personal Branding y Marca Personal, esto ya lo he comentado en la emisión 539 «Cómo escribí acerca de mi Marca Personal»,
e incluso desarrollé el tema con amplitud en un ensayo que escribí recientemente acerca de mi propia marca personal, allí comento que no me parece muy apropiado ser la persona que tenga que recalcar o resaltar algo valioso acerca de mi mismo.
Aunque sí que he de admitir que cuando llenaba esos formatos o modelos de currículum, o en su caso, al llenar la solicitud de trabajo de alguna empresa, me salían al paso sentimientos encontrados:
Porque por un lado
sentía como que no sabía qué destacar acerca de mi mismo. No podía distinguir con claridad cuáles eran mis valores, y especialmente, carecía de la objetividad para afirmar si yo era consistente con esos valores que pregonaba,
o si me apegaba con justicia a las características que supuestamente yo encontraba destacadas de mi mismo,
no sabía cómo declarar algo bueno acerca de mi que no me fueran a echar en cara a la media hora, o al segundo día de trabajo.
Y, por otro lado
también sentía orgullo, uno que no se notaba mucho, pero que me daba gran satisfacción.
Mientras esbozaba una leve sonrisa, apuntaba la profesión que había estudiado y superado durante cinco años, escribía:
-«Soy Ingeniero Civil».
Me sentía muy bien plasmando ésto en papel. Y era normal, claro que me había costado mucho esfuerzo titularme, ¿cómo no me iba a sentir pletórico y exultante?. Pero poco me duraba el gusto cuando veía que otros más, quienes eran muchos, llenaban esa misma línea con el mismo orgullo que yo lo hacía,
todos estábamos en competencia por el mismo puesto.
¿Qué podía hacer para que mi currículum llamara la atención por encima de los demás?
En esa época (y creo que también en ésta) era complicado tratar de contestar a esta pregunta, dado que yo carecía de los elementos y el criterio con el que ahora cuento.
Hoy después de tantos años, veo las cosas desde una perspectiva que podría llamar ‘privilegiada’, una que ya me hubiera gustado tener entonces, cuando estaba recién graduado y con prácticamente nula experiencia, hoy veo que somos lo que compartimos sin petulancia.
Una anécdota personal
Recuerdo, que un año antes de terminar mis estudios de ingeniería, la universidad nos envió a un compañero y a mí a trabajar en un proyecto de canalización de agua potable en una empresa en el interior de la república mexicana, justo en el estado de Aguascalientes.
Ese proyecto tenía como objetivo que los estudiantes nos iniciáramos con experiencias reales en empresas existentes, y que además aportáramos algo de nuestra visión de actualidad académica a esa empresa, esa era la idea, era una especie de colaboración.
Al finalizar ese proyecto, el ingeniero y director de esa empresa nos pidió a mi compañero y a mí que le entregáramos una serie de recomendaciones para mejorar todos los aspectos operativos que nosotros consideráramos que necesitaban cambios o mejoras.
Y eso fue lo que hicimos,
al terminar nuestra estancia en esa empresa, le entregamos nuestras recomendaciones por escrito, unas que más bien se apegaban al formato de un artículo académico.
En ese documento nos permitimos señalar algunos problemas y sugerir una serie de acciones a seguir en aras de mejorar los trabajos de construcción y mantenimiento de las líneas de agua potable municipal.
Poco tiempo después de nuestra estancia en Aguascalientes, el director de esa compañía de canalización de agua nos contactó en la universidad para agradecernos nuestras sugerencias,
y por supuesto que nosotros ya le habíamos agradecido por habernos dado la oportunidad de trabajar allí.
Él nos comentó que tomaría en cuenta algunas de nuestras ideas y que aprovecharía nuestros artículos para hacérselos llegar a sus subordinados, así nos lo hizo saber, y de hecho nos dio mucho gusto que nos lo informara.
Esto también me ha hecho entender que somos lo que compartimos, somos de alguna forma lo que aportamos a los demás para que mejoren.
Lo que quiero transmitir al recordar esta anécdota personal es que:
Hoy me doy cuenta que cuando me faltaban argumentos para llenar la línea de “Características destacadas de mi persona”,
en lugar de estar poniendo sandeces tales como:
“Yo soy muy apasionado con mi trabajo, o con lo que me gusta», o
«Me motiva la responsabilidad y cumplo con lo que me encomiendan, tal como si fuera una misión suicida”,
en lugar de esto, habría sido mucho mejor anotar lo siguiente:
-«Durante dos meses estuve trabanado en la empresa «Equis» en Aguascalientes.
