Todavía Podemos Crear Algo Original | 805

Qué hacer para ser creativos | Todavía Podemos Crear Algo Original | los seres humanos tenemos la creatividad | Es posible crear algo completamente único e inigualable | El secreto para crear una cosa diferente y disruptiva | Creatividad y originalidad artística
Todavía Podemos Crear Algo Original | Por Gustavo Pérez Ruiz

“Nunca discutas con gente estúpida, porque te arrastrarán a su nivel y entonces te ganarán con la experiencia”.

Esta frase se le atribuye, generalmente, al escritor estadounidense Mark Twain, por allí se dice que podría ser otro autor, lo desconozco a ciencia cierta, pero…

El asunto es que utilicé esta frase para crear un pequeño video para mi canal de Youtube, uno de esos bien llamados ‘shorts’, y una persona me dejo un comentario indicándome: “Esa frase fue robada de Facebook hace miles de años” (sic).

La persona que puntualiza este comentario no hace referencia al autor de la frase, y me llama la atención que utilice la palabra “robar”, que en los ámbitos literarios y otros más se debería traducir como “plagiar”.

En ningún momento he robado nada, porque no me estoy adjudicando la frase, faltaba más, sin embargo le aclaré que “tomé” la frase como contenido para un canal de desarrollo personal y profesional, un contenido que no conlleva lucro alguno.

En general me llama la atención la particular rigidez que algunos usuarios -o consumidores de contenido- exigen en relación a la defensa de la obra de los autores originales.

Y en el sentido más estricto, tienen buena razón en sostener esa defensa,

porque la apropiación o adjudicación indebida de un contenido que no es de creación propia y para beneficio económico de una persona, o de una empresa, debe ser condenado como plagio, o como una vil y descarada copia.

¿Todavía se puede crear algún contenido original sin tener que copiar?

La realidad es que la copia de un producto intelectual, en este caso la copia y uso de una frase famosa, puede ser utilizada y reutilizada (siempre que se indique el nombre del autor) en muchísimos ámbitos, en tantos que materialmente sería imposible controlarlos y restringirlos en su totalidad, a no ser que la obra no se publique, o no se haga del dominio público.

Un ejemplo sencillo de la imposibilidad de restringir su uso podría presentarse cuando un astuto y romántico joven se aproveche del verso de algún poeta consagrado, por ejemplo uno del mexicano Amado Nervo, esto con el fin de mostrarle sus sentimientos a su novia, o a su prospecto de pareja; y, bajo la tenue luz de una romántica velada, éste le recitaría a la chica:

El día que me quieras tendrá más luz que junio;
la noche que me quieras será de plenilunio,
con notas de Beethoven vibrando en cada rayo
sus inefables cosas,
y habrá juntas más rosas
que en todo el mes de mayo.
Las fuentes cristalinas
irán por las laderas
saltando cristalinas
el día que me quieras.

Fragmento del poema «El día que me quieras». Autor: Amado Nervo (1870-1919).

Con este fragmento de un poema totalmente consagrado en el gusto popular, un joven así de impetuoso quizá podría enamorar a la chica de su sueños, pero mal haría, e incluso pondría su proyecto de relación en peligro de naufragar solo atreviéndose a asumir la autoría del verso.

Claro, podría decirle que el verso es de él, y ella se sentiría notablemente halagada, pero altamente decepcionada en el momento que descubra el plagio.

Y, por su parte, Amado Nervo ya no podría exigir una apropiada compensación por su autoría, primero porque falleció hace más de un siglo, en 1919, y segundo porque aunque todavía viviera tampoco se enteraría del uso que le han dado a su poema.


Podemos crear alguna frase original sin ninguna influencia

¿Cuántas frases de las cuales no recordamos a su autor decimos en un café entre amigos?, o
¿Cuántas citas repetimos en una sala de reuniones durante una junta de trabajo?

Creo que no existe persona que se precie de ser medianamente inteligente que pretenda adjudicarse frases como:

‘Pienso luego existo’, o ‘Yo tengo un sueño’;

detrás de estas citas muchos inmediatamente reconocerían el espíritu de Descartes o de Martin Luther King.

En algunos casos, frases tan poderosas y mundialmente reconocidas no han sido realmente creadas por los personajes que las hicieron lapidarias, como por ejemplo la frase del discurso de toma de posesión de John F. Kennedy:

“No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes tú hacer por tu país”.

Kennedy tomó, ¡y no robó!, esta frase de quien fuera uno de sus tutores en la Universidad, y en ese momento nadie dijo nada, claro, era el hombre más poderoso del mundo, ¿Quién le va a reclamar algo?


Pasando a otro caso, pero sí de consecuencias más serias, y legalmente demostrable

En el año de 2011, Karl Theodor Zu Guttenberg, Ministro de finanzas de la Alemania encabezada por Angela Merkel, dimitió inmediatamente de su cargo tras ser acusado de plagiar su tesis doctoral.

Y el plagio consistía, al parecer, en copiar íntegramente UN solo párrafo de la obra de otro autor sin darle su debido crédito.

El caso fue un escándalo, y solo por fusilarse UN triste párrafo; por supuesto que eso estuvo éticamente mal, y además, como pueden ver, allí en el país teutón las consecuencias se pagan a rajatabla.

Ya entrando en nuestro dinámico y desbocado mundo Online de hoy,

sin irnos más lejos, en las redes sociales a cada segundo se publican y se comparten miles y miles de frases (en todos los formatos habidos y por haber) citando correcta e incorrectamente a sus autores, y en muchos casos ni siquiera se les mencionan; y prácticamente ninguno, ningún autor que siga vivo se apersona para defender sus derechos de autoría,

¿Y por qué?