Al final de mi participación como ingeniero de campo, escribí una serie de recomendaciones que juzgué conveniente hacer notar, aquí anexo el artículo por si les interesa ver cómo trabajo por objetivos, y para mostrar cómo me gusta concluir con mi aportación por escrito».
Puede que algunos consideren lo anterior excesivo, pero creo que más vale que sobre y no que falte.
Somos lo que compartimos.
Yo ahora entiendo que esto hubiera marcado una diferencia en mi currículum, y también en el de mi compañero, tampoco como para que todos nos hubiesen querido contratar, pero les garantizo que a más de un reclutador en esa época le hubiera llamado la atención, tanto como al director que nos solicitó ese trabajo final.
En este principio de siglo en que nos toca vivir, esto también se puede proponer, y la ventaja es que ahora contamos con elementos que le dan mayor visibilidad y posicionamiento a las aportaciones que hacemos por escrito, tengamos en cuenta que somos lo que compartimos.
Cómo ganar posicionamiento con la Marca personal
Hoy en día, muchos profesionales cuentan con un blog, al margen de la empresa donde trabajan.
Muchos profesionistas escriben sus experiencias, otroas tantos comparten sus artículos en diversos medios digitales, como en redes sociales, y por supuesto en sus propias páginas web personales; esta es una manera de demostrar la forma y el fondo de su trabajo.
En la actualidad, el currículum por sí solo no dice mucho de las cualidades de un profesional si no va acompañado de una propuesta de valor que destaque significativamente sobre sus competidores.
Hoy en día, el formato currículum está pasando exclusivamente a funcionar como un elemento cribador:
Un cribador es como un discriminador que separa a la gran mayoría de la pequeña minoría que sí propone algo diferente; y no estoy sugiriendo que los de la pequeña minoría sean mejores que los otros, ¡No!,
pero al menos esta minoría sí ha logrado capturar la atención del reclutador con los hechos, con las acciones concretas y tangibles, con lo que sí pueden demostrar, más que solo platicarlo o presumirlo.
Hay que tener cuidado con la petulancia, somos lo que compartimos, no lo que preconizamos de nosotros mismos.
¿Presumir ayuda o perjudica a tu Marca Personal?
En esta actualidad de los medios digitales, los blogs personales, los comentarios recibidos en redes sociales, las distinciones públicas, los reconocimientos al trabajo compartido en Internet,
e incluso en algunos casos el número de seguidores en redes sociales, están marcando la diferencia entre lo notable y lo intrascendente, entre lo destacado y lo no recomendable.
Los Medios para transmitir el Contenido de una Marca Personal
Desafortunadamente para mi,
muy tarde me dí cuenta de que más que hablar de uno mismo, lo que mejor habla de uno son sus acciones, especialmente aquellas que se pueden demostrar; esto sí llama la atención, aunque no siempre acabemos gustando a todos.
Mejor expresemos lo que hemos hecho y que consideramos valioso, más que hablar de nuestras propias cualidades: «Somos lo que compartimos».
No es lo mismo decir:
-«Soy un Ingeniero de Sistemas apasionado hasta la médula por mi trabajo»,
que decir:
«He escrito 2 libros acerca de cómo facilitar la programación de software para niños, y también varios artículos para aprender a programar con «Equis lenguaje», de forma que puedas realizar tus propias aplicaciones».
Tampoco es lo mismo decir:
-«Soy un experto en finanzas en quien puedes confiar para invertir exitosamente en bitcoins, ganando mucho dinero»,
que decir:
-«Entra en mi página web y lee más de cien artículos que te pueden aclarar las virtudes y las desventajas de las criptomonedas».
Aportar valor no solo tiene que ver con detectar y señalar problemas, ni con prometer resultados exitosos,
aportar valor es proponer soluciones creativas o innovadoras a los problemas que otros enfrentan, y esto proyecta confianza.
En estos días, contar con la confianza de los demás es la moneda de cambio más valiosa y difícil de adquirir.
-Gustavo Pérez
«Ya no somos lo que tenemos, ni siquiera lo que estudiamos, somos lo que compartimos».
-Risto Mejide, de su libro: «X».