Porque eso es imposible.

No se pueden controlar ni gestionar los números y tipos de usos que le dan a todas sus frases. En esos casos, más bien deberían sentirse satisfechos de su obra, porque su originalidad y unicidad está trascendiendo, eso los hace notables per se.

Ante la dificultad para destacar entre el montón,

muchos en busca de posicionar sus propias frases y hacerlas virales, paradójicamente renuncian a su autoría y se la atribuyen a un famoso personaje o a algún genio de la historia, como el curioso caso del físico Albert Einstein, quien seguramente cuenta con el record de frases más atribuidas y realmente no elaboradas por él.

Esto es lo que muchos hacen con tal de lograr visibilidad en un maremágnum de contenidos e información.


Todavía Podemos Crear Algo Original

En el mundo editorial, del libro físico y digital, cuántos libros, capítulos y párrafos se inician o se culminan con un epígrafe, esa breve frase que viene a colación con el tema a tratar, y en la cual se indica con claridad el nombre del autor, y en algunas ocasiones también se agrea la obra y página de donde se tomó la cita.

Ese acto de citar la frase de un Autor dándole su crédito, me parece más un halago y reconocimiento al intelecto de ese Autor que una manera de robarle su creación.


¿Se puede crear un contenido original basado en otras obras?

Existen cientos de libros, artículos, biografías, ensayos, ponencias y clases que utilizan parte o la totalidad de las obras de otros autores para crear una nueva obra, incluso para recomendar esas mismas obras.

Con todo esto no pretendo justificarme, ya que en este mismo programa de desarrollo he creado varios contenidos en base a obras ajenas, e invariablemente terminamos cada emisión del podcast y del blog con una frase, una que atribuye su crédito al autor de la misma.

25 Frases de Guerreros para Emprender

Lo que quiero dar a entender es que es harto complejo crear contenidos nuevos desde cero.

Para un productor de contenidos es prácticamente imposible ser totalmente original con la creación de una obra, empezando porque es necesario el uso del lenguaje, y el lenguaje con todas sus palabras no es original ni exclusivo de ningún autor, el lenguaje es universal, y además está normado, regulado y restringido por una Academia Oficial para UN apropiado uso.

Hay quienes están facultados para crear algo original para que luego exista

Y hablando de un inapropiado uso del lenguaje, recuerdo una anécdota de Miguel de Unamuno, el portentoso escritor y filósofo español que siendo rector de la Universidad de Salamanca, en alguna ocasión se presentó su asistente ante él, quien le acababa de revisar algún documento, quizá sería un ensayo o algún artículo, y le dijo:

«Maestro. Discúlpeme, pero revisando su escrito encontré esta palabra, y me pareció rara, así que la busque en el diccionario de la academia y no la encontré, no existe esa palabra».

Entonces, el gran Unamuno, pletórico de esa inmensa seguridad que lo caracterizaba le respondió:

¡Aaah, efectivamente, no existe, pero existirá!

Aunque no seamos émulos de Unamuno, o miembros de la Real Academia de la Lengua Española, todavía tenemos muchas oportunidades para crear algún contenido que sea original, cosa que puede parecer fácil de decir pero más difícil de realizar.

Entiendo que para cualquier creador de contenido, en cualquiera que sea su formato, es complicado lograr una total originalidad.

Es difícil e innecesario tratar de hacer un uso del lenguaje sin reflejar el espíritu de alguna corriente de pensamiento, o la influencia de algún autor o personaje que haya tenido un serio impacto en la sociedad, un impacto tan serio que haya provocado un cambio de mentalidad y de paradigmas.

No todos podemos ser Jean Paul Sartre, Franz Kafka o Alfonso Reyes, autores de obras que provocaron movimientos que cambiaron la percepción e interpretación del mundo.

Creatividad en medio del Universo digital y frente a la Inteligencia Artificial

Evitando el uso desmedido de la ahora inevitable Inteligencia Artificial (AI) para crear arte, que de original tiene muy poco y más bien perjudica la creatividad del ser humano, llegamos a un punto difícil en que el emprendedor y creador de contenidos se ve sometido a una muy alta exigencia para diferenciarse de sus similares y/o competidores.

Es allí donde debe hacer uso de su propia experiencia, de sus vivencias personales que son únicas e irrepetibles, y por supuesto también tirando de su estilo particular de conducirse, mismo estilo que adquirió de su familia, de sus influencias cercanas, de la jerga de su oficio.

Esta combinación de factores producen un carácter único e inigualable, uno que puede expresarse y desenvolverse en su propio medio, pero distinguiéndose por sus rasgos exclusivos, algunos le llamarían Marca Personal.

La creatividad necesaria para proponer nuevos conceptos y cambios de tendencias podría surgir a partir de todos estos elementos, unos que por sí solos describen la realidad común y compartida desde una única visión, una que por sí misma debería destacar.


“Nuestras interacciones humanas, la escasez a nuestro alrededor y las oportunidades que todos tenemos son rompecabezas -o puzzles-; son invitaciones para encontrar una nueva manera de hacer algo, y pueden ser un atajo conveniente o una conexión en una economía que se basa en conexiones”.

-Seth Godin

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Imagen de Pixabay.com libre de Derechos de Autor:
Fotógrafa:  GraphicMama team

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